Tiene gripe y se conforma con un Destornillador para tragar una pastilla. Extraña el Medio y Medio de Roldós, preparado con espumante dulce y blanco seco en el aromático bullicio del Mercado del Puerto montevideano y ni lo comenta para evitar un reto o que por equivocación lo confundan con un monje irredento en vías de extinción que caminó varias veces al borde del abismo junto a Bogart. Lo llamaron de la editorial y trata de seguir afeitándose pero no puede olvidar el trago callejero de caña y vermú blanco que acompañó su soledad en un carrito de la 18 de Julio, ideal para olvidar a un mal gobernante aprendiz de torturador serial, esos que dicen ser dueños de un gran corazón aunque también lo tienen las víboras. Si fuera un detective de silenciosos zapatos de goma bajaría el telón con un Gimlet. El Corto Pepe, más hechicero que barman, hincharía el pecho tras la barra del Paco y, en un acto de sapiencia recordaría que según una descripción de 1928 el famoso trago consta de ginebra, una mancha de limón y soda. Para Chandler, lleva mitad de jugo de lima Rose’s y mitad gin. Un ladrillazo a la nuca. Esta exaltación del alcohol fue creado por Lauchlin Rose y patentado en 1867. En cuanto al zumo de lima, lleva un corte de extracto de caña de azúcar. Es astringente y la botellita, bellamente labrada, dice provenir de antiguas posesiones inglesas perdidas. Piensa que si se continúan despachando brebajes así, cualquier insano terminará escribiendo sobre el derecho de peticionar, llamar a la rebelión colectiva y hasta a soñar con ser mejores personas. Un desafío a la marea de corrupción y mentira que esconden hipócritas y tiranos en tiempos de elecciones y a quienes cada vez es más difícil encontrar el modo de decirles adiós. La puntada en la sien era casi soportable y la jefa, una rubia, como todas las rubias tiene ese no sé qué que mejor no averiguar. Extraño para una dama, dice lo justo y es más dura que el pavimento. Para menoscabarlo lo trató de barullero y lo logró. Le encargó la tapa de la revista y dos páginas centrales con fotos. No cayó en gracia su comentario acerca si debía ser a favor o en contra pero le exigió que dos poetas y periodistas, Gary y el Lobo, fueran de la partida. Hay equipo, dijo él firme como un soldado. Y siguió aporreando las aterrorizadas teclas. Percibió cierto respaldo en forma de silencio. De pronto se había convertido en una enciclopedia con jaqueca y mucha sed. Se relamió los labios y juró solemnemente que si el tipo que ni siquiera aprendió a hacerse el nudo de la corbata conservaba alguna posibilidad de seguir compitiendo en los comicios volvería a dejar de beber y a volverse aburrido. Y dejándose llevar por el genio citó al poeta Padraig Pearse: “Si nuestra acción no es suficiente para ganar la libertad, entonces nuestros hijos la ganarán con una acción mejor”. Y es así. Porque como dijo Andrés Rivera, “la revolución es un sueño eterno.”