Toda obra, cualquier emprendimiento que realice un gobierno con ausencia de una ley fundamental que
esté adecuada a los tiempos y circunstancias sociales, será sólo un maquillaje que encubra el
rostro demacrado y comprometido de tal sociedad. Por eso es menester, antes de considerar la
cuestión de región y trabajo, volver a insistir sobre la necesidad de la reforma constitucional en
Santa Fe.
¿Qué ha sostenido el ministro Antonio Bonfatti respecto de la reticencia del Frente para la
Victoria para abordar el tema de la reforma constitucional? “La verdad es que nos preocupa
–dijo– porque la provincia tiene la Constitución más antigua del país. Acaba de elegir
constituyentes Entre Ríos, que en antigüedad estaba a la par nuestra. La reforma es necesaria, hay
que darle autonomía a los municipios y garantizarle al pueblo de Santa Fe una representatividad que
sea el fiel reflejo del voto popular, y no esto de la mayoría automática. Y esto hoy lo debe
comprender el Partido Justicialista”.
Esta necesidad de la que habla Bonfatti tiene que ver con asegurarle a cada persona un marco
legal en donde se resguarden nuevos derechos y se actualicen los ya existentes sin obviar la
inclusión de nuevos institutos indispensables para la vida moderna y un nuevo orden de cosas.
“Esto no es problema de conveniencia –añade el ministro de Binner– la
Constitución es una cuestión muy superior a la conveniencia de un partido”.
Otra cuestión importante es la división de la provincia por regiones. El funcionario sostiene
que “las regiones existen de por sí. Hay nueve regiones de salud, otras tantas en educación,
19 policiales, de Vialidad, pero no coincide nada con nada. El Estado cuando acciona así, en una
forma tan inorgánica, conspira contra su propio accionar”.
Lo cierto es que el encuentro de los funcionarios de las diversas áreas, en esta provincia y
especialmente en los centros urbanos, ha sido siempre un sueño. Unos divorciados de los otros y,
siempre, dependiente de un poder central que dirigió todo desde un asiento exclusivo y burocrático.
Por otra parte, hay un reclamo de los intendentes y los presidentes de comunas respecto de la
necesidad de funcionar por regiones, pero sin que se los excluya. Por eso a partir del 24 de este
mes todos los ministros y los secretarios de Estado comenzarán una recorrida que se iniciará en
Reconquista. ¿Qué se busca? Abordar en conjunto los problemas y necesidades de cada región.
Como ejemplo de la regionalización, Bonfatti señala que la población de los departamentos San
Javier y Garay desde hace tiempo buscan potenciar su economía, de bajo nivel mediante, el fomento
de turismo. “¿Nosotros que decimos? –se pregunta el ministro–. Si imaginamos un
turismo, habría que pensar qué acciones debería llevar adelante el Estado. Por ejemplo, debería
poner en la entrada y salida de la ruta centros de información turística, adecuar las terminales de
los colegios secundarios para tener la posibilidad de participar en el mercado laboral regional
mediante el conocimiento de especialidades que tienen que ver con el turismo. El Estado debería
vincularse con embajadas y operadores turísticos”.
Por último, la regionalización apunta a tener en cuenta lo socio-institucional, lo físico
ambiental y los económico productivo.
Y hablando de trabajo. Ahora parece que además de un techo de 16,5% de aumento salarial, como
condición para que funcionen las paritarias, éstas no comenzarán en marzo sino a mediados de año.
Se entiende poco como un gobierno nacional popular y progresista no tiene en cuenta las necesidades
de los trabajadores que hacen frente a una inflación que no puede ser disimulada por más que se
quiera. El secretario general de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, Oscar Daniele, señaló
la cuestión de la realidad de los trabajadores.
El empresariado argentino (aun cuando no en todos los casos) nunca ha resignado un poco de la
renta para favorecer a los trabajadores. Dice Daniele: “Esta historia de que el empresariado
no delega parte de la ganancia es histórico. Acá se invierten las cosas, se habla de que una
empresa que puede facturar 1.000 millones al año, pero si en un momento factura 900 no se dice que
se tuvo una rentabilidad de 900, se dice que perdió 100”.
Se habla mucho de recuperación económica, de la renta fiscal, de la bonanza, pero sería bueno
que una exhaustiva investigación diera respuesta al ¿para quién?
Pero, ¿las responsabilidades son sólo del empresariado?
Dice el gremialista: “Cuando las cosas aumentan, se aumenta el costo del producto que
se vende, pero cuando hay una rebaja se mantiene el mismo precio. Jamás se bajó un precio en este
país, salvo los comestibles porque sino se les pudre en la góndola. Y por otro lado está el Estado
que ejerce mucha presión tributaria. Fíjese que todavía tenemos el impuesto al cheque, que tanto se
lo insultó a Cavallo, pero nadie lo saca. ¿Por qué? Porque culturalmente en nuestro país,
obviamente después del gobierno de Juan Domingo Perón, cada uno de los tributos que se fueron
imponiendo, que significaban recaudación para el Estado, no se dejó de ejecutar ninguno, están
todos. Nosotros tenemos leyes impositivas de la dictadura”.
Daniele tiene razón cuando afirma que aquí hay que repensarlo todo. Y tiene razón cuando
sostiene que “el movimiento obrero fuerza permanente una discusión que sea superadora a la
discusión salarial individual de cada organización: la distribución de la renta nacional.
Distribuir la riqueza significa fomentar la industria o la empresa para generar mano de obra y eso
es lo que todos deseamos, porque alguna vez en este país existió el círculo virtuoso de la
economía, fomento del Estado, inversión de los industriales, generación de trabajo, consumo
interno. A eso es a lo que muchos quieren llegar. Este es el tema que se tiene que discutir, no hay
otro”.