Por Alberto Botto - Secretario del Sindicato de Luz y Fuerza y presidente de la Fundación Con la Gente
La situación del país, como consecuencia de la pandemia que afecta a toda la sociedad, sin distinción de otra condición como no sea la vulnerabilidad ante un enemigo invisible, ha merecido la necesaria y auspiciosa conjunción de voluntades en la lucha contra un mal común. Sin dudas que la convicción, la firmeza, el liderazgo y las sensatas medidas adoptadas por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, han contribuido a que la Argentina no deba sufrir los males que lamentablemente debieron afrontar y siguen afrontando otras sociedades.
En este punto, cabe destacar la actitud dialoguista del presidente, quien no solo recurrió a un equipo de expertos entre los que hay epidemiólogos e infectólogos, sino a la comunicación permanente con los gobernadores e integrantes de la oposición. Fernández no ha dudado en estas circunstancias en mostrarse junto a Rodríguez Larreta, Kicilloff, Perotti o Morales. Y las imágenes, ya sea en fotografías o en videos, tienen un significado muy grande para una sociedad que desde hace tiempo bailotea sobre una grieta suicida, como si el presente, y sobre todo el futuro, pudieran asegurarse con la división y el rencor.
Una actitud que también debe ser reconocida en este marco es la del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, quien está en permanente diálogo con intendentes y presidentes comunales, con legisladores y mandatarios de otras provincias y jefes de gobiernos de todos los signos políticos. Lo mismo cabe para el intendente Pablo Javkin.
En este contexto, los últimos mensajes del presidente de la Nación destinados a todos los argentinos, sean oficialistas u opositores, entrañan un contenido claro y sobre cuya certeza no pueden quedar dudas: la situación del país no permite actitudes irresponsables.
Las irresponsabilidades y disparates, para ser sinceros, no solo florecen en la dirigencia política, sino también en muchas personas y no pocos periodistas que se dejan llevar no por la imparcialidad a la hora de calificar acciones, sino por la fuerza de sus ideologías, gustos o intereses. Vale destacar el mensaje del presidente del sábado pasado, cuando claramente dijo, y sin prestarse a confusiones, que en aquellos centros urbanos con poblaciones superiores a los 500 mil habitantes la cuarentena seguía tal como hasta ahora. Fueron innecesarios algunos comentarios periodísticos sobre la alusión cariñosa y afectiva a la salida de los abuelos, niños y adolescentes, como si no estuviera claro que hablaba de aquellos lugares en donde las circunstancias permiten tal flexibilidad. Sin embargo, la mediocridad, cuando no la estupidez y la malicia determinó en algunos casos interpretar "a piacere" el mensaje presidencial.
Nobleza obliga, cuando un periodista le preguntó al vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, si el mensaje del presidente había sido confuso éste respondió con absoluta veracidad y sinceridad: el presidente fue claro, una cosa son los distritos con más de 500 mil habitantes y otra los de menos de esa población.
La situación sirve para remarcar que la Argentina no solo sufre por la pandemia del coronavirus, sino por una epidemia de malaria económica de la cual no se saldrá si las divisiones, grotescas operaciones políticas y especulaciones de otro tipo no se dejan de lado. La verdad es que hay quienes hoy especulan con precios de artículos de suma necesidad, aumentándolos desconsideradamente, tales como alimentos, insumos de la medicina lo que constituye algo indignante.
No se debe descuidar, por otra parte, la necesidad de observar el desarrollo de prácticas y modalidades de trabajo que deben durar lo que dure la pandemia, para resguardar los derechos de los trabajadores. Por caso, esta modalidad de trabajo en casa conocida como "home working" que es necesaria en esta crisis, pero que debe concluir en tanto dure esta crisis, salvo casos excepcionales.
Superar esta crisis sanitaria a la que seguirá una crisis económica mundial, requiere actitudes nobles y necesarias para que nuestros hijos, nuestros nietos y las generaciones futuras no deban sufrir aquello que no merecen.
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