En el año 2018 peligraba la permanencia de un emblema del entretenimiento de la ciudad. Se trataba del Complejo de Cines Monumental, ubicado en la esquina de San Martín y San Luis, el cual enfrentaba la posibilidad de cierre por problemas económicos tras la caída en la venta de entradas.
En medio de esta crisis, su exdueño, Daniel Grecco, conoció a Adrián Ortiz, un joven empresario que residía en Buenos Aires, tenía back en el negocio cinematográfico y le ofreció ayuda para rescatar al espacio.
En ese marco, Ortiz se encargó de buscar inversores para encarar un arduo proceso de reconversión. El objetivo era cambiarle la cara al cine y modernizarlo, al calor de los cambios que lideran las grandes cadenas nacionales e internacionales como Showcase y Cinemark Hoyts. Así, se puso al frente en la dirección de este proyecto y tras una serie de obras nació el Nuevo Monumental, con un nombre que reflejaba la idea de que se venía algo distinto a aquello que habían conocido los rosarinos.
“La primera vez que visité Rosario fue para emprender el rescate del cine. Entré como armador de todos los inversores que confiaron en esta apuesta y como director, sabiendo que si me hacía cargo de su manejo podíamos recuperar el dinero invertido, que fue casi un millón de dólares, y mantener la propuesta a lo largo del tiempo. Reabrimos en la tercera semana de enero del 2019 con una sola sala en funcionamiento. De a poco fuimos habilitando las otras hasta llegar a julio de ese año con siete salas operativas”, contó Ortiz en diálogo con el suplemento Negocios de La Capital.
Una vida entre películas
El empresario comenzó su carrera en el mundo del cine desde muy joven, siguiendo los pasos de su padre que empezó como caramelero a los 11 años y luego fue boletero, operador, hasta llegar a convertirse en gerente de varios cines en Córdoba. Más tarde se mudó a Buenos Aires y se convirtió en el programador del Village, la primera cadena extranjera que llegó al país. Ortiz entró a trabajar con él en ese momento, aprendiendo cómo se manejaban las grandes compañías dentro del sector.
Juntos fundaron Lumiere Films, una oficina dedicada a la programación y asesoramiento de cines independientes, que capacita a quienes se inician en la industria y actualmente gestiona la programación de casi 200 pantallas a nivel nacional. Además, Ortiz, junto a otro socio, creó Celuloide Digital, una empresa que vende equipamiento cinematográfico y representa a varias marcas internacionales, distribuyendo productos en todo el país. “Queríamos que todos los cines tuvieran la posibilidad de digitalizar a mejores valores y con soluciones a medida”, destacó.
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Hall de ingreso al cine Nuevo Monumental, con el sector de boletería y candy bar en la misma área.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital.
Toda esta experiencia lo volvió el candidato idóneo para comandar la reconversión del Monumental en Rosario. Se trataba de un complejo de larga data en Rosario, que, en sus inicios, supo llamarse Café San Martín y proyectar funciones de películas hasta que en el año 1935 inauguró como cine. Luego de varias transformaciones, incorporó tecnología de punta para el año 1997 y se amplió a nueve salas, sumando una sala digital 3D en el 2010. Todas estas innovaciones supieron mantenerlo en el tiempo, adaptándose a distintos contextos, pero el 2018 marcó un quiebre, dando comienzo a una nueva etapa.
Como en las grandes cadenas
Una de las primeras decisiones que Ortiz tomó al hacerse cargo del espacio fue achicar el número de salas de nueve a siete, lo que implicó resignar 150 butacas y quedarse con 1.250 en total. Esto, con el objetivo de ganar espacio en el hall de ingreso para juntar la boletería y el candy bar en un mismo sector. Es que el público de larga data recordará que los tickets antes se adquirían en la parte externa del cine, mientras que a un costado había un pequeño kiosco. Sin embargo, el pochoclo y los vasos de gaseosa se vendían adentro, en el bar del cine, que a su vez expendía comidas rápidas como hamburguesas y papas fritas, lo que llenaba de olor estos productos y hacía que el proceso de compra fuera desprolijo y lento.
Se remodeló el viejo bar y se concesionó el local a dos nuevos socios que instalaron el café Moovi, con una carta más amplia en comidas y bebidas, sumando opciones saludables y no solo las clásicas minutas. Los baños se renovaron desde cero, se cambiaron las butacas por unidades más amplias, acomodadas a modo stadium, de arriba hacia abajo, para una visión óptima, se mejoró la acústica de todas las salas y se compraron cinco nuevos proyectores. En la tienda de afuera del cine se instaló una sucursal de la marca “Más Helados”, con mesas en la peatonal para que el público pudiera complementar su salida con un postre.
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Las ventas de pochoclo y combos de comida y bebida son una parte importante de los ingresos del cine.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital.
“Fue la primera vez que me hice cargo de un complejo de este tamaño, porque yo venía trabajando con Lumiere en complejos más chicos, de una sola pantalla. Lo que me gustó de este lugar fue la mezcla de público y su ubicación, en una zona tan central de Rosario, con alta circulación en la peatonal San Martín y muy buena conectividad con las líneas de colectivo, lo que permitía que llegara gente de muchos barrios de la ciudad. Era el último bastión audiovisual en el microcentro y muy querido por los ciudadanos”, aseguró Ortiz, quien agregó que algo fundamental para el negocio fue ofrecer una entrada accesible, que va de los $3 mil a los $4 mil, casi un 40% más barata que en los cines líderes del país.
La actualidad del cine
La venta de comida es clave en cualquier negocio de este tipo, por eso Ortiz se encargó de agrandar el candy bar sumando golosinas, distintos combos de pochoclo y bebida, además de bandejas de nachos con queso, otra opción muy elegida por el público. También consideró que es clave tener una grilla de películas variadas, sobre todo infantiles porque congregan a toda la familia. De hecho, un caso reciente es la repercusión de Intensamente 2, que fue la segunda película más vista en la historia del cine en Argentina, con más de 6 millones de espectadores, solo detrás de Toy Story 4, con casi siete millones.
“Los estudios con casa matriz en Estados Unidos tienen distribuidoras locales en cada país y nosotros semana a semana vamos negociando qué películas sumamos a la cartelera, cuáles sacamos y cuáles continúan una semana más, de acuerdo con las ventas que logró del jueves que se estrena al domingo. La mayoría se proyectan solo una semana y son pocas las que logran permanecer más tiempo, alcanzando las más taquilleras récord de diez a quince semanas. Todos los años el cine tiene un fenómeno, una producción que supera todas las expectativas y después hay épocas muy favorables, como las vacaciones de invierno, donde las ventas se disparan. Igualmente, este año venimos con una caída en las ventas del 30% en comparación con el primer semestre del año pasado”, consideró Ortiz.
En cuanto a la competencia con las empresas de streaming, señaló que no representan por ahora una amenaza para la continuidad del negocio. “Algunas como Netflix y Amazon tienen estudios propios para generar sus contenidos o comprar contenidos exclusivos a productoras que deciden no estrenar en cines. Pero las producciones más grandes, conocidas como ‘mainstream’, siguen yendo primero a las grandes pantallas y llegan a las plataformas con un retraso de entre 40 a 60 días”, destacó el referente del Nuevo Monumental.
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Adrián Ortiz también fundó Terrorífico, distribuidora de películas especializada en cine de terror.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital.