Lamentablemente, los preadolescentes y adolescentes no cumplen con este requisito de la buena salud. Pero ¿de quién es la culpa?, ¿cómo acostumbrarlos a desayunar bien cuando se niegan?, ¿cómo empezar hoy mismo a introducir cambios?
Para iniciar ese camino hay que saber. Y en ese sentido, el estudio al que accedió Más ofrece datos muy importantes.
La investigación fue realizada entre octubre y diciembre de 2014 y será presentada a fin de mes en el VI Congreso de Alimentos Siglo XXI y la XXXIX Reunión Científica del Capítulo Argentino de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (Caslan), que se desarrollará en Tucumán.
Las autoras seleccionaron una escuela por distrito (centro, norte, noroeste, oeste, sudoeste y sur), eligieron dos cursos al azar de cada escuela y entrevistaron a los alumnos. Los escolares incluidos en el trabajo tenían en ese momento entre 11 y 13 años.
¿Qué querían saber las nutricionistas?: la frecuencia de la realización del desayuno, las causas de la omisión del mismo, si estaban o no acompañados durante esa comida, la calidad del desayuno, la elección de los alimentos y el aporte calórico.
Los resultados mostraron que el 58,8% de los chicos y chicas desayunaba todos los días, el 35% entre una y seis veces por semana, y el 6,5% nunca. Respecto de la calidad del desayuno (en tanto incorporación de frutas, lácteos y cereales) se estableció que en un 61,5% era inadecuada y en un 38,5% adecuada.
El aporte calórico, otro tema central, resultó excesivo en el 50,3% de los casos (el sobrepeso y la obesidad infantil son hoy un problema grande), fue insuficiente en el 39,6%, y suficiente sólo en el 10% restante.
"El 38% dijo que no desayuna porque le falta tiempo. El 27,7% no lo hace por falta de costumbre, el 24,1% porque le cae mal y el 12% porque no le gusta"
"Si bien en el estudio quedó demostrado el alto porcentaje de adolescentes que desayuna (93,5%) el problema real está dado porque la mayoría de esos desayunos son de mala calidad", enfatizaron Valeria Cooper y Marianela Albuerne, licenciadas en nutrición de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel), quienes hicieron este relevamiento como trabajo final de la carrera, dirigidas por la licenciada Mariana Vidal.
El equipo tiene un largo recorrido en esto de analizar cómo se alimentan los chicos de nuestra zona. Desde hace varios años colaboran con la Municipalidad de Rosario —gracias a un programa entre Ucel y la Municipalidad— para mejorar la calidad de la alimentación de los rosarinos. Para eso han visitado ferias barriales y el espacio que ofrece la calle recreativa llevando información y explicando buenos hábitos a la hora de comer. Además, las licenciadas en nutrición son parte de un equipo que trabaja en un jardín de infantes de Puerto General San Martín, donde buscan implementar cambios positivos en los hábitos alimentarios de los niños desde pequeños (un programa que financia la Fundación Bunge y Born).
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Foto: Francisco Guillén / La Capital
Por qué no
Respecto de la omisión del desayuno, las profesionales ahondaron en las causas. En muchos casos las razones por las cuales no se sientan a "tomar la leche" a la mañana son múltiples. Por ejemplo: el 38,6% dijo que no desayunó porque le falta tiempo y/o prefiere dormir; el 27,7% por falta de costumbre; el 24,1% porque le cae mal; el 12% porque no le gusta; el 3,6% porque la familia no desayuna; el 2,4% porque nadie le prepara el desayuno y el 1,2% porque no tiene alimentos disponibles.
La mayoría de los chicos dijo que cuenta con la compañía del papá, la mamá, los hermanos o los abuelos a la hora del desayuno. El 27,8% admitió que desayunan solos.
"Sin dudas lo ideal es que lo hagan acompañados. En la medida de lo posible habría que preparar la mesa, poner un mantel... es decir, que no sea en cualquier parte de la casa y menos a los apurones", manifestó Mariana Vidal, y agregó: "Esto como rutina, pero si por alguna razón algún día hay poco tiempo es preferible que tomen un vaso de leche y coman unas galletitas, antes que nada, que es lo peor".
Respecto al exceso de calorías que consumen los chicos apenas se levantan (recordemos que más del 50% excede las calorías indicadas para esa comida), Valeria Cooper detalló: "Hay muchísimos chicos con obesidad y sobrepeso que están en riesgo de sufrir enfermedades a mediano y largo plazos. La diabetes, los problemas cardiovasculares y la hipertensión están íntimamente ligados al exceso de grasa corporal, por eso hacemos tanto hincapié en la calidad de la alimentación. Si el chico se levanta y se come un paquete de galletitas dulces rellenas, o a media mañana toma gaseosas con un sándwich, ya estará superando los valores recomendados de grasa y azúcar de todo un día".
A modo de ejemplo, dijo que un desayuno clásico de bar que consiste en un café con leche y tres medialunas duplica el aporte de grasa de un día entero.
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Las licenciadas en nutrición Valeria Cooper, Marianela Albuerne y Mariana Vidal.
Opciones
La mayoría de los alumnos que respondieron a la encuesta señalaron que toman chocolatada (65,8%) cuando se levantan. "No está mal, pero lo ideal sería que esa leche sea descremada —no hay necesidad de darles leche entera a los niños y adolescentes— y sin agregado de azúcar", destacó Marianela Albuerne.
Mate con leche, té con leche, yogures y quesos se anotan entre los lácteos con los que se puede contar en un buen desayuno.
Las frutas parecen ser un verdadero problema. Los chicos no las consumen a la mañana (algunos ni siquiera durante el resto del día). Entre los encuestados casi ninguno dijo comer fruta o tomar jugo de fruta al desayunar.
¿Y los cereales? No es raro que uno imagine la caja de copos azucarados cuando dicen "hay que incluir cereales en la dieta". Las nutricionistas aclararon rápidamente este punto. "Cuando se pide que se sumen cereales en la dieta diaria, en este caso en el desayuno, estamos hablando de pan, de galletitas de agua, vainillas , bizcochos, bay biscuits, bizcochuelo, avena, copos de cereales sin azúcar. Todos esos son del grupo cereales", indicaron.
Eso sí, las porciones deberán ser de pequeñas a moderadas si se trata de alfajores, tortas, facturas, y más generosas cuando por ejemplo se incluyen cereales mixtos (por ejemplo esas mezclas que se compran en las dietéticas y tienen variedad de cereales además de pasas de uva o alguna fruta seca).
Por turno
¿Quiénes desayunan peor, los que van a la escuela a la mañana o los que van a la tarde? Este es un aspecto que también abarcó la investigación de las nutricionistas. Los resultados fueron claros: entre los que "nunca desayunan" la mayoría está en el turno mañana posiblemente porque se levantan con el tiempo muy justo o no tienen hambre a esa hora.
"No es raro que el chico diga: ¡ni loco como eso a las siete de la mañana!. Pero todo es cuestión de costumbre... Por supuesto que si hace años que no desayunan como corresponde no pueden empezar de un día para el otro a tomar leche, comer pan de salvado y tomar jugo de naranja porque se van a sentir mal, no lo van a tolerar. La sugerencia es que se comience de a poco, sumando pequeñas cantidades de algunos de los alimentos adecuados. Entonces, con el tiempo, el propio cuerpo les pedirá a la mañana el desayuno", dijeron las autoras del estudio.
La variedad es otro aspecto a tener en cuenta. "Cambiar de opciones durante la semana es bueno. Los argentinos elegimos café con leche y tostadas o medialunas casi como única alternativa. Hay que tener en cuenta que podemos sumar jugos de frutas, un pedazo de queso, panes distintos, infusiones diferentes, mermeladas, dulces caseros... Hay que pensar en esto la noche o el día anterior, eso es lo mejor. Planificar lo que vamos a comer y les vamos a dar a nuestros hijos es sumamente importante desde que comienza el día, y no siempre le otorgamos el valor que tiene en la salud presente y futura", puntualizaron las licenciadas en nutrición.