Laguna del Pescado.— Este paraje rural, ubicado a ambos flancos de la ruta 11 a unos 77
kilómetros de Rosario y a 17 de Victoria en dirección a Gualeguay, encierra decenas de historias
relacionadas con ovnis desde la década del 90, cuando la prensa logró captar misteriosas luces en
el firmamento.
Los pobladores llegaron a naturalizar estos extraños episodios que según
los testimonios se siguen dando cíclicamente, en especial sobre la enigmática laguna homónima,
fuente laboral de pescadores de la zona.
El auge de la difusión periodística del fenómeno ocurrió a partir de
julio de 1991 —si bien los relatos de avistamientos en la zona datan de décadas antes—,
cuando el canal de cable de Victoria tomó imágenes de las luces desde la estancia La Pepita
—ahora La Paloma—, de Beatriz Gonzálvez de Basaldúa. Fue justamente su mucama Norma
quien le hizo notar que cada noche alrededor de las 21 se producía el suceso lumínico.
Repercusión. Pronto la filmación se reprodujo en la TV nacional y trascendió
a nivel internacional. Fue así como cientos de turistas, periodistas y estudiosos del tema se
acercaron para constatar las versiones.
Por ese entonces también se registraron en campos de la zona las famosas
huellas de pasto quemado en forma circular, la mayoría de las veces cercanas a piletas de natación
o tanques australianos que —según sus propietarios— aparecían vacíos de la noche a la
mañana.
Muchos aseguran haber visto que las movedizas luces de colores entraban
y salían de la Laguna del Pescador.
“En el 91, con todo lo que estaba pasando y que se daba cada vez
más, yo pensé que iba a terminar en algo”, expresó Basaldúa, cuya estancia por esos días se
transformó en una especie de centro de estudios del fenómeno ovni y a la vez un paseo turístico
para los curiosos.
Recorrida. María Angélica Brassesco —oriunda de estos lares— y Hugo
Ezpeleta, ex director de una escuela del distrito sirvieron de guías por los estrechos caminos del
paraje.
“Allí, sobre aquel ombú, aparecían las luces rojas”, señaló
la mujer desde el místico cerro donde su madre erigió un santuario a Santa Rita, el cual está
sembrado de pequeñas placas depositadas por los devotos que lo visitan. Desde allí se puede
apreciar el paraje, su topografía, la vegetación que reúne toda la gama de los verdes, la fauna
autóctona, caracterizada por gran variedad de aves y la extensa laguna.
Seguramente el patrimonio arquitectónico y espiritual más importante son
las dos capillas levantadas en honor a Nuestra Señora de la Guardia y en donde además se venera a
Santa Rosa, patrona espiritual de los criollos de estos pagos.
El primer templo fundado en 1899 por inmigrantes italianos conserva
intacta su estructura, aunque su capacidad no bastó para contener a los numerosos fieles que
asistían cuando la población supo alcanzar los quinientos habitantes.
Fue así como en 1942 se inauguró una nueva capilla, contigua a la
anterior, construida con fondos estatales y donaciones de los vecinos, especialmente José Reggiardo
y su esposa Palmira, padres de José Alberto Antonio, el solitario millonario que murió en 1998 en
un accidente aéreo cerca de Paraná.
Su herencia motiva uno de los juicios más famosos de Entre Ríos no sólo
por el oneroso patrimonio en juego sino por los novelescos detalles del caso, que entre sus
protagonistas tiene al hijo no reconocido —confirmado por estudios de ADN— y a la
supuesta hija reconocida que apareció de la nada acreditando una partida de nacimiento, cuya
autenticidad se debate en tribunales.
Los lugareños recuerdan las excentricidades del empresario, que solía
realizar sus diligencias en helicóptero y gustaba viajar a desayunar en Buenos Aires a bordo de su
avión, ése que tanto atemorizaba a quienes transitaban los caminos vecinales cuando
“Beto” —según lo apodaban— hacía vuelos rasantes.
Romerías. Desde sus inicios, la celebración más importante es el día de la Virgen
de la Guardia, el 29 de agosto. Los festejos alusivos de antaño de los que aún se conservan algunas
tradiciones, consistían en una procesión, picnic, carreras cuadreras y juegos como ruleta y
cédulas, entre otras actividades.
“Hay recuerdos lindos de estas romerías y otros de tinte
humorístico, como el de una pelea entre unos pasados de copas que terminaron corriendo al cura y
hasta le cortaron la sotana”, evocó Ezpeleta.
Exodo. Por estos días esta comunidad no supera los 100 habitantes. Quedan los
peones de grandes estancias que conforman el distrito y los miembros más antiguos de algunas
familias originarias, que viven de su pequeña producción de quesos, leche, lana, huevos y pollos.
“El éxodo comenzó hace varios años, cuando los más jóvenes se
fueron a trabajar principalmente a industrias de Santa Fe y Buenos Aires. Sólo queda gente grande y
un indicativo es el cierre de la Escuela Nº 27 por falta de alumnos y la drástica disminución de la
matrícula en la Nº 31, que supo tener más de 50 chicos”, comentó Ezpeleta, quien dirigió este
último establecimiento entre 1967 y 1991.
Para el maestro, que hoy está al frente de la Escuela Nº 13 del paraje
cercano de Rincón de Nogoyá, “Laguna del Pescado tendrá un resurgimiento con el advenimiento
del futuro complejo termal —que funcionará en un predio ubicado a mitad de camino entre
Victoria y esta población— y esto ya se está evidenciando con la construcción de algunas
cabañas turísticas en la zona”, auguró.
Defensora de tradiciones. Para hablar del paraje, Brassesco es la palabra más
habilitada y un emblemático referente de las tradiciones gauchas.
La mujer, que conjuga temperamento y sensibilidad, nació y se crió en
este paraje. “Si habré corrido carreras en petiso con mis hermanos”, repite a cada rato
mientras recorre el campo, y emocionada dice: “No me puedo quejar, Dios me ha dado todo. He
tenido una vida llena de satisfacciones”.
De su madre, heredó la inquietud de hacer tareas comunitarias y de su
padre, la fortaleza, el trabajo, el gusto por la escritura y la pasión por los caballos. Mary
—como todos la llaman— vive en Victoria aunque nunca dejó su querido pueblo, que
presidió por dos períodos consecutivos. Hoy conforma la comisión de la capilla, que desde sus
orígenes lleva la impronta familiar. También fundó la agrupación gaucha “Entrerrianos de a
Caballo”, que tiene unos 20 jinetes. Precisamente, los caballos y las tradiciones
provincianas son los principales temas que aborda en innumerables escritos.
La mística Cruz del Agua. Cuenta la leyenda que hace dos décadas, el lugareño
Francisco Rubín halló en un riacho una cruz de madera grisácea. Tras un tiempo, el hombre notó que
la habían arrojado nuevamente al agua pero se extrañó de que ésta no la arrastraba en su retroceso.
En otra ocasión, Rubín rescató la cruz de las manos de un vecino que intentaba romperla a hachazos
para hacer fuego y que murió al poco tiempo tras una penosa agonía.
Don Francisco la reconstruyó con unos clavos y la amarró con alambre a
un árbol, cerca de la orilla, donde aún se conserva y es objeto de veneración de los paisanos.