Por Marcelo Castaños
Sebastián Suárez Meccia
Florencia Coria y Cristian C. se casaron a fines de 2015 pero no llegaron a tener nunca una convivencia estable. La violencia se instaló desde el primer día y empujó al distanciamiento. Ella alternó residencia en su casas paterna y materna. Pero nunca dejó de verlo, aunque los encuentros solían terminar mal. Tan mal que el último, ocurrido antes de fin de año, terminó con Florencia internada con el 90 por ciento del cuerpo quemado, hasta que murió diez días después. "Tenían una relación tóxica, él la manipulaba todo el tiempo", cuenta hoy la abuela, que nunca consintió esa relación.
El miércoles que pasó, la región se vio conmocionada por la muerte de Florencia, de 27 años, en el Hospital de Emergencia Clemente lvarez, a donde había sido derivada del hospital de Villa Constitución con severas quemaduras. Días antes, el 29 de diciembre, había mantenido una violenta pelea con su esposo, en la calle Mitre 860 de esa ciudad. Al día siguiente del episodio, la Justicia imputó al hombre de 43 años de tentativa de homicidio calificado y femicidio. Pero el juez lo mandó detenido a su casa, donde había ocurrido la tragedia, hasta el 10 de enero. En el medio, joven perdió la vida.
Cuando el miércoles, día de la muerte de Florencia, la policía lo fue a buscar, se había escapado, por lo que se lo declaró en rebeldía y se le libró pedido de captura. Su fuga duró una jornada, ya que fue detenido en Pérez la noche del mismo miércoles, cuando vecinos que lo conocían alertaron a la policía de su presencia en esa ciudad.
Una vez recapturado, Cristian C. fue imputado el sábado por los delitos que se le había achacado al principio, pero ahora con el crimen consumado, y se dictó prisión preventiva por 90 días.
Con sus nietos
Después de días de vértigo y desesperación, Dora Foffani puede darse unos minutos en su casa de barrio Ludueña para hablar de lo que pasó. La casa es una vivienda de clase media, con un jardín externo y un frente con lajas. El living está ocupado por un modular una mesa y un sillón. Allí habla Dora (su primer nombre es Nélida pero odia usarlo).
En otro ambiente de la vivienda está Bautista, de siete años, hijo de Florencia de un primer matrimonio. Es un niño tranquilo y muy educado. La que va y viene todo el tiempo es Narela, de tres, también hija de la mujer fallecida y producto de su relación con el imputado. Corre de un ambiente a otro y juega con Lola, la caniche de la familia. Es curiosa y pregunta "¿quién este señor?", señalando al cronista de LaCapital.
La abuela reconoce que la niña aún no tiene un registro claro de lo que ocurrió, como sí lo tiene el nieto más grande. "Mi papá se quemó", le dice la pequeña a este diario. No nombra a la mamá.
Un día antes de que Cristian C. se profugara, Dora consiguió la custodia de la niña de tres años. La mujer se queja porque la pequeña estuvo con su padre después de la tragedia del 29 de diciembre, siendo que la justicia había dado por acreditado que fue él quien roció con alcohol a su esposa y le prendió fuego, lo que se desprende de la imputación que se le hizo al día siguiente del hecho.
Preso en la casa
En realidad, son varias las cosas que la mujer no puede entender, como que el hombre haya permanecido con prisión preventiva siendo que Florencia tenía el 90 por ciento del cuerpo quemado y que las expectativas de sobrevida eran muy escasas, sino nulas.
"Tengo mucha bronca y mucho dolor a la vez por lo que hizo el juez (Ignacio) Vacca (primera instancia de Villa Constitución), porque en el estado en que se encontraba Florencia mandó al agresor a la casa, y para peor, con la nena", lamenta Dora. Y cuenta que "cuando me dieron la tenencia de la niña, ella estaba en otro lado, y el hijo mayor del hombre salió a amenazarnos".
La abuela comenta que su yerno vivía con el padre y un hermano, de los que "no puedo decir nada porque son buenas personas. La madre también era una santa, y tenía muy buena relación con Florencia, que la cuidó mucho cuando estuvo mal, como nadie la cuidó en esa familia".
"Violento y manipulador"
Dora recuerda que su hija se casó el 16 de diciembre de 2015. "Pero no llegaron a convivir definitivamente, él le pegó el mismo día que se casaron y ella se quedó primero en la casa paterna, después en la mía y en un departamento de calle Bordabehere, aquí en Rosario. No vivió en Villa Constitución, donde él sí residía", rememora.
Sin embargo, reconoce que se seguían viendo, a pesar de que ella le había advertido a su hija de que era una vinculación inconveniente. "Se separaron cuando se casaron, pero nunca se terminaban de separar. l usaba a la hija de rehén, era su trofeo, se la llevaba a Villa Constitución y así presionaba a Florencia. «Vos vas a ser mía o no vas a ser de nadie» le decía. Ella iba a su casa, él le pegaba, y después la llamaba para decirle que la extrañaba, para pedirle que volviera. «Estoy en la esquina esperándote, gordita, tengo un regalito para vos», le decía por teléfono. La llamaba y ella atendía", evoca.
Dora define al imputado como un hombre "violento y manipulador, la manipulaba todo el tiempo". Esto, para la mujer, convirtió a la relación entre ambos en una "relación tóxica. l era un hombre tóxico y tenía medios para manipularla".
A la madre de la víctima le preocupa que Cristian C. haya pedido una cámara Gesell para la pequeña Narela. "Es una niña de apenas tres años, por supuesto que durante todos esos días que la tuvieron le llenaron la cabeza", acusa. Y asegura que la niña "no vio todo lo que pasó".
"Que no haya otra Florencia"
La mujer espera ahora que "se haga justicia". Pero tiene sus dudas: "Sí, ahora este hombre está con prisión preventiva, pero dictada por otro juez, yo lo que quiero es que en el futuro se actúe como se tiene que actuar", dice, y asegura que la primera mujer del imputado, con quien tuvo cuatro hijos, le confió que ella también era víctima de maltratos.
Y saca a colación el caso de una chica de Villa Constitución que denunció maltrato y agresiones sexuales del ahora imputado, quien le habría dicho "te voy a violar y te voy a matar", según el testimonio de la joven.
Dora atraviesa estos días con mucho dolor, pero también "con la enorme contención de las chicas", en referencia al colectivo Mujeres de Negro, que la acompañó todo el tiempo y hasta le gestionó una custodia móvil que pasa por la puerta de su casa, y "con la prensa, que me escuchó todos estos días. No quiero que haya más una Florencia", remata.
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