El sacerdote casildense Eugenio Segundo Zitelli, quien estaba a punto de ser juzgado por delitos de lesa humanidad en el marco del aún postergado inicio y desarrollo de la tercera parte de la megacausa "Feced", falleció ayer a los 85 años en Rosario. Su deceso invalida la posibilidad de que rinda cuentas ante los Tribunales federales de Rosario por una serie cargos de los que también están acusados trece ex policías santafesinos.
Zitelli, quien había nacido el 17 de junio de 1932 y fue ordenado sacerdote el 23 de mayo de 1959, se hubiese convertido, de no haber fallecido, en el segundo cura católico del país en ser llevado a juicio, luego del también ex capellán de La Plata, Christian von Wernich, quien ya fue condenado.
La noticia corrió como reguero de pólvora en la ciudad cabecera del departamento Caseros donde el religioso se desempeñó durante años como párroco de la iglesia San Pedro hasta su alejamiento ya definitivo con el cargo de monseñor que le otorgó el por entonces arzobispo de Rosario, Eduardo Miras, pese a los fuertes cuestionamientos que pesaban en su contra por parte de organismos de derechos humanos.
Los restos del religioso, que fue capellán de la policía de Rosario en la última dictadura cívico-militar, fueron velados en la Capilla de los Siervas de Jesús de Rosario y trasladados en la tarde de ayer al cementerio San Salvador de Casilda para ser inhumados luego de un responso religioso.
Zitelli estaba sindicado por sobrevivientes del terrorismo de Estado de participar en sesiones de torturas aplicadas a detenidos-desaparecidos, además de otras imputaciones que derivaron en su procesamiento por los delitos de privaciones ilegales de la libertad agravadas y asociación ilícita en perjuicio de 14 víctimas, entre otros.
El inicio del juicio estaba previsto para el 15 de marzo, pero por diferentes pasos procesales se fue postergando al punto de que ya no hay margen para remediar dilaciones ante la muerte del sacerdote que muchos esperaban ver sentado en el banquillo de los acusados y defenderse a la espera del fallo judicial, algo que le fue vedada a los 30 mil desaparecidos que dejó como saldo la sangrienta dictadura.
En el acto por el Día de la Memoria desarrollado hace una semana en la Plaza de los Mástiles de Casilda al cumplirse 42 de años del golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976 organismos de derechos humanos locales así como organizaciones sociales y diferentes fuerzas políticas no sólo repudiaron el accionar de Zitelli sino que pidieron "juicio, castigo y cárcel común", ignorando que días más tarde su sorpresiva muerte pondría punto final al reclamo.
La abogada de organismos de derechos humanos Gabriela Durruty lamentó lo sucedido al sostener en declaraciones formuladas a Radio Casilda que Zitelli "muere impune" porque la Justicia "no estuvo a la altura de la circunstancias para dar la posibilidad de defenderse, pero fundamentalmente ventilar en el juicio todas las acusaciones que estamos convencidos hubiesen recaído en una condena ejemplar".
Similares opiniones fueron vertidas en la página de Facebook del grupo casildense Unidos por la Memoria y Ante el Olvido (Umano), que hace años se atrevió a romper el silencio para denunciar públicamente el papel que jugó Zitelli en la última dictadura militar. Y lo hizo cuando el sacerdote aún gozaba de "poder" y hasta era convocado por autoridades municipales de Casilda para bendecir la inauguración de obras.
"Justicia lenta no es justicia"
"Lamento mucho su muerte, lo lamento porque debía sentarse en el banquillo de los acusados por delitos de lesa humanidad y nunca lo hizo", expresó una de las militantes de la organización, Sandra Michelón.
También sumó su opinión una de las referentes de la Comisión por la Memoria de Casilda, María Elena Miloslavich, al sostener que el "ex cura párroco de Casilda y capellán en el centro clandestino de detención el Pozo, de Rosario, se llevó secretos que hubiesen ayudado a muchas familias. Lamento profundamente —añadió— no haber podido declarar como testigo sobre cómo lo vi a Eduardo Bracachini —una de las víctimas casildendes de la dictadura—, y cómo nos amenazó (Zitelli) en el Congreso Pedagógico Nacional, lo que le dijo al padre (Santiago) Maguire, y muchas otras iniquidades de quien hoy partió. Por eso la justicia lenta, no es justicia".
Pasó tiempo para que Zitelli perdiera la importancia que llegó a tener en la comunidad casildense al ser durante años el principal representante de la Iglesia local, pese a testimonios de víctimas de la dictadura y el arduo trabaja llevado casi en soledad por organismos de derechos humanos para sacarle el velo.
Lo prueba más elocuente de su influencia fue en el acto oficial por el Bicentenario de la Patria donde el "padre Eugenio", como le decían, compartió el palco con autoridades políticas y representantes de instituciones locales, lo que generó, como dio cuenta en su momento LaCapital, el repudio de organizaciones de derechos humanos que finalmente lograron desnudar la otra cara del hombre que seguía oficiando misas y bautizando con la misma impunidad con la que parece haber partido de este mundo.
Claro que también un sector de la sociedad casildense difiere con la mirada acusatoria hacia Zitelli. Y ayer quedó demostrado cuando familiares, allegados y feligreses de le dieron su ultimo adiós en el cementerio local al participar del responso desarrollado en la capilla del cementerio local y al que invitó la Parroquia San Pedro que manifestó, también a través la redes sociales, su "profundo pesar" por lo ocurrido.