En un paso histórico para la memoria colectiva, la Cámara de Senadores de la provincia de Santa Fe sancionó una ley que convalida el decreto del exgobernador Omar Perotti, aceptando la donación de la quinta La Calamita. Este inmueble, ubicado en Granadero Baigorria, funcionó como un centro clandestino de detención durante la dictadura militar entre 1976 y 1978. La casona, que alguna vez fue un casco de estancia y luego un lugar recreativo, se convirtió en un sitio de horror donde cientos de personas fueron torturadas y desaparecidas, según entidades de derechos humanos y gobiernos provinciales.
La Quinta La Calamita ocupa una extensión de diez hectáreas y fue uno de los cinco centros clandestinos del circuito represivo del Batallón de Inteligencia 121 de Rosario. Durante los años de plomo, se estima que al menos un centenar de personas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas en este lugar.
Entre las víctimas hubo embarazadas cuyo destino y el de sus bebés nacidos en cautiverio siguen siendo investigados en causas judiciales reabiertas a partir de la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida.
De la expropiación a la donación
El proceso para convertir la quinta La Calamita en un museo de la memoria comenzó hace casi una década, cuando el entonces gobernador Antonio Bonfatti inició un proyecto de expropiación. Sin embargo, la donación del predio por parte de un particular al Estado provincial, aceptada por Perotti mediante el decreto 1211/23, aceleró el proceso.
Este decreto también dispuso la construcción del museo en el lugar. La ley sancionada esta semana por la Legislatura deja sin efecto el proceso de expropiación y ratifica la donación, unificando el apoyo de todas las fuerzas políticas.
La casona de campo, construida alrededor de 1920, tiene un valor patrimonial significativo para la historia de Granadero Baigorria. Originalmente, el inmueble perteneció al inmigrante español Juan Sala, quien lo transformó en una próspera estancia. Posteriormente, pasó por varias manos hasta que en 1975 fue alquilado al II Cuerpo del Ejército, que lo utilizó como centro clandestino de detención debido a su ubicación estratégica en una zona rural y despoblada.
La recuperación
El predio, que también albergó una fábrica de cloro y otras actividades industriales después de la dictadura, sufrió un importante deterioro con el paso del tiempo. La lucha por su recuperación comenzó en 2003 con movilizaciones de militantes y agrupaciones de derechos humanos, y se intensificó en 2005 cuando la Legislatura provincial sancionó una ley de expropiación que finalmente no se concretó.
“Necesitamos preservar estos sitios para que las futuras generaciones comprendan la magnitud de lo ocurrido”, expresó oportunamente Perotti. Sus predecesores, en el Ejecutivo provincial, como Miguel Lifschitz también ocuparon un lugar protagónico a la hora de tramitar la expropiación del predio en cuestión.
La construcción del museo en la quinta La Calamita representará un paso crucial para mantener viva la memoria de las atrocidades cometidas durante la dictadura y para honrar a las víctimas de ese oscuro período de la historia argentina.
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Esta fotografía fue tomada el 6 de enero de 1984 en una dependencia del predio de La Calamita.
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