Por Carina Bazzoni
Marcelo Rubén Bustamante
El encuentro se desarrolló ayer en el marco de la discusión sobre la nueva ordenanza de nocturnidad (ver aparte), que llegaría al recinto la semana próxima.
La norma fija los parámetros que deberán cumplir los locales de diversión nocturna para su habilitación, funcionamiento e inspección, con el objetivo de "fijar reglas claras" para la actividad de estos locales.
Y, sobre todo, garantizar un equilibrio entre la existencia de variados espacios de entretenimiento y la tranquilidad de los vecinos de aquellos barrios donde se instalen estos emprendimientos.
La realidad que pintaron los habitantes de Pichincha, uno de los barrios más poblado de bares, cervecerías y boliches, advirtió sobre los problemas que plantea esta convivencia.
En primera persona
"Vivir en Pichincha es una pesadilla", advirtió, sin medias tintas, José María Parera, un vecino que llegó a la zona de Jujuy y Alvear hace 30 años y puede describir con holgura la evolución que tuvo ese barrio de casas bajas y calles tranquilas.
En los últimos años, advirtió, la actividad nocturna no sólo se restringe a los fines de semana. "Hay baile todos los días", apuntó y señaló que "tanto el alto nivel de música de los locales como el movimiento de coches y personas en la puerta de los boliches, perturban la tranquilidad" de quienes viven en el barrio.
"Ya no podemos dormir, ya no podemos salir de noche", aseguró.
Sin control
El proyecto de ordenanza de nocturnidad que se discute en el concejo prevé, entre otras cosas, que los bares y restaurantes con amenización musical puedan contar con una pista de baile, situación que no estaba contemplada en la ordenanza actual.
Ese punto movilizó a quienes viven en Pichincha. "Actualmente en la zona no hay ningún control. Llamamos a la GUM y nos dicen que no pueden hacer nada, llamamos al 911 y nos contestan lo mismo", explicaron frente a los concejales y manifestaron su temor ante "la posibilidad de que la nueva ordenanza aumente todo este descalabro".
La presidenta de la comisión de Gobierno, María Eugenia Schmuck, fue la encargada de explicar los alcances de la ordenanza para la habilitación de locales nocturnos que se discute actualmente y, sobre todo, remarcó que uno de los objetivos de la norma es facilitar el control de estos espacios.
"Los vecinos nos plantearon cómo se ve modificada su vida por la gran cantidad de locales gastronómicos que existen en la zona. Nosotros nos comprometimos a garantizar las condiciones de insonorización e infraestructura de estos negocios para, justamente, evitar estos problemas", apuntó la concejala del radicalismo.
La actual ordenanza de nocturnidad, la Nº 7.218, fue aprobada en el Concejo 1996 y, aunque fue modificada en 2001, tanto funcionarios como concejales y empresarios advierten sobre la necesidad de "aggiornarla", ya que quedó completamente desactualizada para abordar la actualidad de la noche.
Los primeros proyectos para reformar integralmente la norma ya cumplieron cinco años. Por entonces, ya se advertía que los hábitos y dinámicas de la diversión de adolescentes, jóvenes y adultos había variado notablemente respecto al 2001; lo que hacía necesario normas que abarquen el complejo menú de opciones de la noche actual.