Sus 20 cuadras fueron las preferidas de la aristocracia de finales de 1800 para construir sus mansiones y las largas palmeras de su cantero central fueron testigo tanto de desfiles oficiales como de los más paganos festejos de carnaval. Menos burgués y mucho más caótico en su circulación, el bulevar Oroño actual busca recuperar la estampa de ese tiempo perdido: el fin de semana pasado se concluyó la renovación paisajística de su cantero central, que sumó unas 50 especies de árboles, siguiendo el diseño de como fueron plantados hace un siglo y medio, cuando se inauguró el paseo.
Una grúa y varios operarios tuvieron a su cargo la colocación de las últimas nueve palmeras, en las cuadras del bulevar más cercanas al río. La tarea que pasó desapercibida para quienes aprovecharon el sábado previo a las elecciones generales para pasear por la costa central. La tarea fue el epílogo de una obra que se extendió desde Montevideo hasta avenida Estanislao López con el objetivo de devolver sombra y frescura al aristocrático paseo rosarino y que incluyó la renovación de la cartelería que evoca a varias de sus casonas históricas, ya demolidas.
La tradicional avenida ajardinada no siempre se llamó Oroño, ni estuvo sembrada de edificios de vivienda, instituciones médicas y educativas. Cuando se inauguró, allá por 1868, se lo denominó bulevar Santafesino. Su construcción fue parte de un programa puesto en marcha por las incipientes autoridades comunales para mejorar el trazado urbano. El plan también incluyó la apertura de bulevar Argentino, actualmente avenida Pellegrini. Por entonces, Rosario tenía unos 23 mil habitantes y las familias más tradicionales encontraron en la nueva arteria, de apenas 18 cuadras que conducían al río, el mejor lugar para construir sus mansiones.
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Los trabajos que concluyeron este fin de semana, tienen en su origen la intención de recuperar algo de ese paisaje. "Sin duda, es una de las intervenciones más importantes que tuvo el bulevar en los últimos años", asegura el secretario de Ambiente y Espacio Público, Nicolás Mijich, mientras repasa los trabajos que, pandemia mediante, se desarrollaron en los últimos cuatro años.
Repasando los números, a lo largo de las 20 cuadras del bulevar, se repusieron 50 árboles; más de la mitad fueron palmeras, pero también cedros, magnolias, pinus canariensis y araucarias. También se plantaron unos 9.200 arbustos y se sembraron 4.600 metros cuadrados de césped, para lo cual se cambió la superficie del suelo vegetal existente por un mejorado de tierra de campo, abono animal estacionado, material orgánico vegetal y perlita.
Además, se construyó un sistema de riego mediante perforaciones, para evitar el uso de agua potable, con la posibilidad de regar por aspersión, por goteo y también manual, y también se colocaron sensores de precipitaciones en todas las cuadras para evitar que el sistema de encienda los días de lluvia.
Y se renovaron los atriles que sostienen las imágenes conocidas como "Romántica del bulevar", que exhiben fotografías de las mansiones que sucumbieron frente al avance inmobiliario que experimentó la ciudad en la década del 90. También se reacondicionaron las veredas de los canteros y se repararon bancos y mobiliario urbano.
Un diseño original
Pero la puesta en valor de Oroño encierra otros secretos más allá de las cifras. El trabajo paisajístico fue realizado siguiendo el diseño que originalmente tuvo el paseo. La primera inquietud llegó de la mano del arquitecto Edmundo Poggio quien se encargó de relevar, especie por especie, la plantación del bulevar.
Con esta información hizo un croquis a mano alzada donde identificó con distintos colores cada uno de los árboles y, entonces, descubrió que los ejemplares estaban plantados en espejo, cuadra por cuadra. Es decir, si una de las esquinas del cantero finalizaba con una magnolia, la misma especie estaba presente en la cuadra siguiente.
El profesional presentó el esquema a los funcionarios de la Secretaría de Ambiente quienes se encargaron de contrastarlo con imágenes originales del bulevar y pusieron manos a la obra para la recuperación de la imagen del paseo.
Siguiendo este objetivo, no sólo se repusieron especies de palmeras que se habían secado, sino también otros ejemplares que se plantaron en marzo. En cambio las palmeras fenix, washingtonia, pindó, butia capitata y butia yatay empezaron a colocarse recién avanzada la primavera.
A diferencia de otros árboles, las palmeras se trasplantan en verano ya que necesitan calor y, para favorecer su enraizamiento, se colocó maíz en la base ya que la fermentación del cereal garantiza la temperatura adecuada para el desarrollo de las raíces.
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Una obra con idas y vueltas
A fines de diciembre pasado, la intendencia publicó la licitación pública para completar la renovación del bulevar Oroño. En ese momento los trabajos fueron presupuestados en unos 65 millones de pesos, pero el crecimiento de la inflación obligó varias veces a recalcularlo.
El plan de revitalización de la zona más aristocrática de la ciudad había comenzado durante la gestión de Mónica Fein. Las obras estaban en manos de la firma Triagro, pero quedaron a mitad de camino. En el año 2019, la colocación de césped y plantas a lo largo del bulevar se había realizado entre las calles Montevideo y Catamarca, dejando sin intervención las cuadras que bajan hasta el río Paraná. Por entonces, el municipio dispuso suspender las obras.
La pandemia de coronavirus obligó después a destinar el grueso de la inversión municipal en la atención de la salud y las tareas de asistencia social para contener el impacto de la crisis sanitaria en la población más vulnerable. Recién en agosto de 2021, cuando se empezó a disfrutar de la "nueva normalidad", el municipio anunció un plan de obras por 6 mil millones de pesos, que incluía el completamiento del bulevar Oroño.
Un año y medio después se puso en marcha una nueva licitación que no sólo incluyó los trabajos de puesta en valor del tramo de seis cuadras que no habían sido intervenidas, desde Catamarca a la avenida Estanislao López) y el completamiento de especies de palmeras y otros árboles en toda la extensión del bulevar.
La licitación fue realizada por la empresa pública Servicio Urbano de Mantenimiento Ambiental (Sumar). Si bien la firma es responsable de la gestión de residuos en el centro, avenidas y barrios Fonavi, tiene amplias facultades para contratar tareas en el espacio público.
Las tareas quedaron en manos de la firma Mantelectric. En Rosario, el nombre de la firma es conocido porque se hace cargo del mantenimiento de los semáforos. Sin embargo, en la ciudad de Buenos Aires es una de las contratistas más importantes en el área de servicios urbanos. Tiene a su cargo el alumbrado de gran parte de la ciudad, la iluminación ornamental de edificios emblemáticos como el teatro Colón, el mantenimiento del arbolado, cuidado de espacios verdes, destape sumideros y obras en hospitales porteños.