Cuando se decide agrandar la familia, padres y madres deben contemplar múltiples variables. La economía del hogar, la situación habitacional, el entramado familiar y factores de salud. Este último de gran relevancia desde antes de la concepción. Una buena alimentación de la persona gestante es fundamental para el correcto desarrollo de los bebés y así evitar la malnutrición, una problemática que crece en los consultorios pediátricos.
El reciente anuario de Población y Estadísticas Vitales 2023 de Rosario que elabora el propio municipio de Rosario indicó un alto crecimiento porcentual en nacimientos de peso bajo, muy baja o extremadamente bajo. Unos 263 nacimientos se registraron con muy bajo peso, el número más alto de los últimos 14 años. Cabe destacar que el pasado año fue la temporada con menos nacimientos en la ciudad desde 2010 con 17.215 nuevos rosarinos. Si bien los números, en porcentajes, no remiten inconvenientes en el sistema de la salud, los profesionales se mantienen alerta ante el crecimiento de malos hábitos alimenticios.
En diálogo con La Capital, la pediatra Mariana Lanzotti (Mat. 11479) entendió a la malnutrición pediátrica como una deuda “multifactorial” y frente a este panorama destacó políticas públicas en torno a la gestación, como el programa Mil Días, en la nutrición de una persona gestante. La alimentación antes del momento concreto en que se decide gestar es otra de las recomendaciones para un buen desarrollo del embarazo, sumado a la eliminación de agentes nocivos como tabaco y alcohol. “El cuidado de la alimentación del lactante comienza desde la concepción y se extiende hasta los dos primeros años”, aseguró la profesional.
Una correcta alimentación en este periodo es una ventana de oportunidades para los hábitos alimenticios de los menores y como consecuencia se reducen las posibilidades de contraer dislipidemia, hipertensión arterial, enfermedades vascular cerebral y cardíaca y diabetes tipo 2 en la adultez, entre otras. “Una malnutrición oculta, es decir, falta de hierro, podría ser una anemia en un niño”, sentenció la pediatra. Ante este panorama, las suplementaciones del mineral esencial para producir hemoglobina, y el agregado de vitamina D, cada vez son más comunes entre las indicaciones en los consultorios. “Una buena base, es el futuro del chico”, agregó.
Los niños sufren la crisis
Según datos del Indec, en el primer semestre de 2024, el 66,1% de los menores de 14 años están por debajo de la línea de pobreza. Lanzotti manifestó lo imperioso de encontrarse con políticas públicas, locales, regionales o nacionales, que potencien una buena alimentación.
“Hoy se engloba todo en una malnutrición, que incluye el sobrepeso y la obesidad, la gran pandemia a nivel mundial”, sentenció la profesional. Otras afecciones de una malnutrición pueden ser la emaciación (pérdida involuntaria de más del 10% del peso corporal), la falta de micronutrientes como zinc y algunas vitaminas, todas prevenibles con un adecuado control durante el embarazo.
Cambio de problemática
La real preocupación del ámbito pediátrico está relacionada en el sobrepeso y la obesidad en niños, relegando a los problemas por poco peso. El inicio del Siglo XXI fue un antes y un después para la alimentación de los menores. Los nacimientos por encima del peso normal y las consecuencias en los primeros años de vida alertaron a los especialistas.
El Instituto de Investigación Social, Económica y Política (Isepci) realiza año tras año evaluaciones sobre talla y peso en menores de edad a nivel nacional. Según los datos de 2023, el 27,7% de los niños entre 2 y 6 años tienen sobrepeso u obesidad, mientras que de 0 a 2 años es del 22,1%. Coincidiendo con el análisis de Lanziotti, el 5,6% de los niños del primer grupo sufre bajo peso o riesgo de bajo peso, en tanto, el 9,4% tiene bajo peso o riesgo de bajo peso en el segundo grupo. A mediados de octubre, Isepci comenzó con el relevamiento 2024.
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El porqué
La abundancia de alimentos multiprocesados atenta contra la salud de los más chicos: “En los detalles, los merenderos comunitarios son a base de hidrato de carbono, con poca fruta. En los comedores ves poca verdura porque lo barato es la polenta y el fideo. Además, los pequeños rechazan comer verde y buscan todo blanco, se le suman el exceso de gaseosa, jugos artificiales y snacks”, manifestó con preocupación Lanzotti, para rápidamente arremeter: “Un cumpleaños infantil es una bomba de sodio y ultraprocesados”.
Sobre este punto hizo especial hincapié al hablar de la conformación de la familia. El rol de los abuelos fue mutando con el paso del tiempo y las “pastas de la nona” se perdieron en el imaginario colectivo. “Hoy hay una tendencia a comprar comida, muchas veces lleva a tener carencias nutricionales”, aseguró.
Los tiempos de la vida cotidiana muchas veces atentan contra el objetivo de una alimentación saludable. El papel en el hogar de padres y madres se corrieron de la rigidez. Los hombres cocinan más y las pediatras redactan una receta tras otras. ¿El fin? Generar hábitos saludables para combatir la malnutrición.
El diálogo del profesional con la familia es un punto neurálgico en este sentido y ofrecer detalles de cómo cocinar para llevar alimentos saludables es “educar sin importar el estrato social”.
Según la pediatra, “los sectores con niveles socioeconómicos medios altos tienen una tendencia a revertir” los malos hábitos, en el camino quedan cuando el poder adquisitivo es más bajo “por una cuestión de costo”. Aunque en muchos casos una fruta pueda tener un precio similar a la de un alfajor, “para el chico es el dulce más agradable”.