El día que la echaron de su casa y quedó en la calle con su beba de un año y tres meses, sin más que lo puesto, Georgina fue detenida. Ocurrió hace poco más de un año, cuando vecinos de las cuatro plazas de Provincias Unidas y Mendoza la escucharon gritar que le había dado alcohol con calmantes a su hija. La acusaron de un intento de homicidio, estuvo nueve meses presa y otros cuatro en prisión domiciliaria. Esa intervención penal terminó ayer: una junta médica dictaminó que no fue capaz de comprender lo que hacía y un juez le otorgó el sobreseimiento. "Quiero conseguir un trabajo y recuperar a mi hija", dijo la joven de 20 años cuando le quitaron la tobillera electrónica y se fue caminando del Centro de Justicia Penal, en libertad.
El sobreseimiento de Georgina O. fue solicitado de común acuerdo por su defensor y un fiscal en una audiencia en la que expusieron representantes de organismos estatales que trabajaron en el caso. Con la causa penal cerrada, continúa el trámite civil en un juzgado de Familia que monitorea la situación de la nena. La chiquita vive con una tía abuela que ya no puede cuidarla, por lo que se evalúa alojarla en una institución. Para todos los operadores la mejor opción es que vuelva con su mamá, con quien se encuentra los martes en una sala de Tribunales.
El caso evidenció un drama social desde el primer minuto. Georgina fue detenida el 9 de septiembre del año pasado. Esa tarde de sábado, alrededor de las 17, vecinos de las cuatro plazas llamaron a la policía al advertir que la niña había ingerido pastillas y alcohol cuando estaba con su mamá en la plaza Eloy Palacios. Contaron que la joven gritaba desencajada cosas como "ella tiene que morir y por eso la empastillé con Rivotril" y que quería regalar a la nena. Una mujer vio que le daba a la beba una pastilla y reaccionó: la tomó en sus brazos y la hizo vomitar. En el Hospital Vilela le realizaron un lavaje de estómago y quedó fuera de peligro.
Para su madre comenzaba el derrotero penal. Tres días después, en una audiencia, contó sin dejar de llorar una historia de abandono y desamparo. Dijo que la habían echado de su casa en la zona noroeste. Entonces compró Clonazepam y vino espumante y fue a la plaza a tomarlos: "Ese día me habían echado de mi casa con la nena, me había peleado con toda mi familia, me enteré que mi hermano está enfermo. Compré pastillas, me compré un vino y a la nena masitas y un jugo, y me la llevé. Iba caminando, me tomé una pastilla, el vino y de ahí quedé perdida. No me acuerdo nada de lo que pasó en la plaza, ni que le pegué ni que la quise regalar, solamente cuando me llevó la policía".
Quedó presa por tentativa de homicidio calificado. En junio pasado obtuvo la prisión domiciliaria en la casa de una amiga que ayer la acompañó a la última audiencia penal, donde el defensor Darío Pangrazi solicitó el sobreseimiento. Lo planteó a raíz del resultado de una junta especial de salud mental. Ese examen arrojó que la joven no pudo comprender sus actos por estar bajo el efecto de alcohol y pastillas con "una marcada desesperación".
Debilidad
A estos argumentos, el fiscal Luis Schiappa Pietra le añadió el "débil contexto probatorio" del caso. Todo ocurrió a plena luz del día, delante de otras personas y no se pudo determinar qué sustancia había ingerido la nena ni en qué graduación, es decir que ningún elemento parece sustentar un "supuesto dolo homicida". "Ella estaba pasando por una situación de crisis", remarcó, y planteó que no puede desconocerse ese contexto en el abordaje del caso.
Luego expusieron los operadores sociales. Martín Fernández, del área legal de la Dirección de Niñez, informó que se evalúa un alojamiento momentáneo de la nena en un centro residencial y precisó que sobre la madre no pesa ninguna restricción de acercamiento.
Carla Martín, del equipo de Niñez, contó que la nena está bien cuidada y describió el primer encuentro con su madre en Tribunales: "La nena reconoció a su mamá, se abrazaron, estuvieron juntas. Fue un momento ameno".
Gabriela Sosa, titular de la Subsecretaría de Políticas de Género de la provincia, habló sobre el contexto de vulnerabilidad y privación de derechos en el que se encontraba Georgina. "Su accionar estuvo condicionado por una situación de violencia de género simbólica, institucional y de fragmentación afectiva", evaluó, y recomendó la revinculación de la joven con su hija.
Lo mismo aconsejó Daniela Molineris, de la Defensoría Provincial de Niños, Niñas y Adolescentes: "Apostamos a que pueda volver con su mamá, es imperioso resolver la situación". Tras escuchar todas esas voces el juez José Luis Suárez dictó el sobreseimiento de la joven por ser inimputable al momento del hecho y ordenó que se remita un video de la audiencia al juzgado de Familia.
Dictamen
Esta junta especial entiende que al momento del hecho Georgina se encontraba en situación de calle, sola, en abandono y a la deriva. A cargo de una bebé cuya inscripción simbólica como hija aún no se había producido, bajo los efectos del alcohol y una dosis considerable de ansiolíticos que podrían haber afectado la dirección de su conducta. Es factible que esta conjunción haya favorecido un estado anímico caracterizado por una gran impulsividad, descontrol y marcada desesperación”, concluyó la junta interdisciplinaria que evaluó a Georgina O.
Alicia Travesani, una médica psiquiátrica que integró la junta con una abogada y una psicóloga, precisó en la audiencia que las entrevistas se realizaron en enero y abril pasados. Entonces Georgina “no tenía una afectación psíquica, salvo un estado anímico de tristeza” como resultado de su detención y la separación de su hija, a quien aún amamantaba cuando fue detenida. La profesional remarcó la “situación traumática” que supone para cualquier mujer el embarazo y el primer año de vida del bebé, momentos en los que necesita “un acompañamiento, un sostén” que la chica no tuvo. “La afectividad y conexión con su hija están presentes”, puntualizó.