Por Carina Bazzoni
Mariela Bozzo vivía en el 9º F del edificio de calle Salta 2141. Trabajaba en una empresa privada y de noche estudiaba en la facultad. Llegaba todos los días a su departamento a las 23 y ya estaba cansada de que se le apagara el calefactor o las hornallas de la cocina. Por eso, el 24 de julio de 2013 decidió llamar al número de urgencias de Litoral Gas, el único que funcionaba en la boleta, para denunciar las fallas del servicio. Al día siguiente, cuando llegó a su casa, encontró un cartel en el ascensor del edificio que informaba que la empresa había cortado el gas. Malhumorada, volvió a llamar a la empresa y del otro lado del teléfono encontró una explicación al corte y casi un presagio: "Señorita, ¿entiende que se detectó una fuga y que ese edificio puede explotar?", le indicaron.
La conversación fue narrada ayer por Bozzo, quien no ahorró detalles, en la tercera audiencia del juicio oral para establecer las responsabilidades penales por el siniestro que causó 22 muertes y dejó a unas 60 personas heridas. Durante la jornada declararon cinco testigos que relataron lo sucedido en los días previos a la tragedia. Además pidieron hacer uso de la palabra el gasista Carlos García, quien trabajaba en el regulador el día de la tragedia, y la gerenta técnica de Litoral Gas, Viviana Leegstra, dos de los once procesados por estrago culposo agravado por las muertes.
El 6 de agosto de 2013, a las 9.40, Bozzo no estaba en su departamento. Una amiga que de casualidad pasaba por la esquina de su casa la llamó al celular después de ver la explosión. Cuando terminó la conversación salió hacia su domicilio y, todavía incrédula, vio como la torre que habitaba había desaparecido. "Me costó bastante superar la situación, como a todos creo. Pero peor fue seguro para los familiares de las víctimas, a ellos les arruinaron la vida", dijo.
Vecinos enojados
El testimonio de la mujer hacía pensar al siniestro como la crónica de un final anunciado. Al otro día de llamar a Litoral Gas para contar lo que sucedía en su departamento, recordó, desde la empresa volvieron a comunicarse a su celular. "Ahí me explicaron que si el problema era el regulador que estaba en la entrada, el arreglo le correspondía a la administración. Como yo no estaba en mi casa, me pidieron que volviera a llamar cuando llegara", apuntó.
Esa tarde, cuando regresó al departamento se encontró con el cartel colocado por el portero que explicaba que se había cortado el gas. "Hablé con el y me dijo que la administración ya sabía que yo había denunciado la fuga y que todos estaban muy enojados conmigo", recordó la mujer que inmediatamente decidió volver a llamar a Litoral Gas, esta vez a un 0800 "del área comercial".
Allí se encontró con la explicación de que la inspección había hallado una fuga. "¿Entiende que el edificio puede explotar?", le dijo la empleada de Litoral Gas ante su queja y le explicó que el inconveniente estaba en el regulador, y que además se tenía que hacer una obra en la vereda (ver aparte).
Dos días después de que Bozzo hiciera su reclamo en la empresa, cuando volvió a su casa encontró a un gasista trabajando en el gabinete que está en la puerta del edificio. Se quedó hablando con algunos vecinos y, en ese interín, escuchó al técnico "que decía algo así como «esto está todo atado con alambre»", apuntó. Otra mujer que declaró ayer, Florencia Batilana, que vivía en el 7º D del edificio, escuchó más o menos lo mismo. Dijo que advirtió que los caños del gabinete estaban oxidados y que el gasista había dicho que "estaba todo hecho mierda".
Aún así, cuando el técnico terminó su tarea, continuó Bozzo, "llamamos desde mi teléfono a Litoral Gas, el pasó su numero de matrícula y dijo que iban a mandar a un inspector para constatar el arreglo".
Dos vecinos le pidieron que se fuera. "No querían que yo estuviera, querían hablar ellos con el gasista. Al rato pasaron por el departamento y me informó que ya habían habilitado el gas. Y me dijo también que no sabía cómo yo iba a solucionar mi problema, aunque a esa altura ya había desistido de solucionarlo", admitió. Los días siguientes fueron varios los vecinos que se quejaban porque "había poca presión de gas". En una reunión de consorcio, a la que asistieron sólo los propietarios, se decidió cambiar el regulador.
El 31 de julio, la administración informó que contratarían a García para ese trabajo y que iba a ser necesario realizar obras también en los departamentos para adecuarlos a las nuevas reglamentaciones, que García podía hacerlos, pero también podía intervenir otro gasista.
El 6 de agosto, el departamento donde vivía Bozzo voló por los aires.