Los testimonios de una presunta sanación a través de la intermediación del padre Roberto Bigolín Giuliano, más conocido como padre Robert, son un reflejo de la popularidad que el sacerdote adquirió en estos 13 años de presencia en la parroquia de Gorriti al 600, donde una vez al mes brinda sus particulares misas en las que bendice a los fieles con la imposición de manos. La Capital recopiló algunos de ellos para dar cuenta de su llegada a los feligreses, en el marco de los fenómenos religiosos y sociales que se vienen dando en Rosario.
Sus fieles le escriben diariamente a sus redes sociales dando cuenta de sus vivencias. Allí hay varios testimonios que le dan un marco intenso a lo que el sacerdote oficia y propone en sus misas de sanación. Una de las fieles, que se identifica como Irma, le remarcó que su intercesión "atraviesa los límites entre lo celestial y lo terrenal” y contó su caso: "Mis ojos sanaron y el doctor, en cada control, repite que lo del ojo izquierdo es un milagro. Gracias por su aporte; fue la mano de Jesús a través de sus manos".
Silvia es de San José de la Esquina y en octubre de 2022 contó que apareció en su organismo un quiste tabicado de 45 milímetros cerca del ovario izquierdo. Su ginecólogo le indicó marcadores tumorales y una repetición de la ecografía. Junto a una amiga decidió ir a la misa del padre Robert justo cuando sus resultados iban a conocerse por esas horas.
"Fui a la misa del domingo con la intención de recibir una bendición. Fue una misa muy especial, muy motivadora, llena de emociones. Yo sentí que de ahí me iba sana. Y así fue. El viernes a la tarde, cuando recibo los resultados, los marcadores dieron bien. Ese quiste tabicado había desaparecido", indicó.
Ángela es rosarina y dio un testimonio que posteó el propio padre Robert. "Estuve muy enferma, con refuerzo de quimioterapia. Dios nunca me abandonó", destacó y dijo que una amiga que es parte del grupo de oración de Santa Agripina la convocó a una misa de sanación del cura nacido en Arequito y que es actualmente párroco de Arteaga. "Allí lo conocí, me dio una bendición y fui mejorando. En el momento sentí algo muy especial en mi cuerpo que no puedo explicar con palabras. Por intermedio de Robert estoy bien, tengan fe", destacó.
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Verónica Apiz también posteó a las redes del padre. "Hace más de dos años una amiga me envía sus audios de reflexión todos los días. No sabe lo que me ayudaron en todo este tiempo. Yo perdí a mi mamá por Covid. Y el no poder cuidarla los últimos días y no verla antes de morir, porque estaba internada, me había dejado un dolor y un vacío en el alma. Desde hace unos meses comencé a ir a Arteaga a la misa de sanación. Y logré sanar mi alma de tanto dolor. Volví a mi casa renovada. Mil gracias", confió.
En noviembre pasado, Sandra M. subió su relato a las redes del sacerdote. Contó que en un chequeo de rutina le hallaron un quiste en un riñón que requería control médico periódico. Previamente a la experiencia con Robert había asistido a otras misas de líderes carismáticos, "pero en ninguna había logrado ese descanso en el espíritu". Luego narró la vivencia en la imposición de manos. "Una inmensa sensación de paz, de liviandad. El Señor me había dado muestras de que está presente y cuida de nosotros". A posteriori, contó que el quiste ya no estaba.
A la lista se sumó Claudia. "Ya pasaron unos días de la misa de sanación. En la misa, escuchar sus palabras renovó mi fe y la sensación de soledad se fue. Todo tuvo otro sentido. Me hizo tan bien vivir esa misa y me hace muy feliz sentir la presencia de Jesús en mi vida", destacó.
También se sumó Carolina aportando su descubrimiento del padre Robert. "Lo sigo desde el primer día que llegó a Arteaga. Yo soy católica, pero en ese momento no era practicante, escuché decir que venía un sacerdote nuevo, que hacía misas de sanación, así fue como decidí ir. Escuché atenta y sorprendida, me atrapó su manera de decir, su homilía, una misa preciosa. Salí llorando, emocionada, llena de paz, se alimentó mi fe. Desde ese día hasta hoy sigo aquí, como servidora de sus misas de sanación", le dijo a La Capital.
También refirió que años atrás le encontraron una mancha en una mama que podía ser un fibroadenoma. "Pedí por mi salud y que se sanara y así fue, en el control no se veía nada, el ecografista no lo podía creer. No hay que explicar mucho, como nos dice el padre Robert, te sana tu fe y él es un canal maravilloso entre el Espíritu Santo y las personas que vamos con todo tipo de necesidades, físicas y psíquicas", añadió.
Además, consignó que resulta "un hermoso regalo de Dios" que esté en esa localidad y ver cómo vienen de todos lados a vivir sus misas. Destacó la importancia de ser servidora, escuchar las experiencias de la gente "y cómo manifiestan irse en paz, con lágrimas en los ojos, un agradecimiento infinito. Qué dicha tenemos de tener en nuestro pueblo al Padre Robert", remarcó.
Silvana es de Cruz Alta, localidad vecina a Arteaga. "Llegué a él en el peor momento de mi vida. Mi hermana, mujer joven, con mucha fuerza, madre de 4 hijos contrae cáncer de útero; uno de mis hijos mayores, Gino, comienza un proceso de depresión profunda, y por último, uno de mis hijos menores, Thiago, comienza un proceso de encierro y aislamiento. Comencé a acercarme a Robert, a cada una de sus misas de sanación", contó y recordó lo que le dijo en su momento el sacerdote: “Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos” y luego de persistir en la oración y en la fe dijo: "Hoy mi hermana está curada, mi hijo Gino ha superado su proceso y forma parte de los grupos parroquiales y Thiago continúa en recuperación. Es una experiencia única, es sentir paz que viene de lo alto, que restaura, alivia y sana".
Sergio Clementino también aportó su testimonio. Se contactó hace una década a través de una amiga. "El no sólo da una misa, ya que antes de comenzar crea un clima de tranquilidad, paz y te lleva a tu interior mientras ora por las enfermedades tanto físicas, mentales, emocionales y espirituales, donde brota el llanto y un alivio inexplicable. Sus misas son enseñanzas y muy participativas, porque aprendés cada momento de la misa y se vivencia la presencia del Espíritu de Dios. Y luego llega como se dice el bonus track, que es la imposición de manos: un momento único, ya que él intercede por vos al Padre y muchas veces me he encontrado en el piso sin darme cuenta" describió quien hoy es servidor del cura.
Ahora, en este rol, observa al resto de los concurrentes a la Iglesia. "Los rostros de las personas, sus angustias, sus enfermedades, sus tristezas y penares; y verlos que se van con un poquito de consuelo, alegría detrás de las lágrimas y luego escuchar que se han curado, reconforta".