La crisis que se evidencia en los restaurantes rosarinos en cuanto a la baja de la demanda obligó a aguzar el ingenio. Y ya hay un comercio que le dio luz verde a sus clientes para que se lleven su propio vino y, así, eviten el pago del producto. "Se trata de una manera de acercar a la gente para que pueda ir a comer afuera y que eso no signifique un gasto imposible de afrontar", contó el dueño de Rosario del Paraná.
Por el momento, la iniciativa genera cada vez más adeptos desde que comenzó a implementarse hace dos semanas. "Esto se inició a raíz del incremento de los servicios y los impuestos, que son muy fuertes en el área de la gastronomía", destacó Oscar "Chulo" Duflos antes de agregar: "Nos gusta hacer acciones para que el público salga de su casa, para que no sean todas pálidas las noticias en estos tiempos complejos que se están viviendo. Se trata de generar ventas y que se logre romper el mito de que la gastronomía es privativa".
De todos modos, los responsables de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica (Aehgar) cuestionaron la sugerencia al decir que "se pierde la esencia de lo que significa el servicio del rubro" (ver aparte).
La propuesta convoca a participar del llamado "descorche cero". En este sentido, Duflos destacó que tampoco se cobra por abrir las botellas, como sí ocurre en ciertos restaurantes de Capital Federal o Mendoza, donde se promueve la concurrencia con un vino propio, pero se obliga a pagar por destapar el envase aplicando un monto que es igual al de la botella más barata en la carta.
"Nuestro plan para los comensales es que la gente venga, por ejemplo, a festejar un cumpleaños y pueda cenar sin la necesidad de abonar la bebida", aseguró el propietario del negocio ubicado en la esquina de avenida Belgrano y Buenos Aires en diálogo con La Ocho.
De hecho, y en relación con los precios, dijo que un malbec básico puede costar alrededor de los 200 pesos. "Se trata de un ahorro importante que va a generar una cuenta promedio no mayor a los 200 pesos por persona", manifestó el referente del comercio. Y dio una explicación ligada al menú básico que ofrece en su local. "Este es un restaurante de pescado de río, donde la boga cuesta 300 pesos y es para compartir. Si a eso le sumás la guarnición, estarás cenando por no más de 400".
Gaseosas, no
Duflos aclaró de todos modos que la promoción incluye sólo este tipo de bebida y no alcanza a las gaseosas o aguas, y añadió que el comedor no va a cuestionar al cliente en el caso de que concurra con un vino de un valor económico.
Además, destacó que una bebida sin alcohol no suele superar los 40 pesos, "con lo cual el comensal no hace la diferencia".
La propuesta de atraer clientes es directamente proporcional al descenso del consumo que se viene produciendo en todos los rubros, producto de la devaluación y la suba de los servicios sin el acompañamiento de un aumento en los salarios. Es más, esas mismas alzas en las tarifas hacen cada vez más difícil que las pymes cierren una ecuación económica favorable.
"La luz pasó desde el último verano de cinco a 50 mil pesos en nuestro local y el gas de 1.500 a 15.000 pesos", se quejó el dueño del emprendimiento de la costanera central rosarina.
Este combo se sumó a un descenso que llegó "hasta el 60 por ciento de la demanda" durante algunos meses, según estimó. "Los clientes tienen menos plata y lo primero que hacen es dejar de lado la opción de ir a comer afuera, para quedarse en sus domicilios".
Por eso, se preguntó: "¿Por qué evitar el festejo de un cumpleaños un sábado o juntarse con los amigos un miércoles?".
Y cerró un con aporte más de su comercio con el fin de que la clientela no disminuya su presencia: "No tenemos problema en guardar la botella de vino blanco en nuestras heladeras".