A los 30 segundos de estar sumergido completamente en el agua, el organismo empieza a sufrir consecuencias. Al minuto, la mayoría de las personas quedan inconscientes, sean niños o adultos. Entre los 3 y 4 minutos el daño cerebral suele ser irreversible.
Los datos son contundentes y demuestran que es muy poco el tiempo que se necesita para que suceda una tragedia como la ocurrida el martes en una de las piletas del Jockey Club de Rosario, donde un chico de 10 años murió como consecuencia de los daños producidos por el ahogamiento. O la que se produjo tres días después, esta vez en las piletas del club Saladillo, donde otro nene, de 12 años, perdió la vida después de hundirse en el agua. En ambos casos, cuando se los sacó de la pileta, se intentaron maniobras de reanimación. Pese a ello, no alcanzaron para salvarles la vida.
El chico que jugaba en la pileta del Jockey logró ser estabilizado a nivel cardiorrespiratorio y trasladado al Sanatorio de Niños. Sin embargo, por la cantidad de tiempo que pasó sumergido (se estima que fueron ocho minutos o más) ya tenía consecuencias a nivel cerebral. Murió después de estar un día en terapia intensiva.
No hay precisión sobre la cantidad de minutos que estuvo bajo el agua el niño de 12 años en el club Saladillo. El guardavidas que estaba en el lugar le practicó RCP pero no pudo salvarlo.
Dos muertes que sacudieron a la ciudad. Dos hechos que investiga la Justicia pero que seguramente pudieron evitarse.
Por eso, porque hay maneras de prevenirlos, los médicos pediatras — en particular los especialistas en emergencias— piden con énfasis a los adultos que entiendan que la vigilancia en una pileta de un club o de una casa, en el mar o en el río debe ser permanente, y que esto no solo aplica a niños pequeños.
Hasta los 24 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es una de las principales causas de muerte en el mundo. La tasa de fallecimientos es más elevada en los países en vías de desarrollo.
Entre 1 y 4 años es la primera causa de decesos. En cuanto a riesgo, le siguen los niños de entre 5 y 9 años.
En Estados Unidos, donde manejan estadísticas claras sobre el tema, se sabe que el ahogamiento es la segunda causa de muerte por traumatismo no intencional en las personas de 1 a 14 años.
Cómo evitarlo
“Es un verdadero problema de salud comunitaria”, dijo a La Capital Aníbal Krivoy, pediatra, director del Sanatorio de Niños de Rosario, entidad que cuenta con un centro de emergencias infantil de referencia regional. El profesional agregó que lo ocurrido en la última semana en la ciudad demuestra que hechos semejantes afectan a todos los sectores socioeconómicos y que “nadie está exento, por lo que es imprescindible que se trabaje más en la prevención”.
Vigilancia permanente
La vigilancia permanente por parte de adultos, incluso en chicos que no son tan pequeños; saber que un solo minuto bajo el agua puede poner en riesgo al organismo; los controles habituales que garanticen que las instalaciones donde una persona nada o juega son completamente seguros; la presencia de guardavidas entrenados en piletas de clubes o públicas y que toda la población conozca las maniobras de resucitación cardiopulmonar permite que los riesgos se minimicen al máximo.
La Capital también habló con Emilse Ferrari, que es pediatra, emergentóloga, directora médica de Ecco, y además trabaja en el Sies. Tiene una amplia experiencia en situaciones de alto riesgo, y aún así admitió estar conmovida por estas dos muertes producidas con tan pocos días de diferencia en la ciudad.
Si bien señaló que no es frecuente que sucedan hechos tan terribles y tan seguidos (en 2022 no se registró ninguna situación crítica en Rosario por este tema) admitió que los ahogamientos húmedos (se denominan así porque están los que suceden por objetos o comida) son obviamente más frecuentes en verano y generan un impacto tan grande en la comunidad al punto de que pasan años y suelen ser inolvidables. Es que se llevan de manera inesperada la vida de bebés, niños o adolescente dejando a familias enteras destruidas, y porque en la mayoría de los casos pudieron evitarse.
“Los chicos están sin dudas entre los más vulnerables pero también pasa en adolescentes o jóvenes. Estos últimos en piletas, el río o el mar. Si además se trata de personas con alguna discapacidad hay un incremento del riesgo cuatro veces más alto de que se produzca un ahogamiento. La mirada, la supervisión, el cuidado debe ser permanente”, enfatizó.
Cuidador asignado
Que alguien quede bajo el agua puede ocurrir por muchos factores. Si es chiquito y no sabe nadar basta un descuido, por eso es fundamental la figura del cuidador asignado, es decir, que una sola persona se responsabilice ya que si varias dicen “yo lo cuido”, lo más probable es que nadie esté realmente atento.
Encima, en estos casos, el hecho es silencioso y en apenas minutos un niño puede perder la vida o quedar con secuelas para siempre.
Puede pasar que una persona de cualquier edad se desvanezca por un golpe (jugando, tirándose en forma brusca al agua), por una convulsión (no hace falta que sea una persona con una patología porque nadie sabe cuándo puede producirse una primera convulsión que deje inconsciente a alguien), por un bajón de presión o un desmayo repentino. Como las causas pueden ser múltiples “no hay que perder de vista a quien está en el agua”, coincidieron los especialistas.
Si esa persona se hunde y no sale en forma inmediata hay que rescatarla de inmediato. “Muchas veces pasa que solo tragó un poco de agua y se recupera en unos segundos, sin problemas, pero si ya pasaron algunos minutos y no está consciente hay que iniciar la RCP y no parar hasta que llegue el servicio de emergencia”, afirmaron los médicos.