Con una ordenanza que ya cumplió 21 años de antigüedad, la noche rosarina muestra sus flaquezas. Así lo reflejan las inspecciones, multas y clausuras hechas a lo largo del año por la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana. En lo que va de 2017, ya fueron sanciados más de 20 los bares que tergiversaron su rubro por transformarse irregularmente en boliches. En 2016 fueron 47 los bares que dejaron bailar a sus parroquianos y no lo tenían permitido. Además, se hicieron recitales con bandas en vivo fuera del horario habilitado y se convirtieron en boliches. Por distintas faltas hubo 31 clausuras en los 10 primeros meses, de las cuales 3 son definitivas. Lo curioso es que al menos tres salones de fiestas infantiles violaron las normas y se convirtieron en una fiesta nocturna para adultos.
Mientras la actual comisión de gobierno del Concejo Municipal ve casi imposible avanzar en una nueva normativa que aggiorne las disposiciones a la noche rosarina, las áreas de control reflejan en sus estadísticas y datos una radiografía que muestra una brecha entre la letra escrita y la realidad.
Desde enero a octubre pasado, la Secretaría de Control efectuó casi 4 mil actas de inspección nocturna y 23 mil diurnas. De las 737 clausuras a locales habilitados en la ciudad, 31 fueron a comercios de la noche.
El descontrol y la tergiversación produjeron tres cierres definitivos en lo que va de 2017: fueron a los boliches Medellín, Junio y Lollo. La semana pasada se clausuró por 30 días el boliche Mom (Callao 150 bis) por funcionar como un after, es decir por difusión musical fuera de horario hasta las 5 de la mañana y estirar la noche hasta las 8.
Bajo el rubro difusión musical fuera del horario permitido, ya son 60 los bares o locales que incumplieron la norma y extendieron la música por fuera de la madrugada. Es decir que aquí se engloban boliches que seguían hasta la mañana o bares donde si bien no se bailaba funcionaban como after.
El año pasado, se contabilizaron 47 comercios que tergiversaron su rubro. Y hasta octubre de este año fueron más de 20 aquellos que lo hicieron. Si bien la proyección refleja una tendencia a la baja.
La línea divisoria
"La línea divisoria entre un comercio donde se baila y otro que no está habilitada para hacerlo tiene que ser clara. Los boliches implican mayor inversión en seguridad. Por eso se deben hacer sanciones extremas y los responsables de los bares no ampararse en que la ecuación económica los empuja a esto o porque la gente se los pide", sentenció el secretario de Control y Convivencia Ciudadana Gustavo Zignago.
El alcohol también es un ingrediente que se suma a los incumplimientos. Y la venta de bebidas en almacenes y kioscos que venden después de la hora permitida sigue siendo un problema. De las 315 inspecciones entre enero y octubre de este año se labraron 80 faltas en lugares de estas características.
Como dato curioso en los registro de los inspectores figuran los peloteros. Hasta ayer se habían consignado 3 casos de salones de fiestas infantiles que tergiversaron el rubro ofreciendo fiestas nocturnas para mayores.
Los controles se dan en el marco de una seguidilla de incidentes en el interior y en los entornos de los boliches. Los casos más emblemáticos se registraron en Fisherton, donde en un lapso de una semana, se registraron dos balaceras en la puerta de dos boliches.
Sin embargo, la problemática de la nocturnidad quedará seguramente para la nueva composición del Concejo. Algunos ediles electos, ya afinan el lápiz para abordar la problemática.
Zignago mantuvo días atrás una reunión con integrantes de la cámara de bolicheros donde se abordaron varios aspectos de cara a la temporada estival. Entre ellos, la seguridad privada, los cursos de capacitación en el Ministerio de Seguridad de los patovicas y la custodia y control de los entornos de cada comercio bailable, a razón de 50 metros a cada lado para preservar la entrada y salida, donde se producen incidentes.
"Los responsables de los bares no deben ampararse en que la ecuación económica no da, o que la gente les pide bailar"