Dos alumnas de quinto año fueron encontradas fumando en el baño de la escuela. En otro tiempo, la falta se hubiera plasmado en una o varias amonestaciones. En cambio, ellas tuvieron que pasar varias horas en el servicio de neumonología del Hospital Carrasco indagando sobre las consecuencias del tabaquismo y, después, debieron pararse frente a sus compañeros y compartir la información. El hecho ocurrió en el Instituto Zona Oeste, una de las tantas secundarias de la provincia donde hace rato que las amonestaciones dejaron de ser una forma sanción y una solución a los conflictos de convivencia que se dan en el establecimiento. Un cambio que va de un modelo sancionatorio y excluyente, hacia una propuesta de escuela inclusiva y más democrática.
El hecho ocurrido en el Colegio Alemán —dos veces intimado por el Ministerio de Educación al negarse a reinscribir a un alumno argumentando "reiteradas amonestaciones"— puso en cuestión el abordaje de los conflictos. "Hace tiempo que se pusieron en cuestión estos paradigmas que son excluyentes, a favor de una educación que puede ser inclusiva y de calidad al mismo tiempo", dejó en claro el director de Gestión y Coordinador de Proyectos, Germán Falo, e incluso recordó que así está planteado desde hace ya varios años en un decreto ministerial.
Directores de escuelas secundarias y docentes que integran los equipos socioeducativos de la provincia dejaron en claro que "hay modelos diferentes de trabajo", fundamentalmente vinculados al diálogo.
El cambio al que refieren funcionarios y docentes ya se viene llevando adelante en las escuelas, e incluso Falo explicó que existe "un nuevo enfoque a la hora de trabajar en la convivencia", que se plasmó en una normativa aplicada en el nivel secundario no sólo a las faltas de los alumnos, sino también a la evaluación y otros puntos.
"Esto cuestiona cada vez con más fuerzas los viejos paradigmas excluyentes, de la escuela para pocos a la escuela para todos", remarcó el funcionario, y recordó las rondas de convivencia que comenzaron en 2009 como espacio de diálogo y que se establecieron en el programa Lazos. Allí, los propios alumnos, junto a docentes, auxiliares y padres, integran consejos asesores donde se abordan los conflictos.
Para Falo, "esto tiene que ver con la democratización de la escuela" y con un proceso donde las amonestaciones quedan enmarcadas en un viejo paradigma. "Antes se planteaba la dicotomía entre inclusión y calidad, cuando ya está largamente demostrado que es posible hablar de inclusión y calidad en una misma escuela", dijo.
Sin culpabilizar
María de los Angeles Menna es antropóloga, docente, dirigente de Amsafé provincial e integra los equipos socieducativos que abordan las situaciones de mayores conflictos que se dan en las escuelas de la provincia. Sin dejar lugar a dudas, considera que "el modelo más represivo no sólo no es efectivo, sino que además potencia la violencia".
Para la especialista, "el abordaje del conflicto debe ser diferente al de la culpabilización de los jóvenes", y señala que, lejos de eso, "el rol fundamental de los adultos —directivos y docentes— es ayudarlos a resolver esas situaciones un modo alejado de la sanción y la amonestación, sino poniendo en juego las variables del conflicto, que los haga pensar en lo que sucedió y les dé herramientas para resolver después fuera de la escuela de modos amables y amorosos, y sin violencia".
Ineficaz
Más allá de los planteos conceptuales, están los ejemplos cotidianos de quienes día a día conviven con los adolescentes y deben resolver entre amonestarlo, o buscar alternativas para que "aprendan a reparar lo hecho", recalca Arístides Alvarez, director del Instituto Zona Oeste desde hace siete años.
Stella Maris Pérez, directora de la Escuela Nº 518, en el barrio Toba de Roullión al 4400, asegura que desde su creación en 2008 "en la escuela nunca se usaron las amonestaciones" y aclara: "Eso no significa para nada que puedan hacer lo que quieran".
Los directivos no dudan en que el diálogo y las "acciones reparadoras", como las llama Alvarez, "tienen mucho más efecto en los propios chicos, e incluso en sus padres, que una sanción en una libreta". Afirman que "dialogar y acordar con los chicos es más fructífero", y Pérez incluso señala: "En los consejos ellos tienen que argumentar y explicar frente a sus propios pares, y ese es un espacio que toman con seriedad".
El caso de las alumnas encontradas fumando en el baño es apenas uno de los sucedidos en el Zona Oeste. El director del establecimiento mencionó el de otro alumno q quien se halló fumando marihuana y que "hoy resolvió el problema de su consumo y da charlas en otras escuelas". Sin embargo, el que más cuenta el director es el de "otro chico que en primer año filmaba una pelea entre compañeros y en lugar de sancionarlo se le pidió que hiciera un trabajo audiovisual con chicos y docentes, y terminó siendo el encargado de los audiovisuales de la escuela durante los cinco años de su secundario y hoy estudia cine. Dio sus frutos".
"El abordaje del conflicto debe ser diferente al de la culpabilización de los jóvenes"