Mientras la Municipalidad se esmera por promover la utilización de las bicicletas como medio de transporte alternativo, poco hace para que se cumpla con la ordenanza que obliga a destinar espacios gratuitos para estacionarlas, tanto en garajes privados como en edificios públicos. Y si bien la norma cumplió ya 24 años, en los estacionamientos céntricos no se destinan dársenas para esos rodados.
“Estamos de acuerdo con el programa de transporte público de bicicletas —dijo el concejal Alberto Cortés sobre Urbici Rosario, plan que el municipio lanzó en octubre para incentivar el uso de esos rodados— pero es indispensable que se habiliten lugares para estacionarlas, como también realizar y reparar bicisendas”.
En veremos. Fue este edil del Partido Socialista Auténtico-Proyecto Sur quien el 28 de julio pasado logró que se aprobara una ordenanza que encomendaba al Ejecutivo hacer cumplir la norma Nº 4.052 que rige desde 1986, pero que jamás se instrumentó de forma eficiente.
La ordenanza establece que todos los edificios públicos y playas de estacionamiento con capacidad para más de 30 autos deben destinar un espacio gratuito para que los usuarios de bicicletas las puedan aparcar con tranquilidad.
La iniciativa de Cortés obligaba a la Municipalidad a enviar notas a todas las playas de estacionamiento notificando la existencia de la reglamentación y advirtiendo que quedaban sujetas a sanciones del Tribunal Municipal de Faltas si no la respetaban.
De paso, Cortés también buscó dar el ejemplo con otra propuesta: que en 90 días el Concejo Municipal construyera en su edificio de Córdoba y Alem un estacionamiento de bicicletas como ejemplo a seguir por otras reparticiones públicas.
Sin embargo, tanto una como otra medida están todavía en veremos.
El Urbici contempla la implementación de estaciones de bicicletas en lugares estratégicos de trasbordo como inmediaciones de dependencias públicas, escuelas y facultades. Cada estación tendrá una determinada cantidad de bicicletas que permanecerán ancladas. Pero mientras se trabaja para mejorar la movilidad y estimular la utilización de medios de transporte alternativos para descongestionar las calles del área central, no todos cumplen con las normas.
Nadie avisa. La Capital recorrió varias playas de estacionamiento del microcentro rosarino y ninguna tiene lugar para estacionar las bicicletas. Es más, el contraste muestra a las claras la realidad: a pocos metros de cualquier estacionamiento se encuentran bicicletas atadas a los árboles, rejas o postes.
Frente a la consulta de este diario respecto de una ordenanza que rige desde hace 24 años, la incredulidad fue el denominador común en las respuestas de los encargados o empleados de los garajes: “No, eso es para edificios públicos”; “nadie nos avisó nada todavía, ¿ya se aprobó la ordenanza?”, eran las respuestas que pintaban el desconcierto.
El desconocimiento de los playeros puso en evidencia las fallas en los controles. Varios expusieron que cuando la Municipalidad realiza las inspecciones de rigor, jamás pregunta si hay lugar para las bicicletas.
“Vinieron hace dos meses, aprobaron todas las exigencias que debemos cumplir, pero nunca nos obligaron a poner espacios gratuitos para bicicletas. Acá tendríamos lugar, no habría problemas. Lo único es el tema de los seguros”, dijo el encargado de un inmenso garaje con capacidad para más de 100 autos.
La respuesta fue calcada en una decena de cocheras consultadas por este diario.
Doble candado. Lo cierto es que antes de embarcarse en un viaje en bicicleta, lo primero que piensa el usuario es dónde la puede dejar mientras realiza sus actividades sin temor a no encontrarla al regresar.
Por lo pronto y asumiendo riesgos, apelan al arbolado público, postes, rejas o cuanto elemento sirva para atarlas. Eso sí, con doble vuelta de cadena y un candado.
En tanto, el reclamo llegó a la red social: en Facebook, la página denominada “Que en Rosario se cumpla la ordenanza 4052/86” ya suma más de 500 seguidores.