La ley argentina considera “persona mayor” a quienes tienen 60 años o más y se calcula que el 16 por ciento de la población del país se ubica en esa franja (al igual que en la provincia). Con el aumento de la expectativa de vida y una tendencia a la baja en los índices de natalidad, no solo viene creciendo la cantidad de personas mayores sino su proporción, al tiempo que el propio colectivo promueve perspectivas que reconozcan sus derechos, eviten la discriminación por edad (viejismo o edadismo) y les permitan gozar de un envejecimiento activo, saludable. En Rosario, y por iniciativa de la Federación Regional de Asociaciones de Personas Adultas Mayores (Frapam), se habilitó recientemente una defensoría cuyos titulares se desempeñan ad honorem, mientras que la Defensoría del Pueblo quiere crear un área especializada en la temática, del mismo modo que ya existe para niñas, niños y adolescentes.
Luis Mario Fernández Risso, de 70 años, es el titular junto a Daniela Valentini de la flamante defensoría local. Aprobada por el Concejo municipal en septiembre pasado, en pocos días debuta en sus nuevas oficinas del edificio anexo Alfredo Palacios (1° de mayo 945), aunque la idea es canalizar la atención a través de los 60 centros de jubilados diseminados en los barrios. El objetivo del organismo dista de abordar solo aspectos sanitarios o del sistema previsional, a los que tradicionalmente están asociados los ancianos; de hecho no todos los que pasan los 60 tienen jubilación o pensión, algunos ni siquiera están en edad de retirarse.
Una prioridad será difundir la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que data de 2015 y fue incorporada a la legislación argentina en 2017. “La Convención tiene rango constitucional, es importante que los adultos mayores conozcan sus derechos para defenderlos”, acota Fernández Risso, médico jubilado y otrora docente de la cátedra de Geriatría y Gerontología de la Facultad de Medicina de la UCA. Tras fichar durante años en el PAMI, en 2020 se unió a otros ex trabajadores de la dependencia y a integrantes del Foro de la Tercera Edad de Rosario para armar una Federación. Lo lograron un mes antes de que comenzara la pandemia.
A pesar de las cuarentenas, primero a distancia y luego en la Asociación de Empleados de Comercio (AEC), el inquieto grupo “de carácter pluralista” de la Federación organizó capacitaciones para cuidadores domiciliarios e institucionales, lo que derivó a su vez en la formación de una cooperativa de cuidados.
“La defensoría es una deuda que la ciudad tenía con los adultos mayores”, asegura Fernández Risso. Por eso Frapam redactó un proyecto de ordenanza y lo acercó al Concejo en febrero de 2023. Por gestiones de la edila justicialista Julia Irigoitia la iniciativa llegó al recinto, donde fue aprobada por unanimidad, destaca el nuevo defensor. “Esto viene de abajo hacia arriba y no al revés”, advierte, y recuerda que un desafío de la post pandemia fue que los centros de jubilados retomaran plenamente su actividad. Hoy constituyen una red civil y territorial de enorme importancia, sobre todo en el actual contexto de crisis económica, donde algunos vecinos y vecinas de edad avanzada plantean dificultades para garantizar la canasta de alimentos.
Las vejeces del siglo XXI en foco
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2015 y 2050 el porcentaje de los habitantes mayores de 60 años casi se duplicará en el mundo, pasando de un promedio del 12 al 22 por ciento. El planeta se transforma en una suerte de fábrica de adultos mayores que a su vez quedan fuera del mercado de trabajo -por decisión, edad de retiro o expulsión. ¿Cómo se enfrentan estos cambios demográficos? En la Defensoría del Pueblo de Santa Fe insistirán este año con crear un área especializada, de la misma manera que existe la de niñas, niños y adolescentes. Así lo anunció el defensor Gabriel Savino en diálogo con La Capital.
“Cuando comiencen las sesiones ordinarias vamos a presentar un proyecto de ley en la Legislatura provincial. De hecho ya hubo otro con media sanción en el Senado que luego caducó en la Cámara de Diputados”, apunta el funcionario. El análisis que hacen desde la institución es que una defensoría temática -dentro de la misma estructura ya existente- permitirá capitalizar la experiencia y mejorar los abordajes “ya que los enfoques de derechos van cambiando y se van haciendo más complejos”.
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Vínculos y espacios creativos para estimular a los adultos mayores.
“La legislación avala la idea del trato digno pero a veces las respuestas institucionales no llegan. Solo hay un defensor del adulto mayor a nivel nacional. Se tendrían que promocionar más políticas públicas hacia esta población, no solo sanitarias, también en relación con el ocio, la calidad de vida, el esparcimiento”, argumenta Savino. “Hoy al adulto mayor se lo destrata y hasta se lo sanciona, en el sistema de salud, económico, familiar. Sobre la ancianidad todos hablan pero hacen poco, pareciera que queda en el terreno del discurso”, agrega y recuerda que “hay tantas vejeces como personas, depende cómo te sientas y autopercibas”.
Además de las preocupaciones por la asistencia social, los tratamientos médicos y los ingresos, en las agendas de las vejeces del siglo XXI aparecen los encuentros con amigos, las salidas, los viajes, la posibilidad de iniciar nuevas parejas, activismos, estudios y capacitaciones.
“Para nosotros fueron un click muy grande en la pandemia las rupturas de parejas de adultos mayores casados desde hacía décadas. El problema surgía más que nada en torno a la situación del varón, ya que la mujer se quedaba en la casa y los hijos no los querían recibir”, rememora el defensor Savino. “Nos venían a consultar directamente ellos y los atendíamos a través del centro de atención a la víctima. Terminaban viviendo en una residencia o alquilando una pensión entre varios. Nos sorprendió institucionalmente”, añade, y lo pone como ejemplo de situaciones que a diferencia de otras generaciones hoy los adultos mayores se animan a vivir y a transitar, “dejando atrás preceptos tradicionales como estar juntos hasta que la muerte nos separe”.
Tener autonomía, libertad, planes y proyectos. En suma, vivir (las vejeces) con plenitud se apunta como nuevo rasgo de época.