Hace meses que los hilos de Twiter Daniel Feierstein ayudan a entender y transitar la pandemia con la mirada de la sociología. Investigador del Conicet y doctor en Ciencias Sociales de la UBA, dirige el Centro de Estudios sobre Genocidio de la Untref, escribió “Introducción a los estudios sobre genocidio”, “Los dos demonios recargados”y este año publicó “La construcción del enano fascista”. Con un panorama de la ciudad a través de intercambios que sostuvo con autoridades y agentes de la Secretaría de Salud Pública, ahora pasó virtualmente por Rosario en un encuentro convocado por la Asamblea de Trabajadores por la Salud Colectiva, un espacio donde buscan escucharse quienes desde marzo dan respuesta a la pandemia y que, según recalcó, son “una voz que recién a partir de agosto comenzó a oírse con más fuerza”. Para el presente y lo por venir, Feierstein hace hincapié en la necesidad de “hacer el duelo de este 2020 y entender que nuestra vida ha cambiado”, pero sobre todo recalcó que hay que dejar los eufemismos de las estadísticas, poner nombre y apellido, y trabajar en “una estrategia de reducción de daños.
—¿Por qué la metáfora bélica está tan presente incluso en los mensajes, incluso algunos desde el Estado?
—Es parte de mecanismos proyectivos que buscan responsables de lo que pasa y que tiene el problema de plantear esas lógicas sobre una enfermedad sin culpable, sino vinculada al cuidado. Plantearlo en términos bélicos subjetiviza un virus que no tiene objetivo ni ataca. Ahí hay un problema serio y es que no se entiende que lo que ocurre es producto de los comportamientos sociales, o en todo caso cuestiones que se vinculan a la biología, que deben estudiarse y tomar las medidas que traten de incidir sobre ellas.
—Habla también de la negación y señala que el problema es cuando se racionaliza. ¿Puede profundizar?
— Hay que distinguir entre la negación como un proceso psicológico que tenemos todos, un mecanismos de defensa que permite que esas cosas no nos afecten de modo profundo. Otra cosa es racionalizarlo en una explicación de la realidad y ya no es solo una emoción, sino una forma de explicar, y se explica que la pandemia no existe.
—La comunicación en estadísticas y “casos”, ¿colabora a ese proceso?
—Eso es fundamental. La negación se alimenta del anonimato alrededor de quienes sufren esa situación. Poner rostro e historia es una de las maneras de poder controlar formas de la negación, porque es más fácil negar cuando hablamos cifras y números que cuando visibilizamos a los afectados y sus familias. La negación es parte del aparato psíquico, y el eufemismo, el no nombrar lo que conmueve, está entre sus formas. El uso de estadísticas en la pandemia fue muy negativo, del mismo modo a cómo llega a la población el número de camas que quedan disponibles. La foto que se muestra es siempre vieja y hay que encontrar la forma para poder informar que la situación de hoy es en 15 días, porque lo que vamos a ver esta ocurriendo ya y eso es de lo más difícil de concebir, que hay muertos que aún caminan. Es una de las cosas más difíciles de explicar en relación a la tasa de letalidad de este virus.
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—Fue crítico de la mirada sanitarista que dejó afuera a las ciencias sociales ...
—Deben sumarse otras disciplinas, como las sociales, pero también las exactas, es mucho lo que la simulación computacional aporta; igual que la reducción de daños. Hubo poco trabajo para entender lo que le pasa a la población, cómo incorporar lo que pasa y los recursos efectivos para mantener los cuidado. Hubo pocas medidas de promoción en reducción de daños que permitan aprender a hacer las cosas de otro modo, implementar cuidados y cómo hacer trazabilidad en una sociedad como la nuestra que no es Corea ni Alemania.
—Hubo cierres y aperturas, en Rosario y otras ciudades, pero el discurso de “cuarentena eterna” caló fuerte y se usó políticamente. ¿Como lo analiza?
—Influyeron varios elementos para llegar a una situación tan confusa y problemática. Una es que la división en fases nunca se entendió y la percepción fue que pase lo que pase, estamos en cuarentena, algo incorrecto. En las formas más exitosas se requirieron sólo dos momentos, uno de apertura y otro de cierre; y es importante el momento de apertura se vea como tal y permita respirar, como pasó en Rosario entre abril y agosto. Pero entendiendo que la apertura no es el retorno a la situación previa porque eso no va a ocurrir y hay transformaciones que llegaron para quedarse. Es importante entender las aperturas que se dan con transformaciones de la vida y de los hábitos, y se intercalan con instancias cortas y necesarias de restricciones. Costó comunicarlo bien y se sumó la presión de los medios por transmitir hartazgo, lo que incidió negativamente en la posibilidad de implementar los cuidados.
—En esa misma lógica, Rosario pasó de ser un ejemplo nacional a ser el peor de los fracasos y epicentro de la pandemia.
—A Rosario le pasó lo mismo que al país a nivel regional. Logró un éxito inicial y no entendió la importancia de ese éxito, que fue suprimir el virus. Eso le permitió disfrutar de meses de apertura y sumar actividades, y ahora eso debe ser un aliciente para pensar que es tiempo de hacerlo otra vez. Hay que entender que las restricciones funcionan, que logran evitar muertes y permitir aperturas importantes. Ese ciclo de aperturas y cierres fue el más exitoso en los países que lograron controlarlo, alternando cierres cortos y estrictos con aperturas. Rosario mostró poder tener una política de trazabilidad cuando tenía pocos casos, algo que se vuelve imposible ahora con la circulación del virus, pero si restringe y baja los casos, sabe que pueden hacerlo porque ya lo hizo y lo sabe hacer.
—Hay un duelo de la “normalidad” que la población no logra hacer.
—Eso es central. Hay un duelo que no podemos hacer y es necesario. Para eso se requiere claridad, abandonar los eufemismos y comprender que nuestra vida ha cambiado, y va a seguir cambiada. Hay que hacer el duelo por el 2020 que queríamos y no va a ser, y hay que entender que hay acciones que no van hacer como antes y que no son tantas. Es entender que en momentos de apertura, hay cosas que haremos de otra manera, con cuidado en los encuentros, haciendo más encuentros con menos personas en los momentos en los que se pueda; y no los hacerlos en otros.
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—Hoy estuvo con trabajadores de la salud que exigen ser parte de las estrategias sanitarias. ¿Los escucharon?
—Es una voz que apareció con fuerza recién en agosto, y ese es un problema. Hay falta de respeto y de visibilidad sobre los que sufren las consecuencias de la pandemia, y modo más severo, con mucho estrés y presión. Este virus incide de diferente modo dependiendo la carga viral a la que se está expuesto, y es un hecho que el personal de salud está más expuesto y eso produce cuadros más graves. Darle visibilidad a lo que hacen y les pasa, darles voz y vibrar con lo que les ocurre es un desafío para conmovernos, y cambiar actitudes.