Hace 20 años, en uno de los salones de la Escuela Nº 1.027 Luisa Mora de Olguín, ingresaron por primera vez violines, violoncellos y un contrabajo. Y con ellos en manos de sus alumnos nació la Escuela Orquesta Barrio Ludueña. Un proyecto pedagógico, artístico y social pensado para las chicas y los chicos de la zona oeste de Rosario. Con un concierto abierto programado para el próximo viernes, se celebran dos décadas de vigencia de un espacio de expresión artística y escucha de las infancias y adolescencias.
Dependiente de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, dentro del programa "Territorios Musicales", hoy la orquesta funciona en tres sedes: la comunidad salesiana del Padre Edgardo Montaldo (Humberto Primo 2401), el Centro Municipal de Distrito Noroeste (Provincias Unidas 150 bis) y la Escuela N° 1.182 San Luis Gonzaga (Carrasco 2545). A estas se suma un aula radial en la Vecinal Empalme Graneros (Juan José Paso 2490). Un universo sonoro formado por unos 300 chicos y un equipo de 30 docentes, tutores, educadores y no docentes.
A contraturno de lunes a viernes, los chicos y chicas aprenden lenguaje musical e instrumento: violín, viola, violoncello, contrabajo, percusión, clarinete, flauta traversa, trompeta, trombón. Además tienen clases de música de cámara, ensambles y práctica orquestal. Con el sello de la Municipalidad de Rosario, en julio de 2014 lanzaron su primer CD, que fue grabado en vivo en una presentación que hicieron en diciembre de 2010.
Festejos por los 20 años de la Escuela Orquesta
Patricia Díaz es la coordinadora general de la escuela orquesta y en diálogo con La Capital anticipa un año de festejos. La celebración de un proyecto socioeducativo que, a través de la música, busca "acompañar y transformar la vida de niños y jóvenes".
Para Díaz, una de las claves de la vigencia y crecimiento del espacio es que, además de los propios alumnos y docentes, los vecinos y vecinas del barrio se lo apropiaron desde sus inicios. Pero también, con la presencia del Estado acompañando esta propuesta. En tiempos donde se discute el peso de lo público en la cultura, la coordinadora entiende que la experiencia de la escuela orquesta de Ludueña demuestra que "el Estado tiene seguir apostando por este tipo de proyectos".
En el marco de los festejos por las dos décadas de vida, la Escuela Orquesta brindó el 16 de mayo un concierto de ensambles de vientos y violines en el salón de lectura de la Biblioteca Argentina. Y una semana más tarde, el 21 de mayo, en el Distrito Noroeste "Olga y Leticia Cossettini", realizó su primer Recorrido Sonoro Inmersivo (RSI), una iniciativa dirigida a unos cien chicos y chicas de 4° grado de las escuelas Carlos Pellegrini (Empalme Graneros) y Juan Bautista Bustos (Ludueña).
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Foto: gentileza Secretaría de Cultura y Educación / Municipalidad de Rosario
Divididos en cuatro grupos de 25, chicos y chicas de primaria pudieron conocer, de forma cercana, las distintas partes de la orquesta, desde la fila de percusión hasta los ensambles de bronce. Previo al recorrido sonoro, ambas escuelas recibieron una guía para que puedan trabajar en las aulas antes, durante y después del evento.
El próximo viernes 27 de junio, a las 18, un grupo de alumnos brindará un concierto gratuito en la sala principal de la Biblioteca Argentina (Pasaje Álvarez 1550). Tras el espectáculo musical habrá un conversatorio del que participarán exalumnos y docentes que dejaron huella en la escuela orquesta. "Veinte años transformando vidas con la música" es el lema elegido para los festejos del 20º aniversario.
Los primeros pasos
Febrero de 2005. La década del 90 había dejado su huella en Ludueña. No sólo por Pocho Lepratti, militante social del barrio asesinado en la represión de diciembre de 2001, sino también por el crecimiento en el número de familias que habían llegado desde otras provincias a esta barriada popular del noroeste rosarino.
Fue en ese contexto que, después de recorrer una veintena de escuelas, la profesora de música Derna Isla llegó hasta la primaria N° 1.027, de Humberto Primo y Camilo Aldao con una propuesta de llevar la música a escuelas y espacios barriales de la ciudad. Quien primero la recibió fue el cura salesiano Edgardo Montaldo y por las características de la idea, le sugirió llevarla a la Luisa Mora de Olguín.
Ana Cazzoli de Solhaune, exdirectora de "la escuelita del Padre Montaldo" —como se la conoce popularmente, ya que fue fundada por el sacerdote salesiano— recordó a La Capital que en ese momento se entusiasmó de inmediato con el proyecto, ya que "amalgamaba una orquesta con la actividad escolar en un lugar como el nuestro, donde hacía falta la promoción social y educativa, aunque entonces me parecía imposible aterrizar con una orquesta en un lugar donde apenitas lográbamos que los chicos terminaran de alfabetizar en tercer grado".
"Siempre creí que esta escuela necesitaba tener un diagnóstico particular, para llegar con lo que necesita cada uno. Por eso me gustó el proyecto de la orquesta y pensé: qué hermoso sería concretarlo", recordó Ana Cazzoli. Fue así como en julio, apenas terminaron las vacaciones de invierno de 2005, que Derna Isla regresó a la escuela y junto a la comunidad de la Luisa Mora de Olguín decidieron poner en marcha el proyecto. La exdirectora recuerda la emoción que sintió cuando, apenas un par de días después, empezaron a ingresar los primeros instrumentos para los veinticuatro chicos de 9 y 10 años que conformaron la primera camada de alumnos de la escuela orquesta.
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Ludueña cuenta desde hace años con una escuela orquesta de chicos.
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Los "antidestino" de barrio Ludueña
"Empezó un lindo grupo y al poco tiempo ya los escuchábamos, era realmente maravilloso", dijo Ana Cazzoli, quien fue directora de la escuela de 1981 a 2009. En su libro "Una escuela, un barrio en el camino de la inclusión", escribió: "Parecía increíble que violines, violas y contrabajos emitieran sus sonidos mientras la escuela desarrollaba su tarea específica. Habíamos logrado una escuela en clave musical".
Para la educadora, la importancia de un proyecto de este tipo en la escuela significaba ayudar a los chicos y chicas del barrio a "construir la confianza básica para cualquier aprendizaje, y nosotros éramos docentes antidestino, porque allí donde el destino marcaba el fracaso nosotros decíamos 'se puede, estos chicos van a poder salir de todo esto'. Y con esa ilusión comenzó la orquesta". En aquellos primeros años guardaban los instrumentos en un cuartito y en dos salones funcionaba la orquesta a contraturno.
"Que los vecinos vean a los chicos subir a un escenario y tocar música con esos instrumentos imaginate cómo aumentó la autoestima. 'Los nadie' se convirtieron en personas aplaudidas", recordó Ana Cazzoli. En "Mateando entre sueños", el libro que el cura Montaldo publicó en 2012, el sacerdote destacó que "no se trata solo de una orquesta que funciona en una escuela", sino que el Estado municipal, la comunidad educativa, la sociedad civil y los vecinos "construyen una red vincular tendiente a generar condiciones de participación, igualación de oportunidades y calidad en esas oportunidades". "Porque la salida de una situación cruel e injusta de exclusión —escribió Montaldo— comienza con la autovaloración".
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Foto: gentileza Secretaría de Cultura y Educación / Municipalidad de Rosario
Tras ese comienzo, a fines de 2005 el proyecto presentado por la comunidad educativa de la Escuela Nº 1027 Luisa Mora de Olguín, vecinos de barrio Ludueña y la Fundación Allegro Argentina fue seleccionado por el Presupuesto Participativo municipal. "Caminamos todo el barrio, casa por casa, para que la gente lo votara", dijo Ana Cazzoli. Al ser uno de los proyectos barriales elegidos, la escuela orquesta pudo contar con los fondos necesarios para multiplicar su cuerpo docente y comenzar a crecer.
De aquellos 24 chicos iniciales hoy son 300 los que aprenden música y participan de esta experiencia, destinado a niñas, niños y adolescentes de 7 a 19 años, sin necesidad de conocimientos previos ni instrumento propio.
Fundadora y directora musical de la orquesta, Derna Isla dijo a La Capital que el proyecto "es un sueño que nos hace soñar" y que "alumbrar su nacimiento en la escuela salesiana del padre Edgardo Montaldo fue posible gracias a todas las almas que le dieron un propósito, una razón de ser y produjeron una gran retroalimentación hasta nuestros días".
"Los chicos le dieron sentido y lo sostuvieron familias, sedes institucionales, comunidad de anclaje, vecinos, equipos de trabajo, Estado municipal y la sociedad civil", agregó la profesora.