En el Politécnico dicen que Ezequiel Luciano es "extraplanetario". Quizás no sea para tanto, pero evidentemente se trata un chico que a todos les cae bien porque, afirman, no sólo es un alumno excelente, sino un pibe "siempre dispuesto", "comprometido", "buen compañero" y "muy solidario". De todos modos, el último mérito de Ezequiel es que acaba de regresar con una medalla de oro de la XXI Olimpíada Iberoamericana de Química que se hizo del 18 al 25 de este mes en Bogotá, Colombia. Desde su plata en la Olimpíada Nacional de Química 2015, Ezequiel "no paró" y sólo en lo que va del año ya viajó dos veces al extranjero representando al país. Lo que su docente entrenadora, Aylén Avila, define como un "recorrido impresionante".
Esta vez Ezequiel, que cursa el 6º año de la terminalidad de Química en el Poli, viajó con otros tres chicos, dos mellizos de La Plata, Juan Pablo e Ignacio Rivera, y otro de la Ciudad de Buenos Aires, Tomás Otaño. La hazaña es que fueron cuatro y los cuatro volvieron con medallas: dos oros (la de Ezequiel y la de Ignacio), una plata y un bronce.
Fue casi una revancha, porque apenas un mes antes Ezequiel ya había viajado para participar de la 48ª Olimpíada Internacional de Química realizada en Tbilisi, Georgia. Y desde allí, pese a un muy buen desempeño, no había traído una presea.
A las dos competencias internacionales Ezequiel llegó gracias a haber sido seleccionado por el comité organizador de la Olimpíada Nacional del año pasado. Los viajes son íntegramente sufragados por el Ministerio de Educación de la Nación.
Cuando sus profes dicen que Ezequiel es "humilde", parecen tener razón. En diálogo con LaCapital no se olvida de nombrar a cada uno de sus compañeros y de remarcar que, "aunque las pruebas sean siempre individuales", el comportamiento es "bien de equipo: estudiamos juntos, nos pasamos libros, apuntes, cuadernillos y hasta los resultados".
En Bogotá, por ejemplo, rindieron dos exámenes, uno de laboratorio y otro teórico, cinco horas cada uno. A Ezequiel le fue tan bien que sacó el puntaje más alto y se trajo el oro. Igual, también se divirtió, recorrió un par de destinos turísticos y, lo que más disfrutó, conoció chicos de "todas las culturas de Iberoamérica". Otro "aprendizaje".
Ellos mismos aportaron al encuentro algo emblemáticamente argentino. ¿Mates? ¿Empanadas? "No, alfajores Guaymallén, Vauquitas (barras de dulce de leche) y pins de la Olimpíada Nacional".
En lo que resta del año, se ilusiona con la posibilidad de volver a participar de esa competencia (que se hará los primeros días de noviembre en Villa Giardino, Córdoba), siempre que logre pasar el tercer examen eliminatorio, la próxima semana.
Y para el año que viene, el plan ya está trazado: ingresará a la Licenciatura en Química que se dicta en la Facultad de Bioquímica y Farmacia de la UNR. Más claro, imposible
—¿Te acordás de juegos o gustos de tu infancia que ya sugirieran esta pasión?
—A mí lo que me gustaba era la vida. Después, recién cuando entré al Politécnico, descubrí que la rama de la naturaleza que más me atraía era la química. Y acá estamos.