La problemática de las crecidas en el río Paraná se ha convertido en moneda corriente desde hace unos días. Pero tan sólo con cruzar hacia la isla -o por lo menos intentarlo- se conocen inconvenientes para actores fundamentales en las temporadas de verano rosarinas: los paradores. Rearmado de playas con arena o suspensión de agendas son algunas de las vicisitudes que afrontan los concesionarios.
Juan Carlos Della Gaspera es propietario del parador Vladimir, que se ubica frente a la Estación Fluvial. Según le contó a La Capital, la actividad allí se viene desarrollando con cierta normalidad, aunque se puede notar alguna merma en la concurrencia de visitantes. "Por el momento, y debido a la suspensión de la lancha-taxi, estamos recibiendo sólo a embarcaciones particulares", comenta.
El complicado curso del río ha cambiado por completo el itinerario de estos comercios que le han dado vitalidad a los terrenos isleños en los últimos años. Aún así, Della Gaspera asegura que "todos los años hay que agregar arena para reconstruir la costa", aunque aclara que éste debió redoblar la cantidad para poder agregar una buena porción de esparcimiento para los visitantes.
Con respecto al futuro, se esperanza con el desenlace de este mal momento: "Seguro que se va a normalizar. Vemos que está creciendo poco, por lo que estamos a la expectativa".
Hacia el norte se encuentra el parador Martín Pescador, frente a la Florida "paga". Su dueño, Martín Ortíz, ve el panorama un poco más negro. "La cosa está complicada. El río está muy alto y hay poco lugar de esparcimiento. Nosotros hacemos lo posible para lograr un buen margen de playa", cuenta quien maneja este parador desde hace varios años junto a su familia, todos residentes de la isla.
Al contrario de lo que sucede en Vladimir, los Ortíz reciben tanto embarcaciones particulares como lanchas-taxi, ya que el servicio en la Florida "bajó, pero no se suspendió". Además, agrega que tuvo que recomponer unos "mil metros cúbicos de arena para lograr una playa de, aproxidamente, 60 metros de profundidad por 40 de ancho". Asegura que el mismo río "se va comiendo y va rompiendo la costa con el viento y el oleaje que provocan los barcos".
Allí está prohibido que las embarcaciones, tanto lanchas particulares como barcos cargueros, pasen a gran velocidad por los lugares donde hay gente. Por eso, pide que se solidaricen con la situación de los isleños y reduzcan la velocidad de los navíos. De esta manera se previenen las olas, principales "imanes" de camalotes y residuos.
Cambios de agenda. Para encarar una buena temporada, al clima hay que acompañarlo, si es posible, con algún show: es un muy buen aliciente teniendo en cuenta el contexto isleño y el calor del verano.
Sin embargo, Della Gaspera tuvo que hacer un corrimiento de algunos shows en vivo que tenía previstos para este mes. "Algunos están en stand by. Otros decidimos pasarlos para febrero. No se puede asegurar nada con el río en este estado".
Por su parte, Ortíz tiene otra apertura comercial debido a su condición de habitante de la isla: alquila alguna de las tres habitaciones que posee su casa, en caso de que los visitantes deseen quedarse a pasar la noche. "En este momento mi casa no está anegada, por suerte. Pero, por el tiempo, no se ha quedado nadie", cuenta. "Es una lástima que tengamos que hacer todo solos. Nuestro parador está sobre uno de los pocos humedales que hay en Latinoamérica y, lejos de ayudar, el municipio nos cobra impuestos urbanos, siendo esta una zona subrural", agrega.
Tanto Ortíz como el resto de quienes conviven día a día con la isla asumen que todo será cuestión de tiempo y paciencia.
Guardavidas desafectados
La pronunciada creciente del río Paraná también azotó a los guardavidas de La Florida. El problema de las playas cerradas y el faltante de gente trajo aparejado poco trabajo para ellos. Según le confió una fuente policial de la zona a La Capital, seis bañeros fueron desafectados de sus trabajos debido al poco movimiento en la costa. Aunque, en cuestión de horas, todos fueron reincorporados, al parecer, para evitar medidas de fuerza de sus compañeros.