A pocos días de que el ministro de Cultura de la provincia, Jorge Llonch, afirmara su intención de retomar el proyecto de ampliación de la sede histórica del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, la Municipalidad puso sobre la mesa una alternativa que no descarta el megaproyecto en el edificio histórico, pero que afirma podría realizarse en el corto plazo y resolvería uno de los problemas centrales que tiene actualmente el museo: la falta de depósitos y condiciones adecuadas para la guarda de las más de 5 mil obras de su colección. Se trata de la reconversión y apertura de los silos que actualmente son parte del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), que por otra parte recalcan institucionalmente es "hijo del Castagnino" y es Castagnino+Macro, para utilizarlos en parte como guarda del patrimonio de ambos museos y el resto, como espacio de laboratorio y exposición.
El vocero de la propuesta fue el secretario de Cultura municipal, Dante Taparelli, quien dejó en claro en varias oportunidades que "una propuesta no excluye a la otra", y señaló que "este proyecto termina de unificar institucionalmente al Castagnino y al Macro".
"En lo concreto, la idea es que eso se lleve adelante haciendo de bulevar Oroño un puente entre los dos edificios. ¿Cómo? A través de un paseo de esculturas a lo largo de todo el bulevar entre uno y otro edificio", indicó.
Esas circunstancias, que además ya se habían dado en otra ala del edificio en febrero de 1937, repusieron en el inicio de este año la discusión sobre la ejecución del megaproyecto de ampliación para la sede histórica del parque Independencia. Un proyecto concursado en 2017, licitado y adjudicado en la primera de sus tres etapas durante la gobernación de Miguel Lifschitz, y suspendida durante los primeros meses de la gestión de Omar Perotti.
Espacio abierto y circular
Los silos y la estructura de Oroño y el río que levantó Ermete de Lorenzi, una referencia de la arquitectura del siglo XX, como parte de la que fue el área portuaria de la ciudad se convirtieron en noviembre de 2004 en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, una segunda sede del Mueso de Bellas Artes que pasó a llamarse Castagnino+Macro.
Si bien desde entonces las ocho torres tubulares utilizadas originalmente para el almacenamiento de granos son lo más simbólico del edificio, la colección de arte se despliega en la torre lindera de diez pisos que se utilizaba para tareas administrativas, donde actualmente siete niveles se usan para exposiciones; en tanto, los tres restantes, junto con los subsuelos, son áreas administrativas y depósitos.
"Todo el que llega allí lo hace con la ilusión de entrar a esas estructuras circulares, la idea es poder justamente hacer realidad esa ilusión, lo que permitiría en una obra de menor costo ampliar espacios y dar respuestas a las necesidades urgentes de guarda que tiene el Castagnino", señaló Taparelli.
De acuerdo al proyecto, ya trabajado por la Secretaría de Planeamiento, se abrirían para su uso las ocho estructuras tubulares, cada una de nueve metros de largo por 50 de alto. Una de ellas se mantendría exclusivamente como espacio de guarda de obras del Museo Castagnino y también del Macro.
"Las condiciones de conservación en esos espacios son las ideales porque justamente fueron construidas para eso, allí se guardaban granos y, de hecho, ese espacio con condiciones de climatización, seguridad y toda la tecnología necesaria permitirá tener las obras del Castagnino y también del Macro, que actualmente están en algunos casos en subsuelos donde también persisten problemas de humedad", indicó el secretario de Cultura.
Con esto, los espacios restantes se convertirían, con diferentes niveles, en algunos casos unidos e incluso en otros manteniendo sus 50 metros de altura en enormes espacios de exhibición. "La apuesta es que sea un enorme laboratorio de arte contemporáneo", explicó Taparelli y detalló que el espacio tendría un ingreso desde la avenida de la costa, a través de una rampa, de modo tal de garantizar el acceso de las obras.
Hacia adentro, con las estructuras ya existentes, "se trata de llevar adelante una obra seca de estructuras de hierro en diferentes niveles, al estilo Guggenheim, y que tendrán un ingreso independiente además de la actual entrada con la que ya cuenta el museo".
Dar respuesta al Castagnino
Para Taparelli, en tiempo, inversión y factibilidad, la iniciativa no solo "completará el proyecto Castagnino+Macro", sino que además permitirá "dar una respuesta en el corto plazo" a las necesidades actuales que tiene el edificio histórico del museo de bellas artes del parque Independencia.
"La propuesta no solo provee al Castagnino de un espacio adecuado de guarda para su colección, sino que además con el traslado de la biblioteca y el archivo del museo a la Casa Vanzo, que ya está en marcha con las licitaciones del equipamiento, se desocupará gran parte de las dependencias del edificio que podrán pasar a utilizarse exclusivamente para exposiciones", detalló Taparelli.
Además, el Instituto de Investigación, Conservación y Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo pasaría a funcionar en el espacio de la biblioteca y, según indicó el secretario, allí trabajaría "tanto con las obras de la colección Castagnino como de la colección Macro".
Es más, el cálculo del secretario de Cultura es que con estos movimientos el edificio diseñado por Hilarión Hernández Larguía recuperará casi el 50 por ciento de su superficie para exposiciones y actividades.
A su criterio, esta respuesta, para la cual se buscaría financiación privada, "no descarta para nada" los posibles avances que tenga el proyecto original de ampliación del edificio del parque Independencia, aunque la consideró necesaria como "unificación institucional" de ambos espacios de arte.
Tal es así que en el proyecto, ese hilo conductor de un espacio al otro está plasmado a lo largo del bulevar Oroño, convertido en área de exposición de esculturas.
"La propuesta es que a través de concursos, año a año, esas 20 cuadras que separan una sede del museo de la otra se completen de esculturas colocadas sobre los canteros verdes del bulevar y plasmen un recorrido que, junto a los museos, conformarían un tríptico de arte en la ciudad", detalló.
Convencido además de que "la propuesta fortalece al Castagnino" y en el marco de la discusión del megaproyecto de ampliación del edificio original, Taparelli consideró que el paso que debería dar la Fundación Amigos del Castagnino, uno de los actores centrales que reclama la activación de esa obra, "es el de pagar el proyecto del estudio cordobés ganador del concurso para que eso pase a ser propiedad del municipio y permita a la ciudad gestionar los financiamientos".
Así, mientras el Ejecutivo municipal pone a jugar esta nueva carta, habrá que esperar cómo avanza el compromiso del ministro de Cultura de la provincia de retomar las obras frenadas. Por ahora, las discusiones no salen de los papeles.