Tanto el intendente Pablo Javkin, como el gobernador Maximiliano Pullaro, entendieron al acto del Día de la Bandera como un trampolín del concepto "Rosario renacida", una ciudad que estuvo en penumbras, que deambulaba acorralada por la inseguridad y que, ahora, hasta proponen como “capital del interior”.
Era esperable que ambos mandatarios, en tándem, se enfocaran en exhibir el cambio positivo de la ciudad en un marco festivo, pacifico y bajo un símbolo patrio. Hasta el cielo soleado ayudó a la idea de "renacida" que tanto profesan como estrategia comunicacional.
Javkin se encargó de contrastar entre el presente y el pasado reciente, de hace apenas año y medio, entre una ciudad desangelada y desprotegida, y la que “vamos a jugar con nuestros chicos rodeados de luces blancas y azules”. Todo bajo el efectivo latiguillo “Volvió Rosario”.
Día de la Bandera, sol y Rosario
“Antes se hablaba de Rosario para contar muertos. Ahora: que vuelven los ídolos, las fiestas y los eventos. Antes, los viajeros nos preguntaban si podían venir. Hoy nos preguntan si se pueden quedar unos días más”, ilustró el intendente, en un discurso en el que volvió a la vehemencia. Claramente, los logros y el respaldo del gobernador sumaron este año a ese tono.
En el ensayo de contrastar dos épocas, señaló -con evidente encono- a quienes habían dejado a la deriva a la ciudad: “Todos sabemos lo que hemos vivido y no lo vamos a olvidar. Rosario sufrió mucho. Pagamos con vidas el abandono de algunos, pagamos con horror el silencio cómplice de otros. Soltaron presos, liberaron las cárceles, nos dejaron solos en manos del terror”.
“Pero pesa sobre sus conciencias una certeza: Belgrano nunca hubiera hecho eso. Nuestros padres fundadores nunca abandonaron a su gente en medio de una batalla. Ellos sí lo hicieron. No tienen perdón”, continuó.
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Día de la Bandera. Miles de chicos hicieron la promesa de lealtad a la enseña patria.
Foto: La Capital / Sebastián Suárez Meccia.
El ambiente de logros mencionado hasta animó a pasarle factura al presidente Javier Milei, ausente en el acto al pie del Monumento. “Acá deberían estar cada 20 de junio los líderes nacionales a la vera del río. Los esperábamos para agradecerles el aporte a nuestra paz recuperada, para contarles todo lo que estamos haciendo y también para pedirles que no paren las obras que les corresponden”, reprochó el intendente.
Al margen del fastidio demostrado, le convino tanto al intendente como al gobernador para emitir su mensaje lo más limpio y claro posible. “En este país donde algunos insultan y agreden -sostuvo Javkin-, acá nos unimos en la paz que estamos recuperando. Acá la gente buena no malgasta la fuerza en un agravio: la usa para pelear contra las mafias”.
El concepto de pacificación también fue tomado por Pullaro como una primera etapa. Retomó la idea de “ciudad abandonada por el gobierno nacional anterior” en materia de seguridad, pero que se está “poniendo de pie, recuperando el orgullo y la autoestima”.
La segunda etapa es la de la “reconstrucción” de las “grandes obras, de la Rosario cultural, turística y del deporte”, dijo el gobernador.
Y, en esa línea, redobló la apuesta: “La etapa en que Rosario se convertirá en la capital del interior de la República Argentina”.
Con un tono de federalismo, pidió no dejar que “desde Buenos Aires nos roben el protagonismo de la historia”, para luego sentenciar: “Somos esta ciudad que volvió a ponerse de pie y que exige protagonismo en nuestro país”.
La "renacida"
Rosario encontró una narrativa: la renacida. La daban por muerta por sus muertos, valga el juego de palabras, y empieza a levantarse. Una recuperación después de haber sido castigada por la violencia y también por desidia política.
“Que nadie se anime nunca más a abandonar a Rosario. Que nadie se anime nunca más a insultarla. Que nadie se anime a tratar de frenarnos. Volvió Rosario”, finalizó el intendente.