Esta semana se realizará en la ciudad el primer juicio oral y público por mala praxis contra un médico acusado de homicidio culposo por su atención fallida a Maximiliano Iñiguez, un joven de 21 años que en abril de 2014 murió por una infección generalizada, tras haber sufrido una fractura en una pierna luego de un accidente de tránsito. El debate oral comenzará hoy, alrededor de las 8, en el Centro de Justicia Penal (CJP), más allá de que la querella impulsa cinco años de condena y la inhabilitación de diez años para ejercer la profesión, todo indica que la Fiscalía pedirá tres años de prisión condicional e inhabilitación por cinco años.
Tras más de siete años de la muerte de Maxi Iñiguez, el traumatólogo Sebastián S. estará sentado en el banco, acusado de mala praxis en la atención a este paciente de 21 años. Según el Ministerio Público de la Acusación (MPA), es el primer juicio oral y público en Santa Fe por mala praxis de un profesional de la medicina, y por eso reúne también grandes focos de atención en la sociedad rosarina.
El joven había sufrido una fractura de tibia en un accidente de tránsito ocurrido el 9 de febrero de 2014, en Villa Gobernador Gálvez. El diagnóstico era fractura expuesta de tibia y peroné en la pierna izquierda. Tras ser asistido en el Hospital Provincial, al otro día fue derivado por su obra social de gastronómicos al sanatorio Los Alerces (ex Julio Corso), en San Juan al 3034.
Maxi trabajaba en la Cocina Centralizada, tenía novia, padres, cuatro hermanos y estudiaba. En el sanatorio pasó tres días hasta que el médico traumatólogo tratante, Sebastián S. S., programó para el 13 de febrero una cirugía para colocarle un tutor externo, cuyo objetivo era estabilizarle la fractura.
El joven volvió a terapia intensiva con la herida suturada. A sus familiares se les informó que la intervención había sido satisfactoria. Pero los terapistas notaron que algo no andaba bien y se lo informaron al médico cirujano tratante. Según estudios y relevamientos posteriores, el paciente presentaba “tumefacción” (hinchazón). Como se le abrieron algunos puntos de la herida, a las tres de la madrugada del día siguiente fue sometido a una segunda intervención quirúrgica para ampliar la fasciotomía (limpiar la zona).
Ese 14 de febrero el joven sufrió un paro cardiorrespiratorio. En medio de la angustia de la familia por el inesperado agravamiento del cuadro, al volver a la terapia, donde ingresó compensando pero con asistencia mecánica, se agravó el cuadro infeccioso.
Entonces los profesionales decidieron amputarle la pierna izquierda. De ese trance salió en coma, y con severos daños neurológicos. Después de esa última operación, el estado del paciente nunca se revirtió. Experimentó una leve mejoría, volvió a una sala común en marzo, pero se complicó y debieron nuevamente regresarlo al área de terapia.
Tras agonizar un mes, Maximiliano murió el 16 de abril de 2014 por otro paro cardíaco provocado por la sepsis (infección) generalizada. El desconsuelo por el repentino y fatal desenlace atravesó a toda la familia, que desde que se complicó el cuadro sospechó de un abordaje médico desacertado.
“No fue fácil”
María Alejandra Giménez, la mamá de Maxi, nunca dejó de luchar y reclamar Justicia con sus otros hijos, amigos y familiares en múltiples marchas a Tribunales y también a la puerta del sanatorio. “Seguimos luchando mucho para que mi hijo descanse en paz, que el asesino cumpla la pena que merece y no mate más a nadie”.
“Después de más de siete años, seguimos pidiendo justicia. Fue muy difícil hace oír nuestra voz. Como familia sabíamos lo que había pasado, pero no fue fácil. Queremos agradecer a la gente que acompañó nuestra lucha, familia, y amigos”, expresó la madre.
“Estamos seguros de que la muerte de Maximiliano fue negligencia médica, hay estudios médicos de especialistas que llegaron a la conclusión de que su muerte se debió a que no hicieron lo correcto en el momento indicado, en medicina legal y en la facultad de Medicina. Ahora esperamos que los jueces confirmen lo de los especialistas”, afirmó la mamá.
“Yo solo quiero que la Justicia sea justa”
En la jornada previa al inicio de esta instancia judicial, María Alejandra, la madre de Maxi, confió: “Yo me la paso llorando, porque esto nos hace remover todo. Esto es algo muy duro para toda la familia. Mañana (por hoy), tengo que declarar y contar el sufrimiento y la agonía que atravesó mi hijo. No es nada fácil. En este momento, yo solo quiero que la Justicia sea justa”. Después de siete años del fatal episodio, repitió que “es muy doloroso remover todo otra vez, porque como familia todavía no pudimos hacer el duelo, tuvimos que hacernos fuertes y seguir adelante, a pesar de todo, desde el dolor”.
Y expresó con su tono de voz cortado, “realmente es muy difícil todo esto. Más allá de todo, confiamos en la Justicia terrenal, y también en la Justicia divina”.
En relación a la modalidad que tendrá este primer juicio oral y público por mala praxis, la madre comentó ayer que “después de tantos años de dolor, de sufrimiento y de agonía, el nuevo sistema propone algunos cambios. Ojalá que todo sea a favor nuestro, del lado de la justicia”.
“Mi hijo está bajo tierra y el médico sigue haciendo su vida como si nada. Queremos que pague, que diga la verdad, que se haga responsable por lo que hizo”, exclamó la madre entre lágrimas.