Baterías y ruedas de los autos estacionados frente a los domicilios, motos a punta de barretas; mochilas y celulares de los chicos que van al Club Libertad (Felipe Moré 1150), pertenencias varias a quienes esperan el colectivo y mercadería a los comerciantes.
Ese es el botín de los arrebatos diarios y a toda hora. Lo mismo parece repetirse en otros barrios como Matheu, al sur de Rosario, o Arroyito, al norte, donde los vecinos salieron este lunes a visibilizar sus reclamos.
Pero en Azcuénaga, sin ir más lejos esta semana también se inició con un escruche a un domicilio de 3 de Febrero 5025. Quedó todo revuelto y no se supo oficialmente qué faltó. El jueves pasado, en Felipe Moré 1265, se llevaron dos motos. Y el sábado, intentaron robar otro ciclomotor en un local de Felipe Moré 1227.
De todos esos hechos muchos ya escribieron la sentencia. "Son los negros del Refugio" o "son los pibes de la Estación, hay que matarlos a todos", son solo dos de las expresiones del vecindario.
Otros residentes prefieren realizar las denuncias en la comisaría 14ª o en el Centro Territorial de Denuncia de Mendoza al 3500. Aunque algunos, no prejuzgan pero ya bajaron los brazos: dicen que ni van a la comisaría porque si dejan el negocio solo, les roban. Tal el caso del dueño del vivero que está desde hace tres años en la esquina de Mendoza y Felipe Moré.
Robo de plantines
"Los veo pasar todos los días por acá a quienes me roban, no lo hacen a mano armada, no son criminales, pero se sientan en el tapial, lo saltan y se llevan las plantas que tal vez vendan por el barrio. A mí me llevás un limonero y pierdo 4 mil pesos y me hacés daño, por eso los tengo atados a los plantines", dice el comerciante señalando la mercadería puesta en la vereda.
Su pareja se suma al diálogo y dice que es parte de un Whatsapps (Alerta Activa Vecinos) donde se enteró que este último domingo a la mañana le robaron a una cajera de una panadería del barrio.
Otra vecina dijo que en el mismo espacio virtual un residente advirtió al resto, con beneplácito, que lo había parado la policía en Felipe Moré al 1400 por "control de la gente que vive en la vía" y por las reiteradas denuncias al 911. Un gesto similar al que presenció este diario cuando en mediaciones de la plaza Ciro Echesortu, paradas de los colectivos 138 y 139, y puerta de la Vecinal La República (Paraná y 9 de Julio) dos mujeres policías motorizadas hicieron una breve recorrida.
Un hombre que estaba enseñándole a andar en moto a su hija dijo: "Si querés buscar un culpable y tirarle todo el fardo a los pibes que están acá o a los del Refugio se puede, qué te van a robar, no tienen nada. MIrá ese pibe: duerme sobre cartones y tapado con trapos. Acá el peligro son los que manotean en moto, pero andá a agarrarlos", desafió antes de agregar, "ahora pasan porque están ustedes sino no se ve presencia policial o están un rato descansando o tomando café en la YPF, todos los vemos".
El surtidor de combustible es una referencia en el barrio y parece que también los ojos de los atracos.
"El otro día un muchacho hacía la cola en el cajero mirando el celular y pasó uno en una moto y se lo arrebataron. Así, en dos segundos a la vista de todos", cuenta un empleado mientras otro sindica como responsables a "los pibes de la vía".
"Se drogan, están al cuete todo el día, vienen acá a usar los baños, los dejan hechos una mugre y aprovechan que no hay nadie vigilando y al que cazan le roban", agrega.
La posición de testigos no libró a la YPF de los hurtos. Antes de las fiestas le robaron a la estación de combustibles las reposeras que tenían sobre las veredas. Ahora hay sillas, pero no se sabe por cuánto tiempo.
Frente a la estación hay una parada de taxistas, quienes también aportan datos.
"Al Fatiga le afanaron el celular mientras estaba estacionado", dice uno. Otro chofer comenta que "con el Refugio todo empeoró, ya estaban los de las villas de alrededores y esto fue lo peor".
Y en diagonal a los taxistas, la tienda. La mujer que atiende bajo llave dice que un día dejó su auto a la sombra, detrás de la parada y le robaron la batería.
"Yo a las 13 y a las 19.30 cierro y me voy. Ni loca me quedo sola por acá después de esas horas, por más que sea una esquina muy transitada", dice la mujer con algo de temor y luego asegura que "ya no quedan pomos de bronce en las puertas de las casas antiguas: se los robaron todos".
Un dato policial que deriva en uno histórico del señorial barrio Las Rosas (luego Mendoza y finalmente Azcuénaga) de principios de siglo pasado, nacido al lado de barrio Belgrano, pero hacia el centro. La zona tuvo los primeros loteos para viviendas trazados escalonadamente hacia el sur y entre sus propietarios estaban los hermanos Julio y Faustino Infante. El primero abogado e intendente de Rosario (1912-1913). Los infante, en uno de sus extensos predios, construyeron una mansión con pileta, mirador y jardines. El perímetro se cerraba con cadenas por la noche, para evitar el ingreso de animales sueltos. Hoy las cadenas son reemplazadas por rejas, perros y alarmas.
El Refugio
El coordinador del dispositivo de Intervención de Calle del municipio, Alan Clarion, responsable de los 40 varones mayores del Refugio que se abrió en mayo del año pasado, dijo algo similar.
"Nunca tuvimos casos delictivos asociados con estos alojamientos. Además las personas son requisadas por la policía: no entran con armas ni drogas. Sí debo reconocer que hubo quejas de personas que viven en la cuadra que decían que quienes asistían dejaban todo sucio de comida o hacían sus necesidades en los alrededores. Pero fuimos trabajando con los vecinos y eso fue mejorando".
Quienes pernoctan, cenan e higienizan allí ingresan entre las 19 y las 21 y se van a las 8. Qué hacen luego no se sabe a ciencia cierta. El destino es variable. "Pero nadie puede asegurar que son los responsables de los hechos delictuales del barrio", insistió Clarion.
Un vecino que vive frente al Refugio y a la ex tabacalera Colón y ex Cocina Centralizada (Felipe Moré al 900) le da de tomar agua a un perro de la calle y dice: "Acá los vecinos padecíamos grandes colas porque la gente llegaba muy temprano al refugio, sí había desorden y algo de mugre pero yo no conectaría esto con los robos que sí son cada vez más y a toda hora".
La presidenta del Club Libertad, Gabriela Kaplan, asegura que a más de un niño o niña socio les han quitado los celulares a la hora de la siesta o cuando van a la heladería. "Nosotros les aconsejamos que no anden solos, sino más bien en grupos o con personas adultas". Una mujer mayor que anda con varias bolsas en las manos y la escucha agrega y se señala el corpiño: "Yo por las dudas al celular lo escondo, me lo pongo acá".
A varias cuadras de allí, hacia el sur una mujer que vive en Montevideo al 5500 cuenta que un técnico de un canal de televisión local que vive en el barrio se ausentó una noche y le entraron a la madrugada y le robaron el plasma y le revolvieron todo.
"Acá en este barrio los robos no son de ahora por el Refugio, suceden desde hace años, y no hay seguridad. Siempre estamos con el Jesús en la boca, cuando mis hijos salen debemos estar a la espera de su llegada en la puerta. Fijate, en Felipe Moré y Pellegrini hay un patrullero y cuando se ausenta comienzan los estallidos de vidrios de las ventanillas de los autos, algo que parecía haberse saldado y recomenzó".
Dos hechos criminales
Dos hechos criminales se recuerdan con dolor en el Azcuénaga. Uno ocurrió en octubre del año pasado, a las 19, cuando una pareja de limpiavidrios atacó brutalmente al mecánico Patricio Gigena, de 82 años en Montevideo al 5800. El hombre fue abordado por una pareja (Walter Varela y Brenda Barreto, ambos de 30 años) que lo consultó por una batería, luego le exigieron que les diera sus pertenencias y posteriormente lo golpearon con un palo.
La imagen de los atacantes quedó filmada en una cámara. Se los ve saliendo del lugar con una batería envuelta y valuada en algo más de 20 mil pesos, en ese momento. El hombre falleció luego de cuatro días de agonía.
El otro hecho ocurrió en 2020 y por azar solo a una cuadra del Azcuénaga: en Santa Fe al 5000. Y tuvo como víctima a una leyenda rosarina del fútbol argentino: Tomás "Trinche" Felipe Carlovich, a quien lo tiraron al piso para robarle la bicicleta, dio la cabeza en el asfalto y el atraco tuvo un desenlace fatal.
Dos hechos que dejaron cicatriz en el vecindario que pide a los gritos "contención", para evitar que los vecinos se peleen entre sí y contra las personas que viven en situación de calle y "protección".