A principios de abril, la Sociedad Argentina de Cardiología hizo el primer llamado de atención a los argentinos y advirtió que los pacientes con antecedentes cardiovasculares o riesgo de enfermedad cardíaca habían dejado de asistir a las consultas habituales o no habían cumplido con estudios previstos, lo que iba a traer consecuencias serias. La cuarentena estricta y el temor a contagiarse Covid-19 empezaban a alejar a la gente de los sanatorios y hospitales.
En Rosario, los especialistas decían en una nota publicada en La Capital: “Vemos que muchas personas están soportando síntomas como dolor de pecho o taquicardia, que pueden derivar en un grave problema que los lleve a la muerte”.
Hoy, a cinco meses de convivir con la pandemia en el país, un estudio europeo del que participan 30 centros médicos especializados de la Argentina (denominado Stent Save a Life) y que incluye datos de Rosario, arrojó una cifra alarmante: la mortalidad por infartos se duplicó. La comparación se hizo entre el 20 de marzo y el 30 de junio de 2019 contra el mismo período de 2020.
Esta semana, el fallecimiento del relator de fútbol Osvaldo Wehbe, a los 63 años, a causa de un accidente cerebrovascular, y del periodista deportivo Marcelo Baffa, por un paro cardiorrespiratorio, a los 61 años, conmovieron y alertaron a la población. Un día antes, y a los 59 años, había muerto de un infarto Sergio Nardelli, CEO de Vicentin, noticia que también generó un gran impacto.
Lo cierto es que no son casualidades, porque, lamentablemente, los cardiólogos están viendo situaciones complicadas a diario: personas que demoran el llamado a la emergencia por miedo a que los internen y arriban finalmente a una guardia con complicaciones cardíacas graves; pacientes que sacaron turnos pero nunca se hicieron los estudios que les indicó el médico, enfermos crónicos que abandonaron sus terapias.
El panorama es sombrío no solo entre los adultos mayores, los más afectados habitualmente, sino que también se observa en hombres y mujeres de 50, 60 años, e incluso de menor edad.
Complicados
Pedro Zangronis, cardiólogo, coordinador del Grupo Integrado de Trabajo Municipal y Provincial para el Tratamiento del Infarto Agudo de Miocardio (IAM), dijo ayer a este diario que “gracias a ese estudio recibimos información en tiempo real y pudimos observar que la mortalidad por infarto es del doble que el año pasado”.
El profesional agregó: “Las personas, cuando llegan, lo hacen tardíamente, y el tiempo es vital. Entonces, cuando los intervenimos ya están en un estado complicado, de mayor complejidad, con más arritmia”.
“Tenemos pacientes a los que atendemos con insuficiencia cardíaca que quizá hace tres días que estaban con síntomas, entonces los recibimos ya con edema de pulmón y otras complicaciones que hacen casi imposible su recuperación”, señaló. “La gente tiene miedo de contagiarse Covid-19 y termina muriéndose en su casa por infarto u otras dolencias del corazón”, dijo, tajante, Zangronis.
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el mundo. Cada año mueren 18 millones de personas por esta causa, el 31.8% del total de todas las muertes. “El infarto agudo de miocardio es su presentación más temible. Se produce cuando una arteria coronaria se ocluye con un trombo (coágulo) y lleva a la muerte del tejido cardíaco”, explicó el médico.
La pandemia sin lugar a dudas está empeorando esta situación. “Por eso pedimos a la población de todas las edades que no espere, que esté atenta a la sintomatología y que si tiene consultas o estudios pendientes los realice”, puntualizó Zangronis.
También se detuvo en la situación de las mujeres: “Antes de la menopausia tienen la protección hormonal, pero luego empatan o superan a los varones en eventos cardiovasculares, con la particularidad de que suelen hacer síntomas menos comunes y por lo tanto no consultan. También hay más errores en los diagnósticos médicos, por este mismo motivo”.
El cardiólogo intervencionista Aníbal Damonte comentó: “A fines de marzo, principios de abril, ya veíamos que la gente había dejado de concurrir al consultorio del cardiólogo y anticipábamos un panorama complejo. Hoy tenemos mediciones muy rigurosas, como la del estudio del que participan la Sociedad Argentina de Cardiología, la Federación Argentina de Cardiología y el Colegio de Cardiólogos Intervencionistas que trabajan en esta iniciativa multicéntrica y que revelan un importante incremento de muertes por infarto”.
“En Nueva York, por ejemplo, los sistemas paramédicos empezaron a identificar durante la pandemia un exceso de muerte súbita atribuible a enfermedad coronaria”, comentó el médico, como dato también relevante. “Mucha gente se muere en su casa, sin siquiera llegar a un centro especializado”, reflexionó.
Damonte hizo referencia a otros problemas vasculares que pueden tener consecuencias graves como la aneurisma de aorta o enfermedades de las válvulas. “En Europa lo han evaluado en este tiempo, y es mayor el riesgo de muerte por demorar una cirugía de válvula que por Covid-19”, dijo.
“Los chequeos preventivos tampoco se están cumpliendo. Estamos retrocediendo lo que lorgamos en los últimos 15 años”, alertó. Y comentó que las consultas han caído hasta un 80% en los últimos meses.
Freno peligroso
Marcelo Cardona, cardiólogo, especialista en electrofisiología, confirmó que el temor al contagio del nuevo coronavirus puso un freno peligroso en la población que dejó de asistir a consultas médicas que resultan indispensables. “El infarto, el ACV, son tiempo-dependientes. La asistencia debe ser precoz para obtener los mejores resultados. Demorar la visita al médico o no llamar a una emergencia puede resultar extremadamente grave”.
El médico comentó que cuando Rosario estuvo con muy pocos casos de Covid-19 se había notado un regreso de los pacientes a los sanatorios y centros médicos pero en los últimos 15 días “disminuyó notablemente, otra vez”.
“También bajaron las internaciones en unidad coronaria y esto no es justamente porque los pacientes están bien, sino porque muchos ni siquiera llegan a tiempo”, destacó el especialista.
Los cardiólogos consultados por este medio coincidieron en que hay un enorme estrés en la población a causa de problemas económicos, y un mayor consumo de bebidas, cigarrillos y alimentos no saludables producto del encierro. Además, no se está haciendo actividad física. Todo esto, sumado a la falta de controles médicos básicos, está provocando una situación que definieron como “extremadamente preocupante”.