Hannah Jones tiene apenas 13 años pero tomó una decisión que la mayoría de los adultos temen: la niña británica gravemente enferma prefiere morir con dignidad que dejarse trasplantar un corazón.
Hannah Jones tiene apenas 13 años pero tomó una decisión que la mayoría de los adultos temen: la niña británica gravemente enferma prefiere morir con dignidad que dejarse trasplantar un corazón.
Ahora consiguió, en contra del consejo médico, que la dejaran renunciar a la operación de trasplante de corazón que le podía haber salvado la vida. "No quería pasar por ninguna operación más. Estaba harta de hospitales y quería ir a casa", dijo Hannah al diario inglés Daily Mirror.
La adolescente logró el derecho a rechazar una operación de corazón que podría salvarle la vida después de que las autoridades de salud renunciaran a emprender acciones legales para obligarla a someterse a un tratamiento.
Hannah sufre una enfermedad terminal y logró persuadir a los médicos del hospital Herefordshire para no verse forzada por la ley a someterse a un arriesgado trasplante, después de que la joven decidiera que quiere pasar el tiempo que le queda con su familia.
"Ellos me explicaron todo pero yo no quise someterme a más operaciones", dijo Jones.
Tras conversar con la chica, el hospital de Hereford, en el oeste de Inglaterra, desistió de sus planes. El hospital analizó la posibilidad de obligar a Hannah a la operación llevando al caso al Tribunal Supremo. La familia espera ahora que su hija pueda vivir al menos otra Navidad.
Agujero en el corazón. Hannah, a la que se le diagnosticó a los cuatro años un tipo extraño de leucemia, tiene un agujero en el corazón. Este se produjo luego de que fuera sometida a una quimioterapia. El corazón, sin embargo, no se recuperó ni siquiera cuando Hannah dejó de tomar los fuertes medicamentos. Por eso, los médicos querían implantarle un corazón nuevo. E imponer esta medida, en caso de ser necesario, por la vía judicial. Además, la oficina de protección del menor amenazó con quitarles a los padres de Hannah la custodia sobre la niña, para que pudiera realizarse el trasplante. "Estaban dispuestos a buscarla. Estábamos todos consternados", relató el padre, Andrew Jones, de 43 años.
Y es que las perspectivas de éxito tras la operación eran inciertas. A la familia le fueron explicados los riesgos del trasplante: podía ser mortal o podía debilitar tanto el sistema inmunológico de la niña, que hubiera dependido de medicamentos de por vida.
"Hannah vivió muchos traumas", dijo su padre. Desde los cuatro años pasó la mayor parte del tiempo en hospitales. Su corazón sólo bombea al diez por ciento de su capacidad normal. Los médicos le dan sin trasplante sólo medio año de vida.
"Es indignante que la gente del hospital pensara que no queremos lo mejor para nuestra hija", dijo el padre de Hannah. Su hija padecía mucho ante la idea de tener que ser trasladada ante un tribunal.
A último momento, Hannah logró convencer a los funcionarios de la oficina de protección del menor de que prefería morir antes que seguir sufriendo. "Hannah debe haber hecho bien su trabajo de convencerlos. Ella sabe que puede cambiar de opinión en cualquier momento y volver a la lista de espera", dijo el padre.
La madre de Hannah, Kirsty, de 42 años, una ex enfermera de cuidados intensivos, explicó que si su hija se somete a un trasplante seguramente necesitará otro en cinco años. "Hannah ha sufrido muchos traumas y estoy bastante conforme con la decisión que tomó. Creo que para ella fue lo correcto", dijo.
"Valiente y audaz". En una carta a su familia, la unidad de atención primaria del Hospital Herefordshire concluyó que una orden judicial no era apropiada. El jefe de la administración del hospital aseguró que "Hannah es una joven mujer valiente y audaz". "Parece haber entendido la seriedad de su estado. Reconoció que puede morir".
"Las opciones de tratamiento se discutieron y Hannah pudo expresar sus puntos de vista de que no quería volver al hospital para recibir tratamiento cardíaco", sostuvieron las autoridades del hospital. "Hannah está muy unida a su familia y desea ser cuidada en casa", concluyó la misiva del hospital. (DPA, AP y Reuters)
Terrible
“Fue muy terrible tomar una decisión, que no le deseas ni a tu peor enemigo”, confió Andrew Jones, de 43 años, el padre de Hannah.