emoción. Un aplauso bajó desde la tribuna cuando ingresó el cortejo, que se mezcló con el llanto de los familiares que estaban sobre el césped.
emoción. Un aplauso bajó desde la tribuna cuando ingresó el cortejo, que se mezcló con el llanto de los familiares que estaban sobre el césped.
Todo Brasil despidió en lágrimas, bajo una lluvia torrencial, a los brasileños muertos en la caída del avión del Chapecoense en Colombia, durante un velorio colectivo realizado en el modesto estadio Arena Condá de Chapecó, en el sur del país, que vivió la peor tragedia aérea.
La atención mundial estuvo en esa ciudad agroindustrial de 200.000 habitantes ubicada a 200 kilómetros de la frontera con Argentina donde se reunieron los familiares de las víctimas, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, la sorpresiva presencia del mandatario Michel Temer y hasta un mensaje enviado por el Papa Francisco a esta comunidad del país más católico del mundo.
La ceremonia, hecha con todos los honores de Estado, sirvió como una catarsis colectiva para soportar el dolor y dar el adiós a los 64 brasileños de las 71 víctimas fatales de la caída del avión que llevaba al humilde ‘Chape' del estado de Santa Catarina a jugar su primera final internacional, de la Copa Sudamericana contra Atlético Nacional de Medellín.
"Este equipo nos unió enseñando lo más valioso del ser humano, este equipo nos enseñó que todo es posible ", dijo entre lágrimas el presidente en ejercicio del club fundado en 1974, Iván Tozzo, durante su discurso.
La imagen era una de las más fuertes por la que pasó esta ciudad: cincuenta féretros distribuidos en una cancha de fútbol de los jugadores que le dieron identidad y buenos resultados al equipo de toda una ciudad.
Todo el estadio, y la ciudad estuvieron en duelo: familias enteras con la camiseta verde del Chapecoense llorando por la calle, buscando explicaciones, sacerdotes católicos, pastores evangelistas, madres del candomblé y hasta un rabino consolaban a las familias, la mayor parte de otras latitudes de Brasil.
Colombia y Atlético Nacional de Medellín, por su solidaridad en la tragedia, fueron homenajeados, e incluso el técnico del Verdolaga de Medellin, Reinaldo Rueda, recibió una plaqueta por parte de la directiva de Chapecó.
El estadio Arena Condá tuvo 20.000 espectadores, lejos de los 100.000 esperados, a causa de la lluvia que apenas paró al fin de la ceremonia, pasadas las 15,30 (14,30 de Argentina).
Pero sin dudas uno de los picos de la emoción en la mañana fue cuando 50 féretros abanderados de verde y blanco ingresaron al campo de juego cargados por soldados del Ejército y la hinchada, en llanto, gritaba "El campeón volvió, el campeón volvió", un clásico cántico que entonan los clubes llamados grandes cuando demuestran buen fútbol.
"Fue una despedida a la altura de nuestros guerreros", dijo Jussara Da Silva Graboski, una empleada administrativa que estaba entre la multitud, buscando respuestas a tamaña tragedia que catapultó el nombre de Chapecoense a nivel global.
"Nosotros nos cruzábamos en la panadería, en los restaurantes con los jugadores y el entrenador Caio Junior, era un ambiente familiar, diferente de los equipos grandes", dijo Mario Schettini, oriundo de Sao Paulo y afincado por decisión en esta región que es líder en la producción de carne procesada a nivel mundial.
El presidente Temer fue uno de los protagonistas de la jornada, ya que había anunciado que no participaría del velorio y sí del recibimiento de los cuerpos en el aeropuerto de Chapecó por temor a silbidos.
"No lo anuncié para no alterar a la gente con el esquema de seguridad", explicó luego el presidente, que se reunió con las familias de las cincuenta víctimas que fueron veladas ayer, para completar sobre "la unión del país en el dolor" y que la fuerte lluvia era "San Pedro llorando por los jugadores".
En total, 19 jugadores más el cuerpo técnico, el entrenador Caio Junior y el preparador Alexandre Paixao, dirigentes y periodistas llegaron ayer a Brasil luego de la tragedia del lunes por la noche, cuando el avión de la compañía Lamia reportó falta de combustible antes de estrellarse en las montañas del estado de Antioquia.
Los féretros llegaron en dos aviones Hércules C-130 de la Fuerza Aérea. Fueron recibidos con honores militares en una ceremonia encabezada por Temer.
El cortejo desde el aeropuerto hasta el estadio Arena Condá provocó, bajo la lluvia, le permitió al a población despedir a sus jugadores, convertidos a partir de ayer en héroes que habían llevado al club a lo más alto de la historia.
En el campo de juego esperaban las familias a sus muertos. Pasados cinco días de la tragedia, igual había tiempo para momentos de emoción y desesperación en algunas madres de futbolistas.
Mientras se discute en Bolivia la responsabilidad de la catástrofe aérea, no hubo menciones al hecho de que el piloto supuestamente intentó ahorrar en gastos de gasolina y escalas en el vuelo.
El presidente de la Fifa, acompañado por los ex futbolistas Clarence Seedorf y Carles Puyol, deseó "fuerza y solidaridad" del mundo del fútbol a los familiares.
Los féretros fueron entrando acompañados con aplausos desde la tribuna y en llanto por los familiares: la cultura futbolera se mezclaba con la despedida íntima de las familias, al lado de personalidades.
Muchas madres, como la de Kempes, el delantero cuyo nombre es en homenaje a Mario Alberto Kempes, dependían del salario del futbolista para vivir en Rio Grande do Norte.
La crisis política brasileña también entró a jugar en la ceremonia: Temer recibió algunos silbidos de las tribunas cuando apareció, pero prácticamente fue ignorado cuando fue anunciado en el estadio.
Infantino y el embajador de Colombia en Brasil, Alejandro Borda, fueron los más ovacionados.
panorámica. La vista del estadio casi en medio del aguacero.