Bruselas.- “Au revoir les vacances”. Adiós, hasta siempre, a las
playas de finas arenas doradas, a los cócteles de gustos y sabores excitantes y al atrevido flirteo
sensual de las interminables noches de verano, emboscados bajo una cómplice sombrilla
multicolor.
Casi 500 millones de europeos miran ya con horror cómo las hojas del calendario van agotando el
mes de agosto, momento por excelencia del asueto estival, para dar paso al temible otoño que
arranca en septiembre con amenaza de pandemia de Gripe A, crisis global y gastos descontrolados
para el colegio de los niños.
Franceses, belgas y suizos la llaman, en un intento cursi por quitarle aspereza al asunto,
“la rentrée”. Es, precisamente, una vuelta o regreso al origen, a las raíces de la
cruda realidad cotidiana. Y es que a pesar del eufemismo galo, esa misma palabra puede definir en
la lengua de Voltaire el retorno de una cápsula espacial a la atmósfera terrestre, con todos los
peligros que ello implica: un golpe mortal.ç
El supuesto “síndrome postvacacional” es, según los expertos, un concepto muy amplio
que describe una incapacidad de adaptación al trabajo al acabar las vacaciones. Esa inadaptación
comporta varios problemas de tipo psicológico o psíquico, los cuales pasadas varios días
normalmente remiten.
Según numerosos estudios, por ejemplo en España padecen este síndrome cerca de un 40 por ciento
de trabajadores, en una franja de edad que oscila entre los 25 y los 45 años de edad.
Pero el dolor psicológico que pueda suponer enterrar las bacanales nocturas, olvidar el
ejercicio etílico desenfrenado, los románticos paseos al borde del mar o el encanto histórico de
los pueblos de la Sierra, no sólo está relacionado con el duelo interno que supone sentir que -al
igual que al bíblico Adán- Dios nos ha querido “echar del paraíso” por haber comido
demasiadas manzanas.
Para los padres, por ejemplo, la vuelta a casa se traduce de inmediato en un golpe para los
bolsillos, derivado de la adquisición de material escolar para sus hijos, cada vez más costoso.
Conscientes de ello, varias grandes superficies inician justo esta semana sus “grandes
ofertas” para compensar el golpe de la “rentrée”.
Por ejemplo, en Francia una gran multinacional ofrece un lote de 18 lápices de color por menos
de un euro, exactamente 0,60 euros, una mochila escolar de plástico por 29,90 euros y una
calculadora por 16,92 euros: el paquete perfecto para un curso “low cost”.
Según un estudio realizado por la organización de consumidores de Francia, los costes de la
vuelta a las clases en este nuevo curso deberían estar cercanos a los 200 euros por alumno de nivel
pre- escolar, 353 euros para un alumno de primaria y de unos 500 euros para un alumno de
secundaria.
En un difícil contexto económico, el gobierno del presidente galo, Nicolas Sarkoy, ha decidido
atacar el problema de la “rentrée” al conceder, entre otras medidas, una contribución
social de 200 euros a las familias más modestas (un aumento de un 3 por ciento respecto al curso
2008-2009), para ayudar precisamente a la compra de material escolar.
Además, según ha dispuesto la secretaria de Estado francesa para la Familia, Nadine Morano,
desde junio pasado 2,9 millones de familias francesas se han beneficiado del “cheque del
Estado” por valor de 150 euros, como contribución a los gastos familiares.
Lo más complejo de asumir en septiembre es que el problema económico que supone el regreso a las
aulas -común a todos los países de Europa- se asocia a un conjunto de síntomas que reflejan, en los
adultos, un estado de ánimo triste, apático, de rechazo a volver al trabajo en muchos casos después
de casi un mes de vacaciones.
Entre ellos, se pueden citar la irritabilidad, la apatía, la ansiedad, el insomnio, la tensión,
las nauseas, las taquicardias, problemas de estómago y las palpitaciones.
Con este catálogo de padecimientos “post vacacionales”, muy similares a los de la
depresión, muchos pensarán que es mejor no hacer las maletas y permanecer en casa, considerado un
espacio vital “libre de síndromes”.
Otra muestra de que septiembre de 2009 será especialmente complejo, son las medidas que en toda
la UE se han tomado para intentar contener una eventual pandemia de gripe A, después de las
complejas situaciones vividas este invierno en el hemisferio sur del globo con esa enfermedad.
Aunque las autoridades europeas no quieren dramatizar, sí instan a ser cautos. Esta semana, por
ejemplo, Francia lanzaba una amplia campaña publicitaria en televisión, radio y prensa además de
distribuir 12 millones de folletos con “consejos básicos” para prevenir la infección
con el virus H1N1, entre ellas “lavarse frecuentemente las manos”.
Tanto Francia, como Bélgica y Holanda, estudian medidas preventivas para atajar un posible brote
de gripe A, entre ellas - como es el caso de Francia- el cierre de algunos centros durante un
período específico y la posibilidad de impartir clases por Internet, para evitar grandes
aglomeraciones de alumnos que favorezcan el contagio.(DPA)