–El barrio fue construido entre 2010 y 2011 y los vecinos empezamos a juntarnos cuando hubo algunos robos de materiales y en casas deshabitadas. Después el grupo siguió para juntarnos a comer algo y a jugar al fútbol. Era una forma de socializar, de integrarnos y de cuidarnos entre familias que no nos conocíamos. Hasta que en 2017 empezamos a decir, medio en broma y medio en serio, “tenemos que hacer un club”.
–¿Cómo pasaron del dicho al hecho?
–Esta área de 3.600 metros cuadrados estaba destinada por el desarrollador a la construcción de un club house con pileta, que se truncó. Entonces, a fines de 2016 un grupo de vecinos presentó el proyecto del club a la Municipalidad y ésta lo trasladó también al Concejo, donde los concejales lo aprobaron por unanimidad.
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–¿Siguieron los pasos del Club Punta Chacra?
–Sí, pero los chicos del Punta Chacra tenían la pileta, una construcción de material y tres canchas de tenis. Nosotros arrancamos de cero. Lo único que había eran una loma y un lago, que era el reservorio del agua de lluvia que drenaba de todo el barrio. Eramos en ese momento el único club de Roldán de este lado de la A012 para un montón de barrios: Las Tardes, Acequias, Acequias del Aire, Las Palmeras, Los Cedros y Santa Teresa.
–¿Cómo surgió la idea de ponerle El Muelle?
–Un día que estábamos reunidos en el muelle dijimos “che, ¿por qué no lo arreglamos?”. Entonces nos pusimos a arreglarlo, lo lijamos y lo pintamos. Y cuando fundamos el club, el 17 de octubre de 2017, no sabíamos qué nombre ponerle hasta que alguien preguntó por qué no le poníamos El Muelle. Y quedó.
–Que un club de Roldán se llame El Muelle parece un chiste.
-Es cierto, sobre todo porque ahora el lago está seco, pero en 2013 y 2014 todo esto estaba lleno de agua, menos la loma.
–¿Qué pasó con el muelle que lo sacaron?
-Un lunes a la mañana de noviembre del año pasado la Municipalidad vino a sacarlo, pero nos dolió sobre todo porque no nos avisaron nada. Fue bastante doloroso.
–¿Cuál fue el argumento para sacarlo?
-Nos dijeron que fue por seguridad, pero lo habíamos arreglado y no era inseguro.
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–¿Por qué eligieron el azul, blanco y verde?
–Porque son los colores del escudo de Roldán.
–¿Cuáles fueron los primeros pasos del club?
–Los chicos del Punta Chacra nos prestaron el proyecto para gestionar la personería jurídica y fuimos a una escribanía de Roldán para seguir los trámites. Lo primero que hicimos fue plantar un montón de árboles: algarrobos, espinillos, jacarandaes. Ya llevamos plantados más de 300 árboles. El Día del Niño plantamos otros 25 y en el parque del club tenemos un bosquecito de (la ONG) Nativa, que nos donó los ejemplares.
–¿Cómo hicieron las obras?
–En 2017 conseguimos el primer subsidio de Nación, Club en Obras, en el que nos dieron 300 mil pesos para los materiales y otros 300 mil para la mano de obra, pero aprovechamos que un dirigente del club sabe soldar y nos hizo 15 aberturas, así que destinamos los 600 mil pesos a los materiales, con los que hicimos la cocina, el salón de usos múltiples, dos vestuarios y una sala de profesores. Empezamos a juntar fondos con polladas y fideos caseros, que compraba todo el barrio, entre 300 y 400 familias. Y con el segundo Club en Obras recibimos tres millones de pesos, que invertimos en el quincho, en el sistema de riego y en la cancha.
–¿Cuáles fueron los pasos siguientes?
–Hicimos la fiesta de los campeones a fin de año, donde le entregamos una medallita a cada uno. Armamos la cancha de fútbol 7, con riego automático y una bomba sumergible. Con lo recaudado con las polladas y los fideos compramos utensilios de cocina, un freezer, un horno vertical, un horno pizzero y un anafe, y conseguimos un termotanque donado por Generamas. Fui tantas veces a preguntar el precio que al final el dueño de Generamas me dijo: “Ahí lo tenés, llevatelo”.
–¿Cómo hicieron para crecer desde abajo?
–Con mucho pulmón. Imaginate que en los 3.600 metros cuadrados del club hicimos una cancha de fútbol 7, otra de fútbol 5, un quincho, un galpón y un salón de usos múltiples. Y compramos remeras del club –verde, blanca y azul a rayas– y materiales deportivos. La inversión más grande fue en el riego de la cancha de fútbol.
–¿Cuántos deportistas practican en el club?
– Tenemos 70 niños y niñas de entre cinco y 13 años, que practican fútbol. También tenemos fútbol femenino, con un equipo de siete jugadoras, que practican dos veces por semana. Y hay karate para niños y niñas de cuatro a 11 años.
–¿Qué otras actividades tienen?
– Hay talleres de arte abstracto y de pintura, zumba para mujeres adultas y baile urbano para niños de cinco a 11 años. También festejamos el Día del Niño y Hallowen, e hicimos funciones de cine a la reposera con la Municipalidad, como una forma de poder aportar socialmente. En el club tenemos una política de cuidado del ambiente en conjunto con una propuesta municipal, que contempla la separación de residuos (latas, pvc, reciclado aceite de cocina y compostera), el uso de un termotanque solar y la reforestación con especies nativas.
–¿Son el club de los chicos del barrio?
–Totalmente. Tenemos un montón de chicos que viven cerca y que vienen en bici, por eso a veces dejamos abierto el club para que entren y jueguen.
–¿Por qué no se federan en el fútbol, por ejemplo?
–La alta competencia deja a un montón de chicos afuera. Tenemos una escuela de fútbol y somos una rueda de auxilio porque vienen los chicos que dejan sueltos los otros clubes y acá les damos un lugar para que se sientan bien, se encuentren y hagan una vida sana. Y estamos federados en karate, donde vamos a participar del Panamericano.
–¿Qué es la Copa Ciudad de Roldán?
–La Copa Ciudad de Roldán es un torneo de fútbol infantil, con partidos de 20 minutos divididos en dos tiempos de 10, que disputamos con los clubes Punta Chacra, Los Teros, San Lorenzo, Sporstman y Funes, y ahora se sumó Independiente. La idea es jugar una vez por mes, en un encuentro en el que rotamos las sedes. No hay un campeón y todos los chicos reciben una medalla. El objetivo es generar un vínculo, apostar a la idiosincrasia del diálogo y del encuentro, y tejer redes solidarias.
–¿Por qué son un club social, cultural y deportivo?
–Porque la idea del club social, cultural y deportivo está en la génesis: participar de la vida social de la ciudad. Tomamos el estatuto del Club Punta Chacra, pero no nos da la estructura como para jugar en los torneos de EFA (Escuela de Fútbol Asociado).
–¿Tienen colonia de vacaciones?
–Tenemos una colonia de vacaciones en verano, por la mañana, que es una de las pocas de Roldán. Nos faltaría una pileta, pero hacemos juegos de agua con una manguera y un regador, en una Pelopincho gigante, y talleres de cocina. En Roldán hay muchas casas que tienen pileta y para nosotros sería una inversión muy grande construir una. La idea es hacer un convenio con el Sindicato de Prensa, que tiene el camping al lado y una colonia de vacaciones en el verano, pero por la tarde. Son las únicas colonias de vacaciones de Roldán.
–¿Cuántos socios tienen?
–Tenemos 250 socios, que pagan una cuota de 3.600 pesos por grupo familiar o de 1.800 por persona. La mayor parte del presupuesto es destinado a los sueldos de los profesores.
–¿Cómo ven la historia del club en perspectiva?
–Empezamos como un grupo de amigos que nos juntábamos a jugar un picado, a comer algo o a despedir el año y fundamos el primer club de Roldán afuera de la A012. Empezamos con el club en 2017 y en 2020 nos agarró la pandemia, así que tuvimos que hacer el November Fest, la fiesta de la cerveza de esos dos años, con servicio de envío a domicilio. Ya llevamos dos mandatos y ahora en octubre vamos a renovar la comisión directiva. Somos una comisión directiva de 12 integrantes más algunos colaboradores. Nos falta armar subcomisiones, por ahora sólo hicimos un encuentro de fútbol con la colaboración de los padres.
–¿Qué pasó con la Fiesta de la Cerveza?
–Era una fiesta espectacular, en la que trabajábamos todo el año para organizarla, a la que venían miles de personas y trajimos grupos como “Mi bonita cumbia”. A la de 2017 vinieron 3.500 personas. Hicimos seis ediciones, pero cuando terminamos la última no nos quedó un peso, así que la suspendimos.
–¿Con qué sueñan ahora?
–Soñamos con poder terminar el quincho y las otras obras que faltan: el segundo vestuario, otro salón de usos múltiples y una cancha de fútbol de 11.