Las fuertes lluvias que cayeron en la región en un corto período de tiempo provocaron desbordes de ríos y anegamientos masivos de calles, causando pérdidas humanas y materiales. Esta trágica situación pone de manifiesto la urgente necesidad de adaptarnos al cambio climático y evitar nuevas catástrofes.
Un desastre con consecuencias devastadoras
El pasado viernes 7 de marzo, Bahía Blanca sufrió lluvias torrenciales que superaron los 350 milímetros de precipitación en pocas horas. Esto generó inundaciones que dejaron un saldo de 16 víctimas fatales, más de un centenar personas desaparecidas y 900 evacuadas. Más de 5.000 hogares resultaron afectados, muchos de ellos con daños irreparables. Las familias damnificadas han perdido todas sus pertenencias y la reconstrucción de las viviendas requerirá tiempo e importantes recursos.
La situación de emergencia también impactó en la infraestructura vial, con calles anegadas e intransitables que dificultaron las labores de rescate y la distribución de ayuda humanitaria. Adicionalmente, el colapso de los sistemas de drenaje puso en evidencia graves deficiencias en la planificación urbana y la falta de inversión en obras de infraestructura, medidas de adaptación y lo más importante: un sistema de alerta temprana.
El cambio climático como factor determinante
Actualmente enfrentamos los impactos irreversibles del cambio climático, como son las alteraciones en los patrones de precipitaciones y las temperaturas extremas que atravesamos durante los meses de enero y febrero. Por tanto, el aumento en la frecuencia y magnitud de estos eventos extremos no es un hecho aislado.
Según expertos en meteorología y cambio climático, Bahía Blanca ha sido víctima de un fenómeno agravado por la crisis climática global. Los científicos han advertido que la región experimentará lluvias más intensas y prolongadas debido a los cambios en los patrones de precipitaciones. Esta información a su vez fue presentada en el último Reporte Bienal de Transparencia de Argentina ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. En dicho reporte se establece que se espera en los próximos años un incremento en la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales así como un aumento en el nivel del mar que afectará tanto a la costa argentina como al Río de la Plata (SSAmb, 2024).
Además, el estudio de Paula Zapperi, publicado por el CONICET en 2012, sobre hidrografía urbana de Bahía Blanca, ya advertía el alto riesgo de inundaciones en la ciudad debido a su ubicación en una cuenca baja. La acumulación de sedimentos y la falta de infraestructura adecuada aumentaron la vulnerabilidad de Bahía Blanca ante un desastre de estas dimensiones.
Hablar de pérdidas y daños significa admitir que ya llegamos tarde. La clave para prevenir y reducir estos impactos es la adaptación al cambio climático, tomando como guía la información científica disponible y nuevos estudios que puedan desarrollarse a partir de esta catástrofe.
Lo sucedido en Bahía Blanca es una muestra más de cómo el cambio climático está alterando el patrón de los fenómenos climáticos. La infraestructura de la ciudad no estuvo preparada para manejar los niveles de agua que cayeron en un corto período de tiempo, desbordando la capacidad de drenaje. Esto puso en evidencia la falta de una planificación urbana adecuada, así como la falta de un sistema de alerta temprana que ante la imposibilidad de frenar la inundación ponga a la población en alerta (Infobae, 11/3/2025).
Falta de inversión, previsión estatal y adecuadas medidas de adaptación
Pese a las advertencias de la comunidad científica, la negación de la existencia del cambio climático y sus impactos, la falta de inversión en infraestructura hídrica y la ausencia de políticas de adaptación climática agravaron la situación.
Según datos aportados desde FARN, gracias a su trabajo de monitoreo presupuestario, “la ejecución del proyecto “Apoyo para la Expansión de Obras de Adaptación a Extremos Climáticos” —enmarcado, en el Presupuesto nacional, dentro del programa de "Desarrollo de la Infraestructura Hidráulica", dependiente de la Secretaría de Obras Públicas— cayó de $37.155 millones en 2023 a apenas $46,6 millones en 2024, una reducción del 99,96% en términos reales. Esta caída responde a dos factores principales: por un lado, el recorte en el presupuesto vigente del proyecto, que pasó de $37.307 millones a $24.989 millones; y por otro, a la decisión política de ejecutar solo el 0,2% de su presupuesto vigente” (FARN, 10/3/2025).
A la subejecución presupuestaria de obras hídricas, se suman las decisiones gubernamentales orientadas a la reducción de áreas del Estado claves para el abordaje de emergencias. En los días previos a desatarse la tormenta en la ciudad bonaerense, el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Capital Humano, decidió disolver la Dirección Nacional de Emergencias, echando o poniendo a disponibilidad a sus 485 empleados. Esta Dirección tenía como objetivo brindar asistencia frente a catástrofes con el envío de insumos y profesionales para la contención de las personas damnificadas (Página 12, 10/3/2025).
Una tragedia que pudo haberse evitado
Los científicos habían advertido que Bahía Blanca era una "bomba de tiempo" en términos climáticos, pero la inacción política dejó a la ciudad sin preparación ante un evento de esta magnitud. La falta de obras de infraestructura, sumada a la falta un sistema de alerta y de acción planificada del gobierno local y nacional, amplificó las consecuencias de la catástrofe.
Es imprescindible que Argentina implemente una estrategia nacional de alerta temprana, fortalezca sus sistemas de drenaje urbano y destine recursos suficientes a la adaptación climática. De lo contrario, eventos como el de Bahía Blanca se volverán más frecuentes y devastadores.
Las inundaciones han dejado una marca imborrable en la ciudad, pero también deben servir como un llamado de atención. Si no se toman medidas urgentes, la historia volverá a repetirse con consecuencias aún más graves. La crisis climática ya está aquí y es responsabilidad de todos actuar antes de que sea demasiado tarde.