Por Diego Sueiras
Por medio del Acuerdo de París, 88 países se comprometieron a alcanzar la carbono neutralidad para el año 2050. Constituye el mayor desafío de la historia de la humanidad y, de seguir siendo un mundo traccionado a base de combustibles fósiles, no lo lograremos.
En la COP 28 se recrudecieron los debates al interior de la comunidad internacional en torno a la radicalidad de las medidas que han de adoptarse con miras a revertir la emergencia climática.
El presente año, los cruces en la COP han adquirido una naturaleza de máxima tensión, siendo uno de los puntos más candentes de debate la transición energética y el papel que han de tomar los gobiernos frente a los combustibles fósiles, fundamentalmente el petróleo y el carbón. En este sentido, resulta paradójica la elección de uno de los epicentros petroleros más grandes del mundo como país anfitrión de la COP y del Sultán Ahmed Al Jaber, máximo responsable de la compañía pública petrolera emiratí, como Presidente de la cumbre.
Tras arduas jornadas de negociaciones, llegando al final de la Conferencia, se arribó a una declaración que despertó críticas sustanciales, tanto de los Estados asistentes como de la sociedad civil. El documento inicialmente se limitaba a instar meramente a una “reducción” del consumo y de la producción de los combustibles fósiles (phase down) en lugar de exigir su eliminación progresiva (phase out). Por si no fuera poco, la declaración preliminar tampoco establecía plazos máximos, formas de financiamiento ni metas concretas que marcaran el paso a dicha reducción, asumiendo el riesgo a que las mismas quedarán nuevamente en la nada.
Si bien la Cumbre puede haber parecido un fracaso dado la falta de medidas contundentes, el hecho de que los combustibles fósiles hayan pasado al centro de la acción constituye una victoria no menor, considerando que en los documentos finales de las cumbres pasadas no se hablaba propiamente de los combustibles fósiles, sino de sus gases contaminantes.
El mayor logro de esta Cumbre fue impulsar a la mayoría de los Estados participantes a declarar abiertamente la guerra contra el petróleo y a instar a los países productores a reconocer la necesidad de terminar con esta matriz energética autodestructiva. Solo nos queda avanzar más rápido en esta dirección.
Al igual que en años anteriores, desde la FNGA participamos de la COP 28, convencidos de la necesidad de fortalecer iniciativas globales como la presente que le dan volumen y músculo a la lucha contra la crisis climática. Representamos a Santa Fe en la Asamblea de Under 2, formamos parte de las asambleas estratégicas de ACA lideradas por WWF, mantuvimos reuniones de trabajo con la delegación de California y con The Climate Group y co-organizamos una mesa de diálogo de alto nivel en torno a los biocombustibles y al combustible de aviación sostenible junto a IICA, institución que nuclea a todos los ministerios de agricultura de las Américas. Además, participamos y co-organizamos más de 25 eventos en 2 semanas de intenso trabajo y adherimos al “Llamado a la acción de los actores no estatales: Transformar los sistemas alimentarios para las personas, la naturaleza y el clima”.
Se avecinan tiempos de cambio, de nuevos paradigmas, compromisos y desafíos, por lo cual constituye un imperativo de la sociedad civil seguir construyendo un futuro próspero, justo y, fundamentalmente, sostenible.