Los nombres de los entrevistados llaman la atención por distintos motivos. Sin dudas, la frutilla es Jack Black. Pero en la lista aparecen los actores Leo Sbaraglia, Violeta Urtizberea, Laura Novoa y Gloria Carrá. También músicos como Santiago Barrionuevo de El Mató a un policía motorizado, Ivonne Guzman de La Delio Valdez, Hugo Fattoruso, la cantante de Aterciopelados Andrea Echeverri, Rubén Rada, Hilda Lizarazu y Emiliano Brancciari de No Te Va a Gustar. Y, en medio de todos estos artistas, el ex presidente uruguayo Pepe Mujica.
Amplitud, fragmentación y medios tradicionales
La Capital dialogó con Ríos, Quintín Palma y Fernández Cívico para conocer detalles del nuevo proyecto.
- ¿A qué público apuntan?
- Horacio Ríos: Buscamos la amplitud. Pese a ser televisión y querer ir a la televisión de aire (que parece ser el más viejo de los recursos audiovisuales) creemos que, a partir de ahí, se puede ir y mutar a lo que van a ser específicamente las demás plataformas. Creemos que las notas en YouTube van a funcionar. Y que las notas cortadas van a funcionar en las historias de Instagram de cada uno de nosotros. Una entrevista parece ser algo clásico, pero busca lo contrario. Porque tiene un poder de edición muy fuerte, porque tiene un acompañamiento audiovisual muy importante.
- ¿Pero la segmentación entonces no la están proponiendo desde el contenido sino que te la impone cada plataforma?
- Horacio Ríos: Claro, en tele lo va a ver mi tía. Mi hijo lo fragmenta y lo ve cortado en igTV o lo ve en YouTube. Yo creo que es la plataforma la que define al público. Por eso buscamos el ancho más ancho en las entrevistas.
- En la entrevista a Jack Black mencionan el fenómeno de Bo Burnham y plantean que Internet termina siendo legitimado por los medios tradicionales. ¿No creen que hoy desde las plataformas online pueden desarrollar sus proyectos de manera independiente?
- Quintín Palma: Son canales personales. Yo conozco muchos que están en YouTube, que viven de la monetización de YouTube sin necesidad de ir a un canal de televisión. Se habla de la libertad en Internet, pero todo el mundo sube cosas y no todo el mundo genera audiencia y monetiza. Porque eso requiere constancia, perseverancia y algunas variables azarosas. Yo a veces hago cosas en la tele de Buenos Aires, pero seguro que gana más alguien en Instagram. El problema de la tele es cuando agarran al personaje de las redes y lo ponen a hacer cosas según el formato de tele. Piensan: “Vos que la rompés en las redes, vení a la tele a hacer cosas como las hacemos en la tele". Entonces termina generando ruido y no encaja.
El modelo comercial sin modelo comercial
La importancia de definir un público está atada a un interés sobre todo comercial que impone la industria. Una audiencia definida es la que define cómo se comercializará el producto dentro de la industria de los medios. Pero este otro detalle también es diferente en el caso de "Usina". Hoy es común que el marketing publicitario invierta más en contenidos que en publicidad tradicional. Y este programa lleva el nombre de una organización sin fines de lucro.
- ¿Qué se llame Usina está vinculado a que el producto es sobre todo una pieza de marketing de La Usina Social?
- Horacio Ríos: No, es la necesidad que esté asociado al espacio, a La Usina, como espacio cultural, como polo de discusión, de formación. Acá no pasan solamente productores como nosotros haciendo un programa de televisión, sino que hay capacitaciones, hay talleres, con ejes temáticos que tienen que ver con el género, con la ecología, con el medio ambiente. O sea, tratamos de que también en las entrevistas estén estos temas.
- Lucía Fernández Cívico: A la hora de pedirles a los entrevistados las notas, les contábamos cómo es es este espacio, cómo funciona desde lo colectivo y sobre las propuestas culturales que se hacen. Entonces, la mayoría de los entrevistados dijeron: "Bueno, dale, vamos".
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La ayuda menos pensada
La pandemia legitimó la entrevista por Zoom. Antes de la llegada del Covid-19 era un recurso mal visto por los estetas de la televisión y representaba un incordio técnico para los artistas que tenían que hacerse cargo de cuestiones como la imagen, el sonido y el set. Pero la "nueva normalidad" empezó a tolerar la herramienta, que pareciera ya estar instalada definitivamente.
- Sin pandemia, ¿este programa hubiera existido?
- Horacio Ríos: No había forma. Igual era importante que el entrevistado viera que no era una puesta improvisada. Que Tomás estaba en un estudio imponente, con una pantalla gigante y con un trabajo de imágenes anclando todo el tiempo el profesionalismo desde este lado. Pero sin pandemia este programa no hubiera existido nunca jamás. Y también gracias a que muchísimos de estos personajes entendieron que es necesario que ellos abran estas posibilidades para que se pueda hablar con ellos. Porque no salen, porque no están actuando, porque no están de gira.
- Cambió el juego de intereses, porque nadie estaba presentando nada...
- Lucía Fernández Cívico: Era todo lo contrario. El cantante de No te va a gustar venía de dos semanas de hacer notas por las canciones nuevas. Entonces la manager nos dice: "No, ahora no hace más notas de esto... ". Cuando le explicamos que nosotros queríamos literalmente “no hablar de los temas” accedió.
- Quintín Palma: Y fijate lo importante de tener la cámara en la casa del entrevistado gracias al Zoom. Él tenía el disco de Artaud que le sobresalía de la estantería. Y empezó a hablar de eso y después desde el sillón contó qué canciones compuso sentado ahí mismo. Que te cuente algo del proceso creativo es mucho más interesante que una nota tradicional de promoción.
- Horacio Ríos: A Hilda Lizarazu la llamó la mamá en el medio de la entrevista y en el programa sale diciendo: "No, pará, me llama mi mamá". Y puso el celular en el altavoz y se sumó al momento. Al Negro Rada lo ayudó Julieta, su hija, que estaba al lado con todo lo de lo tecnológico. Pepe Mujica estuvo con un ayudante que lo acompaña desde hace más de 10 años y participó durante diez minutos de la entrevista. Contó cómo Pepe "a Kusturica no lo aguantaba más".
La pregunta del millón
¿Cómo llega una producción desde la segunda ciudad de un país en desarrollo a convencer a un personaje como Jack Black de ser entrevistado para un programa de televisión con un alcance naturalmente limitado por esas condiciones? En la película “seis grados de separación” de Fred Schepisi con Will Smith y Donald Sutherland se plantea cómo cualquier persona está a un máximo de seis contactos intermedios de la figura más importante que se proponga conocer. Es una regla del periodismo conseguir esos contactos intermedios hasta llegar al personaje buscado. En el caso de Jack Black fueron solo 2 grados los que los separaban.
- ¿Cómo es la historia de Jeff Cooper? El contacto que mencionan que permitió acceder a Jack Black...
- Lucía Fernández Cívico: Es el marido de una tía mía. Ella es argentina y está casada con él. En 2007 fui a California a la casa de ellos y en el living había una foto de Jack Black en el patio de la casa donde estábamos. Mi tío me contó que fue alumno suyo y que iba seguido a la casa. Él es uno de esos profesores súper inspiradores. Cuando le conté que estaba en el proyecto de La Usina y le pregunté qué chances había de contactarlo le escribió a Jack y respondió: "Lo que sea para Jeff".
- Tomás Palma: Entrevistar a Jack Black es una locura total, en Buenos aires no lo podían creer. Porque cuando sale una figura así es para hablar de Jumanji 5 minutos. Y acá hablamos 50 minutos de la vida, de su intimidad. El formato también hizo que ellos hablen no solo más tiempo, sino que entendían que valía la pena.
El desafío de Tomás Quintín Palma
Desde hace más de 10 años que Tomás gira con un objetivo: pegarla. Una carrera que arrancó con un cuerpo inquieto y desprolijo tratando de destacarse en cuanto espacio le abriera su puerta en Rosario, que luego siguió en Buenos Aires, a donde fue en 2017 para hacer radio primero y luego allí lograr sus primeras apariciones en la televisión porteña. Ese mismo chico inquieto, que hace poco entrevistó incluso al presidente Alberto Fernández, hoy empieza a encontrar un perfil mucho más definido.
- ¿Qué fue lo que más te costó de este proyecto?
- Tomás Palma: Hay ciertas figuras que me daba miedo que se aburran. Muchos a los veinte minutos tranquilamente me podrían haber dicho “Che, tengo que hacer tal cosa” o “Vamos cerrando acá”. Y yo tenía que durar 45 minutos. Cuando Jack Black me dice "Dale, sigamos", a mí me alivió. Yo estaba nervioso porque es un formato de 45 y si se me iba a los 20 no teníamos nota.
- ¿Cómo terminabas físicamente?
- Tomás Palma: Fui a un osteópata el otro día por culpa del proyecto. Terminé afónico. Además, tengo déficit de atención. Me cuesta estar concentrado en algo mucho tiempo. Cuando estudiaba, me quedaba dormido mirando las hojas. Después de las notas tenía un cansancio descomunal porque no tengo el hábito de estar tan concentrado en algo tanto tiempo.
- Pero fue un entrenamiento intenso, ¿no te hizo bien a la larga?
-Tomás Palma: Sí, y creo que encontré un oficio. Es como que aprendí a hacer algo en la práctica. Desde el año pasado entrevisté más de 400 personas. Ahora, de golpe, una de mis facetas es entrevistar. Algo impensado para mí hace dos o tres años. Tenía miedo de que me llamaran “periodista”. La importancia de la otredad. Que te posicionás según la mirada de los otros. Uno piensa dónde está parado y qué proyecta.
- ¿Qué te da vergüenza?
Tomás Palma: Las entrevistas fueron muy difíciles para mí. Siempre tomaba un poco de cerveza para hacerlas. No estar a la altura, que se aburra el entrevistado. Las preparábamos pero igual tenía miedo y vergüenza.
- En la entrevista a Jack Black todas tus referencias eran de la tele. ¿No vas al cine?
- Tomás Palma: ¿Posta? ¿Dije que lo veía en la tele? Igual, sí. Yo me acuerdo de ver "Rebobine por favor", la de Michel Gondry en la que actúa Jack Black. Estar con mi mamá en casa y decir "¡Hace lo mismo que nosotros!". Porque con mi hermano filmábamos escenas de pelis en nuestra casa protagonizadas por nosotros. Exactamente lo mismo que plantean en la película de Gondry. Y no podía creer que tenía la posibilidad de mostrarle a él los video que nosotros hacíamos. Está en Hollywood, parece re inalcanzable y pude mostrarle lo que hacíamos en Cajaraville y Colón. Y que él grite cuando ve el video en el que mato a mi mamá y a mi papá con una pistola de juguete. Estos momentos son re poéticos y justifican ser un monotributista con 40 kioskos.