Uruguay celebra hoy unas elecciones presidenciales en las que el candidato oficialista, Daniel Martínez, ganaría este primer asalto con holgura pero no con la suficiente como para evitar una segunda vuelta en la que tendría como rival a Luis Lacalle Pou, quien ya busca el apoyo de los demás partidos para poner fin a los 15 años de gobierno del Frente Amplio (FA).
Unos 2,7 millones de uruguayos acudirán hoy a las urnas en unas elecciones generales en las que votarán al tándem de presidente y vicepresidente y renovarán los 99 escaños de la Cámara de Representantes y los 30 del Senado.
Martínez, que compite por el FA, intentará conseguir otros cinco años para la coalición izquierdista, que llegó al poder en 2005 de la mano de Tabaré Vázquez, a quien sucedió José Mujica, que volvió a pasarle el testigo en 2015. Los últimos sondeos le sitúan en primer lugar, con una horquilla de entre el 41 y el 33 por ciento de los votos.
Le sigue Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), en el centro-derecha, que arañaría entre el 27 y el 22 por ciento de los sufragios quedando segundo. Por detrás se encuentran Ernesto Talvi, del Partido Colorado (PC), con entre un 16 y 10 por ciento, y el general Guido Manini Ríos, de Cabildo Abierto, con entre un 12 y un 10 por ciento.
Estos números vaticinan una segunda vuelta, dado que ninguno supera el umbral mínimo del 50% de los votos. Así, Martínez y Lacalle Pou se medirían el 24 de noviembre en un balotaje donde la victoria sería para el más votado. Aquí, las encuestas pronostican un vuelco electoral a favor del opositor.
Lacalle Pou ha comenzado a sondear a otros candidatos para asegurar su triunfo en segunda vuelta. Les ha propuesto firmar un pacto escrito con las líneas generales de un eventual gobierno de coalición entre el Partido Nacional, el Partido Colorado y Cabildo Abierto. Talvi ha avanzado que le dará su apoyo, aunque no un “cheque en blanco”, mientras que Manini Ríos mantiene la incógnita.
Martínez carga sobre sus hombros la responsabilidad de mantener al FA en el poder con el desgaste de quince años en los que ha perdido el apoyo de sectores tradicionales de la izquierda uruguaya. Eso se refleja en la popularidad de Vázquez, que en 2010 pasó la vara de mando a Mujica con un 62 por ciento de popularidad y ahora se despide con un 28 por ciento.
Este ingeniero industrial de 62 años inició su militancia en el Partido Socialista con 16 años y fue ‘in crescendo’ ya desde el tiempo de la última dictadura militar (1973-1985). Con el regreso de la democracia abandonó la lucha política y se refugió en el sector privado hasta que Vázquez le recuperó para el Ministerio de Energía, desde donde dio el salto al Senado y a la Alcaldía de Montevideo.
Es precisamente este último cargo, el de alcalde de la capital uruguaya, el que le confirió el prestigio para ser candidato.