Tras años de tensiones, el gobierno de Cataluña lanzó esta semana un órdago decisivo al Estado español al convocar para el 1º de octubre un referéndum sobre la independencia que Madrid considera ilegal y que la Justicia prohibió en tiempo récord. Lo que ocurrirá ese día, y a partir del siguiente, es una incógnita.
Los independentistas catalanes insisten en que llegarán hasta el final y el gobierno español asegura que la consulta no se celebrará y que hará "todo lo necesario, sin renunciar a nada", para que no se repita la imagen del 9 de noviembre de 2014: largas colas de ciudadanos votando en una consulta no oficial que fue declarada nula.
Durante años, la expresión más utilizada en España para hablar sobre el conflicto político y social en Cataluña es el "choque de trenes". Cuando quedan tres semanas para el "Día D", muchos se preguntan si todavía hay posibilidades de evitar esa colisión. "No, no es posible. Nadie tiene un incentivo para moverse de su posición y es impensable un escenario en el cual no nos veamos abocados a un intento de referéndum que implique la actuación coercitiva del Estado español. Tal y como están las cosas, ese es el escenario más probable al 99%", explica Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. "El día 1º de octubre va a ser un verdadero polvorín y no sabemos qué puede ocurrir. No podemos cerrar ningún escenario ni descartar que se produzcan episodios de violencia y de tensión", añade el experto.
Ante este temor, el Ejecutivo de Mariano Rajoy hizo un llamamiento "a la concordia y a la convivencia cívica", según expresó en rueda de prensa el ministro portavoz, Iñigo Méndez de Vigo. El gobierno se centra en desactivar los componentes necesarios para la celebración de lo que se considera un referéndum "con garantías", consciente de que sin ellos no saldrá adelante: el censo, los funcionarios, los locales electorales y las papeletas.
"El mejor escenario para el gobierno estatal es que haya solo algunos puntos de votación anecdóticos, que (el referéndum) sea ridículo y no pueda tenerse en cuenta", analiza Simón. "La situación será muy distinta si hay una votación masiva, hechos de violencia y si un conseller sale a anunciar los resultados", añade. Rajoy insiste en que sus acciones serán proporcionadas. Su primer paso, el jueves, fue impugnar la convocatoria de la consulta independentista ante el Tribunal Constitucional, que la suspendió de forma cautelar prohibiendo su celebración "de facto". El alto tribunal notificó su resolución a los miembros del gobierno catalán, a los responsables públicos relacionados con la organización del referéndum y a los 947 alcaldes de la región catalana (de los cuales más de la mitad ha apoyado su celebración).
Por otra parte, la Fiscalía española se querelló contra el gobierno regional y pidió a la policía que intervenga ante acciones encaminadas a la preparación de la votación del 1º de octubre. Ese día, la policía catalana —los Mossos d'Esquadra— podría recibir la orden de cerrar los locales de votación, "lo que causaría situaciones de mucha tensión", puntualiza Simón. En caso necesario, también se podría recurrir a la Ley de Seguridad Nacional, que permite al Estado controlar directamente a un cuerpo de seguridad regional, en este caso, los Mossos d'Esquadra.
Otra de las medidas que están en el aire es la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que permite adoptar "las medidas necesarias" para hacer que una región cumpla con sus obligaciones e incluso intervenir parte de sus competencias. "Es una situación muy complicada porque los independentistas conseguirán de todas formas la foto que buscan: la del Estado español impidiendo un referéndum", asegura el profesor de la Carlos III.
Secesión o elecciones
Su plan es proclamar la secesión en 48 horas si en la consulta gana el "sí" y convocar elecciones regionales en caso de que gane el "no", pero los expertos vaticinan que habrá comicios en Cataluña pase lo que pase el 1º de octubre. "Si hay una votación masiva y situaciones de tensión y violencia, los partidos independentistas podrían sacar una mayoría absoluta en las elecciones. Pero si la participación es ridícula, tendrán que sentarse a hablar y abordar una reforma del autogobierno en Cataluña y una mejora de la situación", explica Simón.
Llegados a este punto en una escalada de tensión que dura más de un lustro, el gobierno español declina poner sobre la mesa sus planes y los independentistas aseguran que no renunciarán al referéndum. Las posturas siguen enrocadas. Y las partes evitan hacer autocrítica.