Más de 100 personas murieron ayer en unos sangrientos enfrentamientos entre miembros de la etnia rohingyas, de Myanmar, e inmigrantes de Bangladesh, armados con hachas, cuchillos y barras de metal, en un barco varado frente a las costas de Indonesia, relataron sobrevivientes de ambos grupos. Algunos de los sobrevivientes, que forman parte de los 3.000 rohingyas y bangladesíes que llegaron en las últimas semanas a Indonesia, hablan de hasta 200 muertos. La violencia estalló cuando comenzaron a escasear el agua y la comida, relataron a la cadena France 24 unos sobrevivientes, muchos de ellos con marcas de golpes y heridas, instalados en un campamento en la provincia de Aceh.
Rohingyas y bangladesíes se acusan mutuamente de haber iniciado los enfrentamientos, reportó la cadena británica BBC que, además, sostuvo que muchos de los migrantes se salvaron porque saltaron al agua cuando comenzaron los encarnizados enfrentamientos y fueron socorridos por pescadores locales, que los llevaron hasta la costa.
Los rohingyas son una perseguida minoría que trata de escapar de los campos de desplazados en Myanmar, país que no les reconoce la ciudadanía y los califica como "inmigrantes bengalíes", aunque tampoco son reconocidos en la vecina Bangladesh.
Llamado de la ONU. Mientras la crisis migratoria se incrementa, varias agencias de la ONU instaron ayer a los gobiernos de Indonesia, Malasia y Tailandia -tres países que rechazaron varios barcos con indocumentados- a dar prioridad al valor de la vida humana, la dignidad y los derechos de inmigrantes indocumentados en la región, según un comunicado. "Exhortamos a los Estados de la región a proteger las vidas de los que viajan a bordo permitiendo que desembarquen", se destaca en el comunicado, tras denunciar las pésimas condiciones en las que viajan los inmigrantes indocumentados que parte de Bangladesh y Myanmar. La nota está firmada por los altos comisionados de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Antonio Guterres, y para los Derechos Humanos (OACDH), Zeid Ra'ad Al Hussein; el director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William L. Swing; y el representante especial del secretario general de la ONU para asuntos migratorios, Peter Sutherland.
Según el documento, "en el sudeste asiático, más de 88.000 personas realizaron un peligroso viaje por mar desde 2014, incluidos 25.000 sólo en el primer trimestre de este año". Se calcula que cerca de 1.000 murieron en el mar por "las precarias condiciones del viaje y un número igual por el maltrato y las privaciones a manos de los traficantes y los contrabandistas", precisa la agencia de noticias EFE.
Tráfico humano. Acnur, el OACDH, la OIM y el representante especial para asuntos migratorios, con el apoyo de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), piden que se acabe la política de devolver a aguas internacionales los barcos interceptados que se eviten los centros de detención de inmigrantes ilegales y las medidas punitivas, que se respeten los derechos de los indocumentados y que se persiga a los traficantes y contrabandistas de personas.
Tailandia convocó para el 29 de mayo en Bangkok a una conferencia a la que invitó a todos los países y organismos implicados para buscar soluciones.
En Myanmar, el partido de la líder opositora birmana y premio Nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, solicitó al gobierno de su país que acepte a la minoría musulmana rohingya para frenar la crisis de los inmigrantes, informaron ayer medios locales. "Si no son aceptados, no se puede simplemente empujarlos a los ríos, no se puede empujarlos al mar. Son humanos", indicó ayer U Nyan Win, portavoz de la Liga Nacional para la Democracia, según el diario Myanmar Times.
En tanto, la policía de Tailandia investiga a un alto funcionario militar por un supuesto tráfico humano relacionado con los campamentos clandestinos de inmigrantes desmantelados por las fuerzas del orden en las últimas semanas.