En una jornada histórica, Luis Lacalle Pou asumió como presidente de Uruguay. Hijo del exmandatario Luis Lacalle Herrera, encabeza una coalición conformada por cinco partidos políticos de centro y de derecha, tras 15 años de gobierno del izquierdista Frente Amplio. En su discurso destacó que quiere fortalecer la región a través del Mercosur.
La jornada fue larga en Montevideo y una de sus notas principales fue la presencia de más de 3.000 jinetes con sus caballos. Fue una idea de varios paisanos que en seguida encontró eco en gente de todo el país. Algunos iniciaron la cabalgata hace 20 días, otros trasladaron a los animales en camión unos días antes. En todo caso, se convirtió en un potente símbolo de apoyo del “Uruguay profundo” a un gobierno y un candidato que tienen una conexión histórica con el campo, sus tradiciones e intereses.
Poco después de las 14, los jinetes se formaron frente al Palacio Legislativo, donde se hizo la ceremonia de cambio de mando. Ante una Asamblea General colmada, el presidente del Senado —el ex presidente José Mujica— tomó declaración de fidelidad al mandatario entrante y luego pronunció las palabras clave: “Queda usted investido en calidad de presidente de la República”, a lo que sucedió un aplauso sentido. Seguidamente fue el turno de la vicepresidenta Beatriz Argimón.
El primer discurso de Lacalle Pou como presidente fue pragmático y no implicó novedades respecto a la campaña y la transición. Hizo foco en su responsabilidad como “inquilino del poder” y en la concepción de la política como servicio, al tiempo que se mostró abierto al diálogo y a tender puentes. Hacia el final dio un giro más filosófico y se refirió a la libertad. De vivir en paz, de tener un trabajo digno, de soñar, de crear, de poder criticar al gobierno cuando se lo merezca. “Si al final del período son más libres, habremos hecho bien las cosas”, aseguró.
Al referirse a la política exterior insistió en que “hay que fortalecer la región: el Mercosur. Y al mismo tiempo lograr flexibilizar el bloque para que cada socio pueda avanzar en procesos bilaterales con otros países”. “No debe importar el signo político de cada uno los miembros del Mercosur. Para afianzar nuestros intereses en común debemos dejar de lado las diferencias ideológicas. Si dejamos estas cuestiones ideológicas que nos pueden diferenciar, el bloque se va a fortalecer en el concierto internacional”, aseveró, al tiempo que instó a terminar de concretar el tratado de libre comercio con la Unión Europea.
Para hacer el traslado entre el Legislativo y la Plaza Independencia, el nuevo presidente eligió una “cachila” Ford de 1937 que había pertenecido a su bisabuelo Luis Alberto de Herrera, también usada hace 30 años por su padre, Luis Alberto Lacalle, en su asunción presidencial. Lo esperaban los jinetes en formación, y lo escoltaron durante los tres kilómetros del recorrido.
El primero en arribar a la Plaza Independencia fue el mandatario saliente, Tabaré Vázquez. Esperó la llegada de su sucesor y lo recibió con un efusivo abrazo. Y en una imagen que ya se ha visto más de una vez, Lacalle Pou lo tomó del brazo y lo acompañó en el trayecto. El escenario donde se desarrolló el acto protocolar fue en un lugar por demás simbólico: ante el mausoleo de José Artigas, el prócer nacional, en el centro de la plaza.
En las primeras filas se ubicaron los representantes de delegaciones extranjeras —la argentina estuvo encabezada por el canciller Felipe Solá—, así como unos 1.800 invitados. Entre estos había al menos dos conocidos empresarios argentinos: Francisco De Narváez y Alejandro Bulgheroni. Sobre la principal avenida, 18 de Julio, miles de personas siguieron la transmisión por pantallas. Y no faltaron quienes se instalaron en los balcones con banderas y pancartas, tanto de Uruguay como del Partido Nacional y los demás grupos de la coalición.
La emoción se notaba en los rostros de los protagonistas, pero especialmente en el de quien recibió la banda presidencial entre aplausos y vivas. Vázquez se retiró en seguida y comenzó la firma de los nuevos ministros. “¡¿Cómo está la barra?!”, los había saludado Lacalle Pou al verlos sobre el escenario.
Su segundo discurso fue breve, de menos de cuatro minutos. Comenzó con un agradecimiento a Vázquez por su conducción del país en los últimos cinco años. “En el acierto o en el error, el país ha construido una democracia”, destacó. En cierta medida, reiteró lo que había dicho la noche de su elección, en noviembre pasado: que si todo sale bien será gracias al equipo, pero que “si en algún momento las cosas no salen como los uruguayos necesitan y quieren, la responsabilidad va a ser exclusivamente del presidente de la República”. Y tal como había concluido en noviembre, se despidió de la gente con un “vuelvan a sus casas”. Porque “mañana (por hoy) arranca un gobierno que no va a descansar, que va a llevar adelante la tarea de todos los uruguayos”.
Felipe Solá, optimista sobre la relación bilateral
Felipe Solá: “Esperamos tener una excelente relación” El canciller argentino acudió al cambio de mando en representación del mandatario Alberto Fernández. Entrevistado por La Capital, dijo: “Esperamos tener una excelente relación con el gobierno del presidente Lacalle”. Y al igual que el uruguayo en su discurso, hizo foco en el Mercosur, un bloque que Solá espera “que se fortalezca” y donde desea “llegar a un acuerdo pleno en la necesidad de apertura que ven muchos países del Mercosur en relación al futuro”.
Asimismo, Solá fue coincidente en que hay que construir relaciones bilaterales independientemente de los signos políticos. “Es imposible crecer solos: para Uruguay, para Argentina, para Brasil. Quien cree que puede crecer solo se equivoca. Hay que crecer juntos”, aseveró.
También Ernesto Talvi, flamante canciller uruguayo, fue positivo en sus declaraciones a La Capital. Se refirió a la reunión que ya había mantenido con su par argentino y a la aspiración de “tener un vínculo muy productivo y muy amable con Argentina”.