El primer ministro indio, Narendra Modi, inauguró un templo hindú construido sobre las ruinas de una mezquita en la ciudad norteña de Ayodhya. El mandatario nacionalista busca transformar al país de una democracia secular en un estado confesional hinduista. Se espera que el templo, situado en uno de los lugares religiosos más disputados de India, aumente las chances de Modi de conseguir un tercer mandato consecutivo, al canalizar el sentimiento nacionalista y religioso de los hinduistas, que son el 80% de los 1.400 millones de habitantes de India. El partido de Modi parte como favorito para una tercera victoria consecutiva, gracias a la exitosa estrategia de Modi de apelar al sentimiento hinduista.
El templo está dedicado al dios Rama y satisface una demanda de larga data de cientos de millones de hinduistas que adoran a Rama y lo ensalzan por las virtudes de la verdad, el sacrificio y el gobierno ético. El partido de Modi y otros grupos nacionalistas hinduistas ven al templo como central para su visión de recuperar el orgullo hinduista, que dicen fue “suprimido por siglos” de dominio islámico y luego por el colonialismo británico.
Modi y su gobernante Partido Bharatiya Janata (PBJ) esperan que la apertura del templo ayude a catapultar al primer ministro a un tercer mandato consecutivo en las elecciones previstas para esta primavera boreal. Con el templo aún en construcción, los críticos acusan a Modi de una apertura apresurada para atraer votantes.
La polémica disputa por la propiedad de este lugar entre hinduistas y musulmanes terminó en 2019 cuando el Tribunal Supremo concedió el sitio a los primeros, pese a afirmar explícitamente que la demolición de la mezquita era una “violación flagrante del Estado de derecho”. La Corte asignó a los musulmanes otro terreno en Ayodhya para construir una nueva mezquita.
El primer ministro Modi desoyó al tribunal y ordenó demoler la antigua mezquita del siglo XVI para erigir el nuevo templo a Rama, una enorme construcción de piedra arenisca y granito de 30 mil metros cuadrados. De la mezquita no quedó el menor rastro.
Modi, vestido con una túnica tradicional, dirigió este lunes la ceremonia de apertura, mientras los sacerdotes cantaban himnos dentro del santuario interior del templo, donde la semana pasada se instaló una escultura de piedra de 1,3 metros del dios Rama. Un sacerdote hizo sonar una caracola para marcar la apertura del templo y Modi colocó una flor de loto frente al ídolo de piedra negra, adornado con intrincados adornos dorados y sosteniendo un arco y una flecha dorados. Posteriormente se postró ante el ídolo.
Casi 7.500 personas, entre ellas empresarios de élite, políticos y estrellas indias de cine, presenciaron el ritual en una pantalla gigante fuera del templo mientras un helicóptero arrojaba pétalos.
Modi busca recuperar el orgullo hinduista que dice fue “suprimido por siglos de dominio islámico” Modi busca recuperar el orgullo hinduista que dice fue “suprimido por siglos de dominio islámico”
“Nuestro dios Rama ha llegado después de siglos de espera”, dijo Modi en un discurso tras la ceremonia, recibiendo un sonoro aplauso de miles de asistentes. Dijo que el templo fue construido después de “innumerables sacrificios” y es testimonio de una India en ascenso que “rompió los grilletes de la mentalidad esclava. El 22 de enero de 2024 no es simplemente una fecha, sino que marca el comienzo de una nueva era”, arengó Modi, en tono de predicador.
El gobierno de Modi convirtió el evento en una fiesta nacional, organizando proyecciones en vivo en todo el país y cerrando las oficinas públicas al mediodía. Banderas azafrán _el color del hinduismo_ adornaban las calles de varias ciudades donde los trabajadores del partido gubernamental habían ido de puerta en puerta repartiendo panfletos religiosos.
Los canales de noticias de televisión cubrieron ininterrumpidamente el evento, presentado como un espectáculo religioso. Algunas salas de cine retransmitieron en directo, con palomitas de maíz de cortesía. Muchos estados indios declararon el día festivo. En una medida inusual, los mercados de valores y monetarios cerraron.
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El primer ministro Modi en el interior del nuevo templo, que él se encargó de inaugurar.
“Comienza el gobierno de Ram Rajya”, decía un titular de televisión. Ram Rajya es una frase en sánscrito que significa “gobierno justo y ético en el hinduismo”. Es utilizada por los nacionalistas hinduistas para indicar la dominación de su religión en una India oficialmente laica y secular.
Figuras destacadas del partido condenan regularmente épocas históricas de dominio islámico sobre regiones de la India como tiempos de “esclavitud”, en los que su religión era oprimida. Y Ayodhya ocupa un lugar central en esa narrativa. Los hinduistas devotos creen que Rama, una de las deidades más veneradas en esta religión, nació allí hace más de 7.000 años. Pero en el siglo XVI, un emperador musulmán ordenó erigir una mezquita sobre el presunto lugar del nacimiento. Una afrenta humillante para los hinduistas.
El gobierno de Modi está haciendo todo lo posible para transformar Ayodhya, una tranquila ciudad de peregrinos en lo que l llaman una “ciudad del más alto nivel internacional donde acudan peregrinos y turistas”. La remodelación costó de 3.850 millones de dólares e incluye la ampliación de carreteras, un nuevo aeropuerto, una gran estación de trenes y un estacionamiento de varios niveles. Además de la demolición de la mezquita, otras 3.000 casas, tiendas y estructuras de naturaleza religiosa han sido demolidas para facilitar la ampliación de cuatro autopistas, incluida la recientemente bautizada Rama Path, de 13 kilómetros, que conduce al templo. Cadenas hoteleras como Radisson y Taj están construyendo nuevos edificios, y se proyectan hasta 50 nuevos hoteles y complejos de viviendas. Decenas de antiguas casas de huéspedes están siendo renovadas. Los precios de la tierra se han triplicado.
Detrás de todo ese cambio está Narendra Modi. Este lunes, el gobernante llegó al lugar para “limpiar” la secular ofensa de Ayodhya cometida por los musulmanes hace cinco siglos: donde hasta hace pocos años había una mezquita, ahora surge un enorme templo hinduista. Modi, a diferencia de otros mandatarios anteriores, no visitó el lugar como un fiel más sino como jefe de ceremonias.
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Los fieles hinduistas se reunieron en todo el país para ver por pantallas gigantes la transmisión de la ceremonia.
El carácter laico de la India poscolonial de Gandhi y Nehru se diluye así en una ola de reivindicación nacional-religiosa hinduista de la mano de Modi. Los peligros están a la vista: desde una nueva guerra con los vecinos musulmanes de Pakistán a una ola de ataques a las comunidades musulmanas dentro de India. Los opositores del Partido del Congreso critican este viraje nacionalista y religioso dado por Modi, pero poco pueden hacer. Son los lejanos herederos de Gandhi y Nehru. El Partido del Congreso fue hegemónico en India desde la época poscolonial hasta la aparición del BJP y Narendra Modi.