Decenas de miles de europeos se manifestaron en todo el continente para reclamar más generosidad para con los refugiados, aunque también en contra de estos, dejando al descubierto la división persistente en Europa frente a la crisis migratoria. Londres, cuyo gobierno por el momento decidió recibir a refugiados sirios que soliciten asilo desde campamentos de refugiados operados por la ONU, vio a miles de personas salir a las calles para expresar su solidaridad hacia los migrantes y en contra de las políticas de asilo del gobierno nacional. La manifestación convocó a "más de 100.000" personas y, al dirigirse en columna hacia el Parlamento, estuvo encabezada por refugiados. Delante del Parlamento de Westminster habló el flamante presidente de los laboristas, Jeremy Corbyn (ver página 36). "Abran sus corazones", urgió a manifestantes.
Madrid también vivió una manifestación que recorrió durante horas calles del centro bajo el lema "Refugiados, bienvenidos". Entre gritos de "No a la guerra" y "Ningún ser humano es ilegal", los congregados respaldaron la apertura de la nación ibérica hacia los migrantes, días después de que el gobierno conservador de Mariano Rajoy aceptara acoger a más de 14.900 desplazados propuestos por la Comisión Europea.
En Francia, el presidente François Hollande, visitó por su lado un centro de acogida de refugiados sirios cerca de París, para ver de cerca en qué condiciones se encuentran. Su gobierno se ha comprometido a recibir a unos 24.000 inmigrantes, y el ministro del Interior reunió a 700 alcaldes dispuestos a acogerlos. En las calles en cambio la movilización fue escasa, y la mayor manifestación tuvo lugar en Niza (sureste), donde hubo apenas unas 700 personas. En París, donde la tarde fue muy lluviosa, sólo unas cien personas se manifestaron en la plaza de Trocadero, frente a la torre Eiffel, para "honrar" la memoria de las cerca de 3.000 personas muertas desde comienzos de año al intentar llegar por mar a Europa.
Distinto fue el clima en el este europeo, donde algunos gobiernos reiteraron su rechazo a la iniciativa comunitaria de incorporar cuotas de aceptación obligatoria de refugiados para los países de la Unión Europea. El ministro del Interior eslovaco, Robert Kalinak, volvió a negarse a que se instaure un sistema de distribución obligatoria y señaló que su país, por el contrario, recibiría a sirios cristianos. "Sabemos que se integrarían y que para nosotros serían realmente una ganancia", dijo el socialdemócrata. Ayer el país estuvo marcado por la marcha de 1.000 personas en contra del Islam y otras 400 a favor de las políticas de asilo.
Similar fue la división vivida en República Checa y en Polonia, donde los intentos del concejo municipal de Varsovia por prohibir una marcha fueron vanos y la plaza central de la capital se colmó con 5.000 nacionalistas y manifestantes que, ondeando banderas polacas y lanzando petardos, repudiaron el ingreso de migrantes. La ciudad vivió paralelamente una contramanifestación de cientos de personas a favor de la llegada de refugiados.
En tanto, Hungría se disponía a cerrar el último tramo de frontera que queda abierto hacia Serbia, donde está instalando una valla para evitar el paso de migrantes. Así como en días previos las autoridades húngaras tuvieron roces con el gobierno de Alemania, al que apuntan como responsable de la ola migratoria que vive Budapest, ayer las tensiones se dieron con Austria, cuyo jefe de gobierno, Werner Faymann, comparó el manejo de la crisis de los refugiados por parte del premier húngaro, Viktor Orban, con las políticas racistas del nazismo. "Meter a refugiados en trenes haciéndoles creer que van a otro lado despierta recuerdos del período más negro de nuestro continente", criticó el canciller austríaco.
Alemania, promotora de una política generosa de acogida y uno de los principales destinos de la ola migratoria a Europa, se disponía en tanto a recibir a decenas de miles de personas este fin de semana. El mayor flujo, estimado en 10.000 refugiados, está por llegar a Múnich, donde el alcalde Dieter Reiter advirtió que la capacidad de alojamiento llegó a su límite y que se estudia montar grandes carpas para dar cobijo a por lo menos 3.000 personas más.
El arribo masivo a territorio alemán se vio acompañado ayer por un pedido de la canciller Angela Merkel a las mujeres refugiadas: "¡Aprendan el idioma!", instó la canciller en su mensaje semanal a las decenas de miles de mujeres procedentes de Cercano y Medio Oriente que buscan comenzar una nueva vida en Alemania. "Y después busquen contactos y no se aíslen ni se queden viviendo y trabajando dentro de su comunidad, traten simplemente de salir", insistió. Especialmente muchas mujeres de las primeras generaciones de inmigrantes turcos llegados a Alemania a partir de los años 70 vivieron durante décadas en el país prácticamente sin hablar alemán. En 2005 el país incorporó cursos obligatorios de idioma y de orientación para facilitar la integración. Mañana, los ministros del Interior de la UE celebrarán en Bruselas una reunión para tratar de acercar posiciones en un tema que sigue generando una fuerte división en el bloque.