Roma.— El primer ministro de Italia Romano Prodi renunció anoche ante el presidente de la
República, Giorgio Napolitano, luego de perder una votación de confianza en el Senado. El jefe del
Estado le encargó a Prodi mantenerse interinamente al frente del Ejecutivo, mientras se llevan
adelante negociaciones. El dilema gira en torno a llamar a elecciones de inmediato, como exige la
oposición de centroderecha, o formar un gobierno institucional o técnico que realice la reforma del
cuestionado sistema electoral.
Las consultas del presidente Napolitano comenzarán hoy mismo, cuando se
entreviste con los titulares de las dos Cámaras del Parlamento. El jueves Prodi había pasado
airosamente la prueba del voto de confianza en la Cámara baja, donde el oficialismo de
centroizquierda goza de una mayoría más o menos amplia.
La gran apuesta de Prodi pasaba por el Senado, donde desde que inició su
corto gobierno, en mayo de 2006, estuvo siempre al límite. En decenas de ocasiones en que se
planteó el voto de confianza sobre alguna cuestión polémica, como las tropas en Afganistán, debió
contar con los votos de varios de los siete senadores vitalicios.
Defecciones mortales. Ayer, sin embargo, cinco votos favorables de los senadores
vitalicios presentes no le alcanzaron a Prodi, que perdió por 156 a 161. La anunciada defección de
dos pequeños partidos de centro de su coalición de nueve agrupaciones le resultó mortal al
“Professore”, tal como temían muchos de sus aliados, que le habían aconsejado no
presentarse al Senado e ir directamente a entrevistarse con Napolitano, renuncia en mano.
De hecho, el tema de cuándo votar es el que divide tanto a la coalición
oficialista como a la oposición. En el centroizquierda, el líder del nuevo Partido Demócrata (PD),
el alcalde de Roma, Walter Veltroni, desechó de plano las elecciones anticipadas: “Ahora hay
que evitar las elecciones adelantadas, que precipitarían al país en una situación de crisis
dramática”, dijo ayer apenas cayó Prodi. Napolitano comparte este criterio. Pero otros, como
los Comunistas Italianos, son contrarios a un gobierno técnico, así como los hombres de Prodi.
En la oposición, Silvio Berlusconi y sus principales aliados presionan
desde hace meses por elecciones anticipadas. Es que Berlusconi gana con amplitud en todos los
sondeos. Se impondría en forma clara ante Veltroni, candidato natural del centroizquierda, y con
mayor holgura si volviera a presentarse el desgastado Prodi.
Berlusconi gobernó entre 2001 y 2006, cuando fue vencido por un margen
mínimo por Prodi y su heterogénea coalición.
Reforma electoral. El gran debate gira en torno a si ir a elecciones con la actual ley
electoral —pergeñada por el gobierno de Berlusconi en su último tramo, y considerada por
todos los sectores como pésima y en parte responsable de la actual crisis— o dar el gobierno
a un técnico o político de gran prestigio que lleve adelante la reforma electoral.
Largos meses de debate en el Parlamento y entre los partidos sobre un
nuevo diseño de ley electoral no han conducido a nada concreto. Los partidos menores vetan
cualquier normativa que pudiera concentrar el voto en los partidos mayores, algo que, sin embargo,
es el único medio para otorgar gobernabilidad al país.
Contra esta iniciativa se alían tanto comunistas como democristianos. Al
contrario, se muestran de acuerdo en la necesidad de la reforma Veltroni y Berlusconi, aunque éste
privilegia ir a elecciones como sea y cuanto antes.
La crisis del Ejecutivo de Prodi se precipitó por un
“minipartido”, el Udeur, de origen democristiano, que abandonó abruptamente esta semana
la coalición. Aunque la motivación inmediata fue el procesamiento del líder de la formación,
Clemente Mastella, por un caso de corrupción, su agrupación es adversaria declarada de la reforma
electoral. Mastella no dudó en culpar de la actual crisis a Walter Veltroni y al PD.
Además pesa sobre el calendario político un referéndum, que de ser
aprobado en las urnas, concentrará fuertemente las bancas en los partidos mayores. Muchos, en las
filas de ambas coaliciones, apoyan más o menos explícitamente el referéndum. Pero para llegar a esa
consulta debería mantenerse en funciones por unos meses más el actual Parlamento. En caso de
disolverse antes del referéndum, este pasaría automáticamente para el año próximo.