¿Qué pasó con Brasil? ¿Cómo se desmoronó en apenas cinco años esta potencia emergente que prometía convertirse en un gigantesco mercado para los países ricos y en un país modelo para la región? El gigante latinoamericano parece hoy a la deriva, con su timonel, la presidenta Dilma Rousseff, de manos atadas por la amenaza real de un «impeachment» (juicio político), intentando sobrevivir a un tsunami desatado por un megaescándalo de corrupción en la estatal Petrobras y la peor recesión económica en décadas. “La imagen de Brasil es la peor posible, la de un país sin rumbo, a la deriva, sin comando, donde el capitán desapareció”, dijo el analista político independiente André César.
El pedido de juicio político de la presidenta Rousseff aceptado el miércoles por su mayor enemigo político, el poderoso jefe de Diputados Eduardo Cunha, barre la imagen de la potencia BRICS que en 2010 se sacudía la modorra para crecer un espectacular 7,5%, de la mano de 40 millones de brasileños que ayudados por el gobierno izquierdista salían de la pobreza.
Adiós optimismo. Ahora, a solo ocho meses de que Río de Janeiro acoja los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica en agosto de 2016, el clima en el país de la samba y el fútbol no es de optimismo sino de desconfianza e incredulidad: el déficit fiscal crece, el país pierde unos 200.000 empleos cada mes, la inflación se acerca al 10%, la recesión económica empeora y según todo pronóstico durará hasta fines de 2016, convirtiéndose en la más larga en 85 años.
No ayuda el derrumbe del precio de los commodities de los cuales Brasil es uno de los mayores exportadores del mundo, como el mineral de hierro, ligado al menor apetito chino. El Mundial de Fútbol de 2014 no ayudó tampoco al país a engrosar sus arcas, sino al contrario, le obligó a asumir gastos extra para poder terminar los estadios a tiempo.
Pero los expertos aseguran que gran parte de la crisis se debe a un exceso de gastos que se acumula desde hace años y al megafraude a la estatal Petrobras que tiene a decenas de poderosos políticos oficialistas y de la coalición tras las rejas, así como a algunos de los empresarios y banqueros más poderosos del país.
A raíz de la crisis política, las cuentas públicas en rojo y la incertidumbre, el país ha perdido el grado de inversión a manos de Standard and Poors, y Fitch y Moodys amenazan con seguir sus pasos. La Bolsa de San Pablo subió esta semana más de 4%, satisfecha con la noticia del “impeachment” de la mandataria, que goza con apenas un 10% de popularidad en Brasil. “El sector privado tiene cero confianza en su gobierno y no está invirtiendo nada en el país, eso contribuye a la recesión”, alertó el politólogo David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.
El ajuste fiscal. La crisis política, con una feroz guerra desatada entre el gobierno y el Congreso es considerada la peor en casi un cuarto de siglo, desde que el presidente Fernando Collor renunció en 1992 en medio de un juicio político en su contra por corrupción. En estos momentos, Rousseff “no puede aprobar nada en el Congreso, tiene gobernabilidad cero”, opinó por su lado el politólogo Fleischer.
Para que comience el juicio político en el pleno del Senado, el pedido de «impeachment» debe ser aprobado por dos tercios de los diputados, o sea 342 de un total de 513. Luego se requieren 54 de los 81 votos de los senadores para destituir a la mandataria.
Partido estratégico. El fiel de la balanza de esta batalla que puede arrastrarse durante meses será posiblemente el poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro), que integra la coalición de gobierno, tiene la mayor fuerza en el Congreso y al cual pertenecen irónicamente tanto el vicepresidente Michel Temer como Cunha.
Pero no tan rápido, advierte Alberto Almeida, director del Instituto Análise. “Lo más probable es que el «impeachment» no ocurra. El gobierno lleva ventaja, porque precisa solo un tercio de los votos del plenario de la Cámara baja para bloquearlo (172). Y probablemente tiene esos votos, tiene más que esos”, vaticinó.