El gobierno nacional dio a conocer los resultados del operativo de evaluación de la calidad educativa. Las pruebas Aprender fueron realizadas en diciembre del año 2021 a los alumnos de sexto grado del nivel primario en casi 20 mil escuelas de todo el país, en las áreas de lengua y matemática.
Los resultados obtenidos, luego de analizar el desempeño de aproximadamente 623 mil estudiantes —en Santa Fe fueron seleccionados más de 54 mil estudiantes de casi 2800 establecimientos de primaria—, muestran un deterioro significativo en la comprensión de textos, mientras que en matemática hay cierta estabilidad, aunque con una leve caída.
¿Qué nos enseña los resultados de las evaluaciones Aprender 2021? Primero, que mientras perduren las diferencias sociales tan profundas los retrocesos en los aprendizajes seguirán en aumento. Los resultados en todo el país del nivel de desempeño de los estudiantes de nivel socioeconómico bajo fue de un 43 por ciento por debajo de los conocimientos básicos en lengua y 41 por ciento en matemática. Los estudiantes de nivel socioeconómico medio en lengua fue de 19 por ciento y nivel alto fue de 8 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 estudiantes del nivel socioeconómico bajo no alcanzó los conocimientos básicos.
Segundo, que la pandemia afectó las enseñanzas en los años 2021 y 2020, principalmente a los estudiantes de bajos recursos. Algunos datos oficiales demuestran la disparidad de recursos en que afrontaron los aprendizajes en pandemia, ya que, la posesión de internet en la vivienda para los niños de escuelas primarias de estratos socioeconómicos más bajos llegaba al 37,46% frente a un 99,49% en los niveles económicos más altos. Es decir, de cada 10 estudiantes 6 no tenían conectividad.
Tercero, que los cuatro años anteriores a la pandemia fue una etapa de desfinanciamiento del sistema educativo, debido a que se recortó, entre 2015 y 2019, 1,3 puntos del PBI los recursos destinados a Educación.
Estas tres razones nos presenta un escenario donde no se está garantizando el derecho para acceder a la educación. Entonces, a partir de los resultados del Operativo Aprender 2021 podemos pensar que la educación por sí sola no alcanza para promover condiciones para una sociedad de iguales, es necesario que las condiciones sociales, económicas y culturales sean justas y equitativas para todos.
¿Estamos comprendiendo nosotros el texto de la realidad educativa? Estos resultados nos tendrían que conmover para poner en acción políticas públicas que reviertan esta situación. El problema es que de un gobierno a otro se cambian las políticas, se desfinancia el sistema y estos giros terminan afectando a los que menos recursos tienen, las infancias vulneradas. Cabe señalar, que estas pruebas que se llevaron adelante de forma estandarizada, con el método de múltiple choice, nada tienen que ver con las metodologías de enseñanzas y aprendizajes que se llevan a cabo en las aulas, ni con las particularidades de las distintas provincias y regiones del país. A su vez, tampoco contemplan las trayectorias de los estudiantes, el contexto escolar y las posibilidades materiales de acceso.
En tal sentido, la ley de educación nacional 26.206 prevé, en el capítulo 3 (información y evaluación del sistema educativo), el desarrollo de acciones a fin de generar e implementar una “política de información y evaluación continua y periódica del sistema educativo para la toma de decisiones tendiente al mejoramiento de la calidad de la educación, la justicia social en la asignación de recursos, la transparencia y la participación social” (artículo 94).
En este marco se tendrían que proponer, realizar y efectivizar acciones. En concordancia con lo que expresan la ley de educación 26.206 y el 6º Congreso Internacional de Educación (2011), algunas posibles y urgentes acciones podrían ser: aumento de la inversión y del salario docente; formación docente situada y consensuada; expansión del nivel inicial; jornada extendida en la primaria y repensar la secundaria; incorporación de nuevas tecnologías; propiciar la incorporación del arte, recursos y docentes para los estudiantes con discapacidad; distribución a docentes y estudiantes de libros, conectividad, computadoras, recursos, priorizar y resignificar las bibliotecas escolares. También se podría implementar un proyecto de lecturas en las escuelas; calidad en las condiciones de trabajo docente; universalizar el acceso, la permanencia, el aprendizaje y el egreso para toda la población, en todos los niveles y modalidades de enseñanza; repensar los conocimientos que se construyen y circulan en las escuelas; conocimientos que interactúen con los saberes, lógicas y prácticas culturales que portan los estudiantes y sus comunidades; desarrollar, en todas las instancias del sistema educativo, ámbitos de participación de organizaciones gremiales, sociales, comunitarias y organismos locales que posibiliten la elaboración de diagnósticos compartidos y el orden de prioridades de políticas educativas; y la promoción del trabajo colectivo y colaborativo entre los institutos de formación docente, las universidades y las escuelas para la producción del conocimiento sobre el trabajo de enseñar.
Por último, parafraseando al investigador y escritor francés Philippe Merieu, no tenemos que ceder ni retroceder, porque la generación de la que formamos parte no puede estar orgullosa de la Argentina que le estamos dejando a las infancias, una Argentina desigual, de seres humanos vulnerados, de injusticias, de codicia y de corrupción. Pero si bien no podemos cambiar el pasado, el futuro lo están escribiendo ahora los docentes que educan, para que nuestras infancias puedan vivir en una Argentina con justicia y equidad. Para que comprendamos que todos los estudiantes pueden aprender si se generan las condiciones materiales, sociales y culturales. Que es una responsabilidad colectiva de los adultos y de nosotros, los docentes, y que las acciones para mejorar los resultados del próximo operativo de evaluación debe ser garantizada por el Estado.