El desarrollo de los anticonceptivos subdérmicos data de 1967, cuando el estadounidense Sheldon Segal y el chileno Horacio Croxatto propusieron el uso de cápsulas subdérmicas del polímero polidimetilsiloxano para la difusión lenta y prolongada del principio activo anticonceptivo, hormonas esteorideas.
En 1975 el Population Council en coordinación con el Comité Internacional de Investigación Anticonceptiva, seleccionó al levonorgestrel con progestágeno para utilizarlo en el desarrollo de los implantes anticonceptivos subdérmicos por su eficacia y escasos efectos secundarios. La combinación de silastic y levonorgestrel es la que el Population Council utilizó para desarrollar y patentar los sistemas de implantes norplant y norplant-2.
Su eficacia se encuentra en torno al 99 por ciento.
Entre las ventajas del dispositivo subdérmico se cuenta su efectividad, es una buena opción cuando hay contraindicación para el uso de estrógenos, se puede usar durante la lactancia (pero no antes de 6 semanas después del parto, se precisó), y tiene un bajo costo a mediano plazo.
Además, no tiene efecto acumulativo ya que al ser retirado el implante se elimina toda medicación en unos cinco días y permite un rápido retorno a la fertilidad. También, según ensayos, previene o ayuda a corregir la anemia.
Entre los efectos adversos se advirtió la alteración del patrón regular de sangrado menstrual en un 35 por ciento de las pacientes, sangrado genital abundante y prolongado (en menor medida, un 18 por ciento), y aumento de peso, acné, retención de líquido y depresión en menos del 10 por ciento.
Se cita además el alto costo inicial del dispositivo, las complicaciones locales en el sitio de la inserción (incisiones cutáneas, anestésicos locales, hematomas, infección) y dificultad para retirar los implantes (algunos de estos dispositivos no se ven con los rayos X).