En una encuesta de consumos culturales de adolescentes que realizó el Ministerio de Educación de la Nación en 2011 se destaca que a los jóvenes argentinos de entre 11 y 18 años les gusta el cine. Un 95 por ciento de ese universo elige el cine como entretenimiento favorito. Pero, ¿qué cine les gusta a los adolescentes? Casi un 50 por ciento no vio ninguna película argentina en el último año. Y el mismo porcentaje dice que "el cine argentino no le gusta".
Del total de películas que miran los adolescentes argentinos, el 80 por ciento son de producción estadounidense. Al cabo, nada muy distinto al consumo promedio de cine de todos los argentinos: un 85 por ciento de cine extranjero, y entre un 12 un 15 por ciento de cine nacional. Una cifra que, aunque parezca mentira, es alentadora. Al menos en Latinoamérica, donde el promedio de cine nacional que se mira en todos los países está abajo del 10 por ciento del total.
Para tratar de entender el "por qué no" al cine nacional, en especial en los jóvenes, la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, que preside Juan José Campanella, organizó, a través de Roxana Morduchowicz (especialista en comunicación y cultura juvenil), una doble jornada con todos los actores de la industria y su audiencia, los jóvenes.
Debates. Actores, directores, productores, distribuidores, dueños de salas de exhibición y programadores de canales de televisión, entre otros, se reunieron alrededor de cuatro mesas de debate, en una jornada realizada la semana pasada en Buenos Aires. Y con sala llena de jóvenes, en su mayoría estudiantes de colegios secundarios y también estudiantes de escuelas de cine; que en la Argentina alcanzan la estruendosa cifra de casi 20 mil.
En la apertura, Campanella soñó con que "ojalá el cine nacional sea como el rock nacional, que debe tener al menos la misma cantidad de cultores que el rock extranjero".
"Lo nacional", en especial en el cine, ha padecido una larga sucesión de derrotas, retrocesos, en todo el último medio siglo XX. Derrotas en el volumen y financiamiento para la producción, en el encadenamiento industrial, en la distribución y en la exhibición. Y al final del camino, en el universo simbólico.
Sólo esos antecedentes explican que un adolescente argentino de 15 años diga, hoy —como lo mostró Daniel Burman en un excelente corto preparado especialmente para las jornadas— "cuando voy al cine, si hay una película argentina elijo otra, una extranjera".
En 2011 la Argentina produjo el récord de 125 películas —con el apoyo de Incaa—, de las cuales 25 fueron de directores debutantes, jóvenes. O muy jóvenes.
La quincena de participantes en las distintas mesas, en ambas jornadas, coincidió en que hay "cine bueno y malo, en la Argentina y también en Estados Unidos". Pero fue Campanella, el que dio en el clavo sobre cómo se expresa la derrota simbólica de lo nacional: "Cuando alguien ve una película mala de Estados Unidos, dice «es mala», pero no dice «no veo nunca más una película norteamericana». En cambio, cuando ve una argentina mala sale y dice «nunca más veo una argentina». Esa es la diferencia", definió el exitoso director de "El secreto de sus ojos".
Fue muy importante para la comprensión de por qué el público elige las películas que elige, y no otras, la participación de miembros relevantes del mundo de la distribución —como Bernardo Zupnik, de Distribution Company— y también de la exhibición, como Martín Alvarez Morales, gerente de Cinemark (la empresa que tiene mayor cantidad de salas en la Argentina).
"Una cosa que la gente no sabe es que a nuestro país llegan sólo las películas buenas o muy buenas de otros países" explicó Zupnik. En cambio "las películas argentinas que se estrenan se pueden ver todas, las buenas y las malas también".
En crecimiento. En el país hay unas 800 pantallas de cine en actividad y crece la tendencia de los complejos con varias pantallas. "Otra discusión es sobre la permanencia o no de una película en cartel. Sucede que en los esquemas netamente comerciales como los nuestros —Cinemark— las salas necesitan mantener un alto grado de ocupación para funcionar. Cada exhibición para nosotros es como despachar un vuelo, un avión, tenemos que tratar de meter la mayor cantidad de gente adentro, lo que sale vacío es pérdida", explicó Alvarez Morales.
Reflexiones. Las jornadas dejaron, sin embargo, algunas reflexiones alentadoras: el cine argentino está en un proceso de recuperación de prestigio. Y ya no es denostado alegremente por la mayoría de los jóvenes. Sin embargo, hay un núcleo duro de formación de hábitos estéticos y culturales en los niños (luego jóvenes) imposible de revertir, al menos por ahora: la industria de cine infantil. Lo extranjero (cine de animación) resulta imposible de equiparar por una producción nacional. La escala, los millones de dólares de producción, terminan con cualquier intento nacional.
El niño, al cabo, llega a la adolescencia con "Cars" y "Toy Story". Son "su" patrimonio cultural. Y luego, para ver cine argentino, tiene que "reinventar" su modo de ver cine.
Por las jornadas que organizó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas pasaron —además de los mencionados— figuras como Santiago Mitre (filmó "El Estudiante"), los directores Alberto Lecchi y Anahí Berneri, el ex director del Bafici, Sergio Wolf; Axel Kuschevatzky (Telefe) , Alejandro Mouján (TV Pública), y entre otros, Walter Sequeiro (Artear).