El 2013 está a punto de expirar. Algunos dirán que fue un buen año, otros se animarán a expresar su disconformidad por lo experimentado en distintos órdenes. Las opiniones serán ambivalentes, acordes a lo que cada uno vivió en forma personal; sin embargo al realizar un balance general de lo acontecido en el país tal vez haya coincidencia en que las demandas sociales están a la orden del día. Hay temas que siguen pendientes en las agendas de quienes nos gobiernan, aunque intenten minimizarlos o negarlos. La delincuencia, violencia social, inflación, pobreza, marginalidad, corrupción, droga, el narcotráfico, los saqueos a comercios, cortes de luz y agua son indicios de que la situación es preocupante. Cada fin de año se renuevan las expectativas, las esperanzas de cambio. Y no está mal esto. Es importante anhelar mejoras en las condiciones de vida. Pero, también es importante saber que los problemas se han agravado y que no encuentran solución porque una gran parte de la dirigencia discute internas partidarias en lugar de generar políticas activas en favor de la comunidad toda. Hay que resolver estos inconvenientes en lo inmediato, aunque sea en forma paulatina, si de verdad queremos construir un nuevo modelo de país.
































