Señora presidenta, quiero informarle que en realidad mis amigos y conocidos me dicen el Loco. Pero me lo dicen por ser divertido, alegre, hacer chistes permanentemente, y no por criticarla a usted y su forma de gobernar. ¿Sabe por qué estoy enojado? Porque no nos da opciones para progresar, no nos da opciones para atacar a la inseguridad que mata gente permanentemente, y si tiene dudas, véngase a vivir a mi departamentito de un ambiente, y quédese una semana en mi barrio, acá en Rosario, e intente crecer. Intenté vivir con mi sueldo y mis cuatro trabajos, intenté progresar y seguir estudiando como quisiera yo, a los 54 años; intenté salir a correr o a andar en bicicleta, sin pensar en que un tiro me puede atravesar la cabeza en cualquier momento. Intenté bregar por sacar los chicos de la calle para que aprueben con 6 y lleguen a ser algo en su vida, intenté eliminar las villas que proliferaron de manera gigantesca en nuestro cordón. Por eso estoy enojado, no porque sea “loquito”. No quiero estar más sin dormir pensando que mis cuatro hijos están en condiciones de no volver a sus casas cualquier noche. Yo no tengo un avión para llevarlo volando a que le salven la vida. Sé que es muy difícil gobernar, sé que su oposición es oposición por nombre y quizás por intereses personales, pero usted, lamentablemente, no está abierta a ninguna sugerencia y sufre de una bipolaridad importante. Está gobernando a 40 millones de argentinos que no están todos de acuerdo con su política, ¿por qué no intenta entonces ir a un otorrinolaringólogo y que le revise los oídos? Quizás comience luego a escuchar lo que significa gobernar un pueblo, brindarle seguridad, educación y salud que necesitan. Una vez que comience a ordenar eso, le aseguro que puede aspirar a nuevas reelecciones y no que su entorno aspire a otras cosas. Yo soy el Loco y necesito volver a ser feliz. Saludos cordiales.